Carta a Henrry Lezama.

Hola Henrry, conocerte ha sido grato. He disfrutado leerte y sigo aficionada a tus post. Aprendí a escucharte en conferencias y lograste mi atención, generalmente me evado un poco, como cuando medito, pero en verdad logras atrapar a los presentes porque tienes el tono de voz adecuado, pausado, y por supuesto sabes dominas el tema cuando analizas películas y libros. Los temas los desmenuzas, cómo diríamos: sabroso.

Nacido en Yaguaraparo, para mí tienes la protección de la Selva de Paria, del cacao y la sarrapia.

Henry, tengo una historia tipo retazo. Es sobre un lugar cercano a Yaguaraparo, llamado Cachipal. Ese poblado permanece en mi mapa de recuerdos infantiles. No sé cuan largo pudo ser el viaje, seguro estuve dormida todo el tiempo. Le tocamos la puerta a una tía después de pasar sobre un riachuelo de piedras, detrás de su casita forrada de tela metálica estaba el aserradero que era de la familia. Aún puedo verme, vernos, al caer la tarde encerrados sin luz, para que los bichos voladores pasaran de largo y no se pegaran de las ventanas. Pasaron los años cuando el tío me contó parte de su historia. Por esos días, la Seguridad Nacional tenía presos a dos de sus hermanos y a su papá. A él lo dejaron suelto para que se encargara de la familia, él dormía sobre una piedra escondido en la montaña. Esos días resultaron ser seis años tormentosos. Treinta años después volví a ese lugar por dos razones, para ver el paisaje y para comprar una buena rola de cedro, lugar según nos dijeron aplicaban un patrón ecológico, corte y siembra escalonados, cortaban los árboles de un bosque sustentable. Mi esposo Jorge Peña quería participar en un Salón de Arte Nacional con una escultura de gran formato. Del actual dueño Luis De Santi, recibimos su particular atención, al enterarse de nuestra filiación con los antiguos propietarios del aserradero.

Henrry, ahora eres parte de ese collage.
De fondo tengo la incólume selva, los personajes de esa época los enterré como debe ser, acompañándolos hasta la tumba, orgullosa de ellos. Ahora me aparecen en fotos interactivas, sonriéndome amablemente. Casi lloro la primera vez que los vi.

Henrry, ahora estamos interactuando en esta vida. Gracias vale, por seguirme preguntando:

–Antolina, ¿cómo estás?

-Estoy con alegría en el corazón, tal como me dibujaste en la caricatura. Espero seguir aprendiendo de ti.

Invito a los lectores a pasar por tu ventana.
@hlezama