Viviendo en dictadura...

"Muchos jueces son incorruptibles, nadie puede inducirlos a hacer justicia"

¡Viva Venezuela! osó resonar un timbre de voz agudo, un poco chillón, de una joven en una de tantas manifestaciones de voluntad que se demuestran en bululús reaccionarios de personas que afirman desear un mejor país, ¡maldito guardia! fue la expresión inmediata pero predecesora del lanzamiento de un objeto de dudosa procedencia, posiblemente del suelo gélido que arropa una ciudad a 1.6k sobre el nivel del mar.

Vivir en Venezuela se ha convertido en un martirio épico, algo digno de un documental como esos tantos que le hace THC a Hitler, claro está, éste no representaría genocidios, ultrajes a la dignidad humana, racismo ni alguna otra forma de ataque al individuo que vive en sociedad y que por ende, pareciera dudara que lo sepan, viven en política. En esta extraña dictadura, los mensajes de diseminación informativa no sólo provienen del exterior, sino, que también se manifiestan en el interior de la dictadura misma gracias a las redes sociales y el acceso libre a la información que, evidentemente, prohíbe esta dictadura.

Sí, lo sé, suena algo contradictorio pero es verdad, la dictadura limita el acceso a la información blindando su aparato comunicacional de actividades pro partidistas y pro gubernamentales; no muestra la realidad de los 23k fallecidos en el 2.016, tampoco muestran el linchamiento de un ladrón y menos un motín de un centro penitenciario en vivo, no muestran lo que la gente quiere ver, sangre, lucha, destrucción, caos y anarquía; eso es lo que vende. Pareciera que ver las cosas mal día a día en la calle no es suficiente para aquellos que viven en dictadura, sino, que también deben verlas en sus pantallas planas, escucharlas en sus radios y comentarlas en sus redes sociales. 

Este ser humano, similar al de aquella chica quien gritaba su extenso léxico guerrillero, lo he llamado dictadoriado, ha sido sometido a un flagelo intrínseco de manipulación, gubernamental u opositorista; lo siento si afecta el término, no he podido mencionarlos como opositores porque yo me opongo a los alimentos sin gluten pero no ando quemándolos en los supermercados.

En esta extraña dictadura, el dictadoriado se queja, truena sus hormonas y sale a manifestar su deseo bélico de batalla a campo traviesa contra aquél que no comparte su idea de quema bestial, "incendiar el país es la mejor forma de hacer que se vayan, así ya no tendrán qué robar" y entre tanta alharaca ningún argumento se esgrime sin soberbia, lamentable no tener cómo debatir ante un insulto, pues el dictadoriado no acepta un vaivén que contraríe sus esquizofrenia paranoide y así él sepa que está mal golpear a una persona por su posición política, no es algo que le importe mucho a un dictadoriado.