Un torbellino de emociones golpeaba a Ronny, luego de la ruptura con Sameera. Se sentía desganado, y los momentos compartidos con ella se repetían una y mil veces en su memoria. Pasó varios días bebiendo vino y escuchando la canción de Marco Antonio Solis:

¿Dónde estará mi primavera?
¿Dónde se me ha escondido el Sol
Que mi jardín olvidó
Y el alma me marchitó?

En poco tiempo acabó con todo el alcohol que había comprado para pasar la Navidad con amigos y con Sameera. Llamó a un amigo, que era el dueño de una licorería, para que le enviara una caja de vino. Pero el amigo le dijo:

—Ronny, hermano, ven al negocio, necesito hablar contigo; acá destaparemos una botella y hablaremos.

Ronny no quería salir de casa; se sentía desanimado hasta para bañarse. Sin embargo, su amigo le insistió tanto que él decidió complacerlo.

Caminó hasta el baño y, por primera vez, luego del rompimiento con Sameera, se miró en el espejo. Casi no se reconocía: Lucía demacrado, la barba le había crecido a la par que las canas; su mirada no tenía ni un ápice de vitalidad que tenía cuando estaba al lado de Sameera, se sentía la boca amarga y hasta le costaba tragar.

Soy un despojo humano, se dijo.

Se metió en la ducha y saltó cuando las frías gotas rozaron su cuerpo; se percató de que había perdido casi seis kilos.

Luego de bañarse, se vistió con lo primero que encontró en el clóset, y salió a casa de su amigo. En el trayecto se detuvo a observar a un jardinero que podaba un árbol seco; él se sintió identificado con el árbol, pues así se sentía: sin vitalidad alguna; entonces se acercó al jardinero, un hombre de avanzada edad, que no solo podaba el árbol, sino que además conversaba con este, con voz casi inaudible.

—¿Qué sentido tiene podar un árbol seco? —preguntó Ronny al jardinero.

El jardinero vio a Ronny con ternura:

—Tiene todo el sentido del mundo. ¿Sabes? En apariencia, este árbol está seco, pero él tiene dentro de sí la fuerza para renacer cuando lleguen las primeras lluvias.

Ronny se despidió del jardinero y siguió su camino hacia el negocio de su amigo, quien al verlo lo abrazó con cariño; destapó una cerveza y le habló de todo un poco, sobre todo le dio orientaciones para sobreponerse al rompimiento con Sameera. Le habló de autoestima y de estrategias para superar el quiebre emocional por el que estaba atravesando. Ronny lo escuchaba en silencio, pero en su mente solo escuchaba las palabras del anciano jardinero.

Cuando se hizo de madrugada, Ronny se despidió de su amigo y se llevó con él seis botellas de vino; llegó a su casa, se acostó en el sofá y allí se quedó dormido.

Ha iniciado el mes de diciembre, el invierno le taladra los huesos a Ronny, se despertó temprano sintiéndose diferente, se preparó una taza de café, se vio en el espejo, se compadeció de sí mismo, se afeitó la barba , se vistió, se perfumó y fue al trabajo.

Los compañeros de la oficina se alegraron al verlo, aunque muchos le hablaban con tono de lástima. Ronny sacó fuerzas para bromear sobre su fracaso amoroso:

Acá estoy de nuevo, dispuesto a ser engañado por otra hermosa mujer, porque una bestia como yo, necesita que una "bella" le robe el corazón.

Nina no pudo evitar reír a carcajadas ante el comentario de Ronny; él volteó a verla y le dijo:

—¿Acaso podrías ser tú, la nueva "bella" en la vida de esta bestia?

Ella le respondió:

—Bueno, a mí me gustan las bestias, y si me hacen reír, me gustan más.

Los dos se rieron. Desde ese día, ambos comenzaron a salir juntos, caminaban por el parque y Ronny siempre se detenía a mirar el árbol, antes seco, y ahora florecido; y le decía a Nina: "Este es mi otro yo". Ella lo veía enamorada, y le contestaba:

Los dos son mi refugio.

Ronny la abrazaba y sentía cómo dentro de él crecían buenas hojas de amor.

_{Imagen diseñada en Canva IA}

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