En un futuro muy, muy lejano, existía una sociedad oprimida por milenios, por una dictadura. De tal manera que el gobierno llegó a controlar cada aspecto de la vida de sus ciudadanos, imponiendo restricciones y prácticamente convirtiéndolos en esclavos del líder supremo, quien se autoproclamaba como “el único elegido de Dios altísimo” para gobernar a una sociedad que no podía gobernarse sola.

En los últimos dos siglos el bendito “líder” no se mostraba en público, el pueblo solo escuchaba sus grabaciones y los expertos en publicidad del gobierno, generaban un afiche o poster que mostraban como la imagen del líder.

Dado que se avecinaban unas "elecciones" que desde ya estaba arregladas. El gobierno quiso renovar la imagen del líder. Con un afiche oficial, que mostrara al líder con colores llamativos y una gran sonrisa. Sin embargo, los diseñadores crearon una peculiar forma de composición alrededor de su boca, que a algunos les recordaba al personaje de un antiguo cómic llevado al cine, el Guasón interpretado por Joaquín Phoenix, hacía ya 500 años.

La resistencia, consciente de la obsesión del dictador por el usar una imagen que lo representase, logró infiltrarse en el alto gobierno y encontró esa manera ingeniosa de desenmascarar su dictadura, corrupción y esclavitud. Fueron ellos quienes propusieron la susodicha imagen, como lo último en tendencias de publicidad y marketing para influir en la decisión de voto de los electores.

El plan consistía en inundar todas las ciudades del país con copias de la ilustración del líder/guasón. Cada rincón y cada calle se vieron invadidos por la imagen que se asemejaba a ese villano preso en su propia locura, y eso empezó a permear a los pobladores de dicho país con ideas de derrocarlo.

La campaña electoral se acercaba a su fin y el gobierno, en un intento desesperado por mantener el control, ordenó volver a inundar las calles con el afiche. La población, que hasta ese momento había sido sometida al miedo y la opresión, encontró en esto un atisbo de libertad.

La población ya no estaba dispuesta a seguir sometida. La imagen del Guasón se convirtió en un símbolo de resistencia, un recordatorio de que incluso en las situaciones más oscuras, la esperanza y la valentía pueden florecer.

El pueblo se alzó, votando en contra, derrocando al líder y su dictadura. El país comenzó a reconstruirse, aprendiendo de los errores del pasado y luchando por un futuro mejor. El Guasón se convirtió en un símbolo de la revolución, una figura que recordaría a las generaciones futuras la importancia de cuestionar la autoridad y luchar por la libertad.