Zorrito del Páramo
Tener este nuevo canal de comunicación (Sí... ¡Steemit!) me ha dado muchos ánimos para volver a escribir. Al fin y al cabo, lo necesitaba más que nunca... Sobre todo el impulso. Y querer escribir, también consiste en recordar y zambullirse en los recuerdos.
En esta publicación quise recordar a un Zorrito del Páramo. Un hombre llamado Daniel, con el que pude convivir en su casa de montaña (que más bien parecía una casa del árbol). Mantuvimos un romance tácito porque en ningún momento nos dedicamos a colocarnos etiquetas; todo se lo dejábamos a la acción. En ese entonces yo había quedado asignada en la Licenciatura en Danza y Artes del Movimiento de la Universidad de Los Andes (¡en el segundo puesto después de seis pruebas teóricas y físicas!), y por esa razón, estaba viviendo en la ciudad de Mérida. Al final, no pude cursarla por motivos económicos y por una oportunidad de trabajo imperdible en Caracas, pero ese capítulo fue un motivo para poder estar con él y sumergirme en nuestro nexo. La experiencia fue como atravesar un sueño vívido... Era la Jane de un Tarzan (¡con canas!).
Si algo lo caracterizaba era una honestidad arrolladora. Nunca había conocido a una persona honesta a pesar de que, en algunas circunstancias, no fuera "conveniente". Antes de embarcarnos en la aventura de querernos por un tiempo, me confesó todos sus defectos, sus vicios y hasta los delitos que había cometido a lo largo de su vida. También me habló de sus luchas, sus esperanzas y por qué había elegido una vida tan singular, adentrado en la montaña y muy lejos de la civilización. Me decía "torcacita" porque siempre me vio como una Mújer-Pájaro: frágil y delicada comparada con su esencia brusca y destemplada. Pudimos vivir momentos muy divertidos, sensuales y especiales. Viajó 14 horas para conocerme, y después de la faena, viajé 14 horas para vivir con él. Su casa, sus animales y su alma tienen un lugar especial en mi corazón, aunque actualmente no mantengamos la amistad. Hoy, frente al computador, decidí homenajear nuestro encuentro y desencuentro con Zorrito del Páramo. ¡Qué le aprovechen!
Zorrito del páramo...
¿Dónde habrás dejado mis medias?
Un mes a tu lado
y nada sabes de ellas.
Yo tampoco sé de ti
y me pregunto de veras...
Si estarás comiendo alpiste
o algún pajarillo entre piedras.
Partí sin despedirme
porque mi corazón ardía en penas.
Y sin embargo, en la distancia,
tu casita vive en mis venas.
La Negra, Misisipi,
Las gallinas saladas,
El sótano empolvado
Y el café por la mañana.
Te quise por las noches
y cuando me dabas la espalda,
una galaxia de lunares
se asomaba con tu fragancia.
Te quise en cada beso amargo
con olor a chimó.
Quise también tu anarquía adolescente
y tu errático corazón.
Zorrito del páramo...
¿Has visto a mis sueños
saltando en el riachuelo de Josefina
o cantando entre fríos vientos?
Ahora estoy tan lejos de ti,
de lo nuestro que nunca fue nuestro,
del adiós, del llanto...
Y de la Mérida que atesoro en mis recuerdos.