¿Es acaso la palabra "contradicción" sinónimo de "disparate"?

in #castellano6 years ago (edited)

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Viene resultando una tradición que la palabra "contradicción" sea vista como una incoherencia; como una acción que está en contra-vía con lo lógico; como una "irracionalidad"; en fin. Los jueces y aquellos policías que se ocupan más que todo a los tales interrogatorios (casi siempre acompañados de alguna acción de sesgos y de violencia psicológica o física) gustan de "pescar" con inusitada fruición, las contradicciones del sujeto sometido a esas funciones; ello en plan de, cazados "esos dislates", caracterizarlo como culpable, idiota u otra desgraciada condición.

Entrar en contradicción, pues, es entrar en aquello que pone a uno en desventaja. Sí; en desventaja por estúpido o por incurrir, en mayor o en menor grado, en lo ilógico.

Una de las leyes de la lógica analítica (la de no-contradicción) sostiene sin ambages que un razonamiento que vulnere el concepto de que toda cosa es idéntica a sí misma, pues termina en un disparate toda vez que así se hace inevitable incurrir en una contradicción.

Con lo dicho, es claro que tanto la costumbre como la teoría sobre el pensamiento lógico-analítico, tributan a que todo aquello que se contradiga resulta a final de cuentas, algo indeseado... Algo que va en contravía a lo inteligente.

Aún así, hay una lógica distinta a la aludida, que hace precisamente de la contradicción su timón, su paradigma, su brújula cognitiva. Esta lógica (la cual es históricamente tan remota como la analítica) es llamada dialéctica. Hay autores que para evitar que se asocie (aparatosamente) con fracasos políticos puntuales, como el llamado "socialismo soviético" y otros, optan por virar la palabra y llamarla entonces: "dialógica", "compleja" y otros eufemismos.

Y es que, viendo el asunto con lupa (agudeza, perspicacia), sin contradicción nada hay. Sin contradicción no hay ni siquiera el estado de identidad que tan extremamente la miope lógica analítica usa como grito de guerra. En rigor, toda cosa y todo razonamiento acusa interna y externamente una confrontación de fuerzas; una que tiende a que se revolucionen radicalmente, y otra a que se queden tal como son; resultando, en momentos históricos dados, como muestras provisionales de esos choques.

Claro, para que una contradicción sea fructífera, no basta que ponga "patas arriba" la idea que encarna la identidad lógica; no. ¡Mil veces no! La contradicción dialéctica es mucho más que la negación simple de la identidad; es la captación precisa de que lo idéntico agoniza en un momento específico, dando paso a la tendencia suya de que lo nuevo aparece. Aparece, sí, para reinar provisionalmente habida cuenta que la contradicción prosigue.

Contradicción no es, pues, sinónimo elemental y genérico de incoherencia. Puede ser sinónimo supremo de coherencia lógico-dialéctica.

Es que hasta en lo físico y lo matemático (ámbitos que gruesamente algunos llaman "duros"), la contradicción dialéctica es filón para entender lo real (objetivo) y lo válido (lógico). Veamos a continuación esta deslumbrante cita que en su libro "Qué es el Materialismo Dialéctico", nos refiere el siempre generoso profesor Yajot:

El gran físico del siglo XX Alberto Einstein, creador de la teoría de la relatividad, enfocó el problema del espacio de una manera completamente distinta (a como lo hizo Newton –quien concebía el asunto, y el tiempo también, como entidades absolutas y no/contradictorias-). Demostró Einstein que el espacio y el tiempo están unidos entre sí y vinculados a la materia, de cuyas propiedades dependen. En el Universo no existe un tiempo único, como les hará ver el ejemplo siguiente: ¿Puede haber algo más natural que la opinión de que el tiempo transcurre por igual en la Tierra y en un cohete que se mueve a una velocidad fantástica? Pues no es así. Si el cohete se mueve a una velocidad próxima a la de la luz, el tiempo transcurrirá en él mucho más lentamente que en la tierra. Figuren ustedes que emprendemos un viaje en un cohete de ese tipo. Volamos, por ejemplo, tres años. Pero cuando regresemos a la Tierra, quedaremos maravillados: ¡resultará que en ella han transcurrido ya más de 360 años! Es difícil imaginar esto, pero es así. Por lo tanto, la Tierra tiene su tiempo, y el cohete en movimiento, otro. El tiempo es relativo, depende de la velocidad del movimiento. Cuanto más rápidamente se mueve cualquier cuerpo en el espacio, con mayor lentitud transcurre el tiempo para él.
Pero resulta que también el espacio es relativo. Supongamos que un tren pasa ante el andén de una estación a una velocidad próxima a la de la luz. ¿Qué opinan ustedes: será igual la longitud del andén para el maquinista del tren y para una persona que se encuentre en el andén? Cálculos matemáticos exactos, basados en la teoría de la relatividad, prueban que no. Los viajeros del tren pensarán que el andén se ha hecho más corto, en tanto que quienes se encuentren en el andén descubrirán, por el contrario, que es el tren en marcha el que se ha acortado. Y no será una ilusión de óptica, sino un hecho objetivo. Por tanto, el espacio es igualmente relativo.

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Es un post muy útil para el pensamiento unido a la ciencia, la filosofía y, en general, la teoría del lenguaje. Gracias, @alexandermoreno .

Desde Costa Rica he recibido un e-mail que he querido compartirlo con todos ustedes, amables usuarios de la gran red Steemit (y la comunidad Proconocimiento). El remitente es una de las inteligencias más brillantes de ese país de Centroamérica: Francisco Aguilar Bulgarelli (escritor, empresario, internacionalista). He aquí la carta: "Estimado Alexander: Ante todo un saludo fraternal. Luego para agradecerte esos correos que me dan material para pensar sobre esas ideas que transmitís desde tus conocimientos. Por ejemplo hoy he tenido suficiente material con las “contradicciones” y la “relatividad”. Ya viejo vivo muy solo y esto me pone a trabajar la mente como para atrasar mi senilidad. Gracias Alexander y abrazos". 16/10/18.

Que hermoso testimonio, gracias @aleandermoreno por compartirlo.