El Pueblo (Parte V)

En eso que estoy haciéndome tantas preguntas en mi mente, y disfrutando de la compañía de la Sra. Minerva, ¡escucho unos disparos afuera! por supuesto me sobresalto ¿serán los secuaces de Jael que vinieron a eliminarnos? Pues si es así Minerva no parece muy preocupada, de repente escucho que abren la puerta, pero como estoy de espaldas no puedo ver quien es, entonces Minerva me dice: “hay algo que no te he dicho” ¡Ay mamá! ¿ahora qué será? ¿será que esta señora no es lo que parece? Mis dudas quedan disipadas cuando me dice: “me gustaría que conozcas a mi esposo Leo y a mi hijo Joaquín”, se acerca un señor envejecido, pero de aspecto fornido y un hombre más joven de complexión parecida “mucho gusto Sr. Smith” me dicen “hola, es un placer” les respondo mientras observo las escopetas que tienen en las manos “hoy comeremos conejos” dicen enseñándome los ejemplares, y con una sonrisa el Sr. Leo dice: “No pudimos presentarnos antes porque usted estaba inconsciente” sobra decir que después de eso, empezó a volver el color a mi rostro.

¡Todo tiene más sentido ahora! ¡Es obvio que esta delgada doñita no me había sacado del pozo ella sola! su esposo e hijo también parecen amigables, de hecho, preparan la cena y por cierto ¡cocinan mejor que yo! –bueno todo el mundo cocina mejor que yo jeje- después de disfrutar de un guiso de conejo colocado delicadamente sobre una cama de verduras y acompañado con un vaso de jugo de frambuesas silvestres endulzado con miel… observamos el fuego de la chimenea tomando una taza de chocolate caliente, “¿y siempre han vivido aquí en el bosque?” –pregunto, así como quien no quiere la cosa- “pues no, antes vivíamos en la ciudad” responde el Sr. Leo, y señala una de varias fotos que hay en la pared, Joaquín me la alcanza y allí –en blaco y negro- se ve a la Sra. Minerva más joven –mucho más joven- y el Sr. Leo con un traje de ejecutivo, “estaba muy bien vestido Sr. Leo, ¿a qué se dedicaba?” aprovecho para preguntar.

Mientras se recuesta en su cómodo sillón me responde: “Pues era el jefe de seguridad en la compañía HOPE, ¿ha oído hablar de ella?” después de tomar otro sorbo del humeante chocolate le digo: “si, su esposa me estuvo hablando de ella, y de lo que ocurrió con Jael Bonash, ¿por eso se mudaron al bosque?” con la tristeza dibujada en el rostro me dijo: “verás… después de la muerte de Jordán y del cierre de la empresa, todos quedamos sin empleo, pero entonces de la nada apareció Jael, en ese tiempo no sabíamos sus verdaderas intenciones, compró la empresa y la reabrió, pero con el nombre GRAFENUM".

“Nos reunió a todos y en su discurso dijo: “me pongo a pensar en lo que mi amigo y hermano Jordán hubiera querido… como lo conocía tan bien sé que el desearía que siguiéramos adelante… por eso debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y trabajar con más fuerza que antes, para hacer que el GRAFENO lleve la esperanza a cada persona del planeta y se transforme en la salvación para aquellos que no pueden valerse por sí mismos… ellos esperan por nosotros, ¡No los defraudemos!” en ese momento la euforia llenó la sala y todos aplaudimos, lo veíamos como nuestro salvador”.

“En aquel tiempo sólo éramos mi esposa y yo así que vivíamos en un pequeño apartamento en la ciudad, el sueldo era bueno así que no nos faltaba nada, como Jefe de seguridad tenía acceso a todos los aspectos de la empresa en lo que tiene que ver con quienes entran y salen del edificio, y un día noté algo extraño, un científico llamado Fermín Gómez, salió a almorzar y no regresó, pensé que tal vez había surgido una emergencia familiar, así que esperé al siguiente día, pero tampoco se presentó y así pasaron tres días, era extraño porque según los registros Fermín nunca faltaba al trabajo y era muy puntual, decidí llamar a su casa, pero nadie respondía, igual su celular me enviaba al buzón de voz, realmente era muy extraño… ”

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