LAS TRES PLANTAS
En el jardín de una casa habían tres macetas, y en ellas estaban contenidas una semilla en cada una, esas que luego crecieron, en las tres macetas creció su planta, una de hojas verdes y flores azules, en la segunda maceta creció una planta de hojas pardas y sin flores, y en la tercera maceta creció una planta carente de hojas y flores pero abundante en espinas, cuando el señor pasó a mirar las plantas para ver si las trasplantaba en tierra notó la peculiaridad de cada una, y les puso nombre, a la de flores azules la llamó alegría, a la de hojas pardas tristeza y al espinar la llamó enojo.
Las tres plantas fueron colocadas en tierra y plantadas una al lado de la otra, con una separación prudente, cada planta adoptó el nombre que el señor le dio y se comportaron como tal, una era jovial, alegre y llena de optimismo, la otra en cambio era depresiva, lloraba a cada rato, un desconsuelo total, y la tercera en un volcán de furia, siempre andaba llena de odios y atacaba con sus dos armas letales, el perfeccionismo y la violencia; las tres plantas se llevaban bien una a la otra y se toleraban posiblemente porque se sentían las tres necesarias para el señor.
Durante los primeros años alegría crecía más rápido que las demás, tenía horas de sol acordes no sufría de sequía ni de inundaciones, la lluvia siempre llegaba a tiempo y suficiente para que sus raíces se extendieran, su tallo creciera y desarrollara más hojas y hermosas flores azules que invitaban a las abejas a buscar de su polen, a tristeza no le iba tampoco tan mal, tenía menos lluvia que alegría y sí, padecía algunos cortos períodos de sequía, pero la planta estaba en crecimiento, más lento que alegría pero en fin crecía, en el caso de enojo la cosa no pintaba bien, mucha sequía seguida de lluvias torrenciales, cambios bruscos de temperatura hacían que la planta detuviera su crecimiento, alegría crecía exponencialmente, tristeza crecía y enojo no se desarrollaba.
La historia cambió drásticamente a los doce años cuando los flujos naturales cambiaron su curso, alegría comenzó a sentir disminución de agua, llovía menos, las lluvias y el ambiente benévolo esta vez se pusieron sobre tristeza, quien amargamente lloraba y quejumbrosamente gritaba como si le doliera algo, en enojo también hubo cambios, comenzó a sentir sus primeras lluvias, por lo que su crecimiento pudo iniciar, ahora la que crecía exponencialmente era tristeza seguida por alegría y enojo ambas en iguales circunstancias.
La peor tragedia para alegría tan sólo comenzaba, pues dejó de llover y sus hojas comenzaron a caerse, ya no tenía lo suficiente como para producir sus hermosas flores azules y tuvo que deshacerse de ellas para poder mantenerse, la benevolencia del ambiente le había dado la espalda a ella y se había congraciado con las otras dos de sus hermanas, tristeza y enojo crecían y crecían, eran ya unas plantas de gran tamaño que ambas comenzaron a invadir los territorios de alegría por cada lado.
Finalizando los años veinticuatro una persona que corría pisó y aplastó a alegría dañando su estructura, la pobre planta ya seca tuvo que soportar la rotura de parte de sus ramas y heridas en su tallo, como estaba sensible fue atacada por la plaga, alegría perdió su esencia, comenzó a sentir rabia y tristeza, su centro perdió la dirección y el control de su vida.
Pasaron dos años más así, y sobre alegría una nube cubrió el abrasante sol, una llovizna comenzó a sentir. El señor pasó de nuevo a mirar las tres plantas que había puesto en la tierra y notó lo que sucedía, por lo que podó a tristeza y enojo para que ambas se mantuvieran dentro de los límites, el señor se fue.
La lluvia volvió para alegría, y esta comenzó a recuperar su identidad, dejó de sentir tristeza y rabia, sus hojas comenzaron a emerger y la primera flor azul brotó. Tiempo después las condiciones para ella estaban más establecidas y mejores que a sus dos hermanas, quienes en vano lucharon puesto que el ambiente que les daba preferencia cambió su perspectiva, y estableció un orden, alimentar más a alegría, no olvidar a tristeza, y limitar a enojo.
Fin
Pokotó