Wysoccan, el siguiente paso en la vida para los Algonquinos

in #cervantes7 years ago

¡Hola comunidad Steemit!

Hoy quiero hablarles acerca de una particular hierba usada en la cultura de una de las más importantes tribus nativo-americanas.

El wysoccan, una hierba que contiene Datura, es utilizada en rituales por la tribu indígena de los Algonquinos, que se ubican cerca de Quebec, Canadá (antes ocupaban gran parte de la zona este de EEUU y Canadá). Entre los efectos de esta droga están las alucinaciones, amnesia, hipotermia y taquicardia.

¿Cual es el motivo de este ritual?

Según la creencia en ésta tribu, hay un antes y un después en el paso de la niñez a la vida adulta. El cierre de un ciclo como avance a una nueva experiencia, en este caso en todo el sentido de la palabra, ya que la razón de esto es que el niño olvide todo, absolutamente todo, tanto lo que consideró bueno como lo que consideró malo.

La amnesia causada por la droga hace que pueda olvidar a su familia y amigos, una total despersonalización para lograr el siguiente paso necesario hacia la masculinidad, para ser un hombre apto que lidere y de confianza a su entorno.

Los Algonquinos en su esencia se instalaban cerca de los lugares donde cazaban y pescaban, un pueblo que le gustaba estar cerca de ríos, un pueblo que en su ser estaba el poder mantener la estabilidad de su gente.

Para esto, tienen que lograr ese paso tan importante en su cultura.

Y justamente ese paso al siguiente nivel me da pie para compartirles este poema del gran Andrés Eloy Blanco en “Giraluna”

Canto a los hijos: Despertar

Es el alba. Los niños despertarán.

¿Qué hicimos los hombres con la noche, tan bella como el sueño?

Ayer nomás, el mundo

nos puso entre las manos la suerte de su sombra.

Nos entregó a los hombres

una noche tan dócil como un esclavo niño

y en la sombra sumisa

¿con qué luz alumbramos, con qué sueño escribimos?

Nos dio, para sembrarla,

la sombra de sus pobres, la noche de sus tristes,

su mano sin terrones, su boca sin cartillas,

nos dio su sombra hermosa, como una niña negra,

nos dio su noche bruta como una tierra niña.

Para enseñarle cantos,

para cantarle lumbres,

para alumbrarle letras,

el mundo de los niños y los simples

nos dio la sombra en paz de sus cabezas.

Y nosotros, los dueños de la luz y del grito,

del lucero en la noche y el camino en la tierra

¿qué hicimos con el alma del ser oscurecido?

¿qué luz y qué palabra,

qué pan, qué tierra dimos

a la noche inocente del niño sin estrellas?

En los seres oscuros como aldeas de noche

y en el agua sin luz de sus postigos,

en la cabeza oscura de los tristes,

¿qué paz, qué amor, qué lámpara encendimos?

¿qué casa con qué voz que abra la puerta

dejamos en la mano que nos tendió el camino?

En el pueblo, en el monte, calles negras,

rendijas y rendijas

por donde en vez de voces salen quejas,

por donde en vez de luz sale un ay amarillo

que va temblando, como luz de vela.

Es el alba. Los niños despertarán; ¡qué pena,

si nos vieran adentro nuestros hijos!

Sumisión, miedo y hambre,

estafa de la voz y estupro del suspiro.

Es el alba. Los niños despertarán, amigos:

¿quién besará sin manchas la frente de la aurora?

¿quién mirará de frente los ojos de los niños?

Andrés Eloy Blanco (“Giraluna”, 1955)

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