Los Próceres, entre el juego y la batalla
Foto por: Erika Briceño
El cielo no prometía una buena tarde para salir de paseo. Aun así, por cumplir una rutinaria promesa de fin de semana, nos adentramos al “Paseo Los Próceres”, en Caracas. De la fuente de la plaza, revoloteaba el agua sin cesar, una que otra gota saltaba de más y mojaba el rostro de un pequeño; él con sus manitas secaba su cara y volvía a esperar que otras gotas salpicaran para disfrutar de aquello que tanta gracia le causaba.
Foto por: Erika Briceño
Delante del obelisco, la imponente estatua de un indígena nos señala el camino que siempre seguimos casi por inercia. Esta vez hicimos más paradas que de costumbre, nos detuvimos a mirar a la gente, en su mayoría niños y jóvenes, cada cual jugando al aire libre, solos o acompañados.
Foto por: Erika Briceño
Foto por: Erika Briceño
Algunos niños acompañados de su madre y/o padre evaden las fuentes que hay por el patio central del paseo y prefieren caminar por su derecha. Entre árboles se exhiben con supremo orgullo tanques del Ejército venezolano, que desde 2003 forman parte del llamado museo militar al aire libre. Pintados de verde oliva, llaman la atención de los pequeños, quienes apenas se acercan, corren y se montan a jugar con sus sueños, ¿qué imaginarán cuando suben a los tanques y simulan disparar?
Foto por: Erika Briceño
Más adelante –y más acorde con la edad- aunque con menos mantenimiento, vienen los coloridos y descoloridos parques infantiles, que roban la atención de muchos. Custodiados por los monolitos, los niños juegan, mientras los padres se sortean los dos únicos bancos que hay de reposo para los adultos.
Foto por: Erika Briceño
Para aprovechar la benevolencia del tiempo, que aún estaba de nuestra parte, cruzamos los monolitos donde se encuentran las estatuas de nuestros próceres independentistas. Dos cañones dan la bienvenida a El Laguito, un largo y placentero camino que -para sorpresa de muchos- al final nos conduce al Ministerio del Poder popular para la Defensa.
Mientras la inocencia de los niños revolotea con las guacamayas que pasan volando a cada rato, los patos y gansos aprovechan cada oportunidad para cazar algo de comida, en cualquier descuido, si te ven comiendo, corren a tus pies, aportando a tu generosidad para compartir.
Foto por: Erika Briceño
La conjugación de palmeras, grama, animales, cielo abierto y el gran Laguito llenan de armonía nuestras almas. Salimos de allí con el buen sabor de paz y tranquilidad. Volvimos a pasar entre los dos cañones, que no dejan de llamar la atención de niños y niñas. Volteamos a detallar a los monolitos. Nos fijamos en Bolívar, Páez y Sucre: sobre los próceres hay mal tiempo.
Foto por: Erika Briceño
Disfruté muchísimo este texto. Me hizo recordar el de Vejez en tres tiempos por su calidad. Una crónica que en el su texto habla de historia pero no patrioterismo militar, de espacios públicos y el derecho a la ciudad. Lo comparto.
Gracias amigo, ya acabo de publicar uno nuevo sobre una tv show, seguro tendrás una opinión en el tema.
Lindo texto que permite reconciliar con una ciudad que sabe ser amable: Caracas.
Si, Lenys Carolina. Realmente es uno de los lugares de Caracas donde te reconcilias con esta ciudad que a veces es agobiante.
Muy buena descripción, aun tengo recuerdos de mi infancia jugando en esos tanques, muy buen post, saludos!.
Gracias. Es un lugar donde podemos vivir momentos inolvidables. Saludos,
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Que buen post! Es una oportunidad para mostrar las bondades de Caracas. Gracias!!!