Apuntes sobre la ciencia
Del vuelo esquizoide
de todos los retazos de cristales desparramados
por la atmósfera infumable
en esta planicie vertical y redonda,
me ubiqué en el centro para toser desahprensivo
y escupir versos masoquistas.
"Qué puede ser más amplia que la nada?"
y videé un angelote barroco con una botella de brandy
flotando entre los vidrios
con mantos de pureza sobre sus pequeñas bolitas
y el tipo se cagaba de risa
al verme rezándole a una terminal
para que el Univero no se acabe
o empiece de una puta vez.
Pero el desordenado ordenador se trababa como un touré
y maldecía carrasposo conjuros indescifrables,
y lloré como un hombre
que es peor que llorar como un niño
porque se te atragantan los 4 humores en todos los chakras
y se te desinfla el pecho de helio
y todo se vuelve plomo.
Total, en la gravedad-zero
los cristales bailaban valses demoníacos
y me mareaba al no poder seguirles el ritmo
y miraba al cielo con vértigo
o lo contrario
que justamente, no tiene nombre
y hube de recurrir al pugilato con Newton
por mentiroso
o cobarde
pero el tipo sabía artes marciales y magia negra
sacó un libro raro lleno de símbolos fractales
y los separaba
y los volvía a unir mientras me daba patadas de karate
y yo corría pero cada vez más lento
pero no podía girar sobre mi propio eje
así que le mandé un mensaje de texto a Euclides
para que me aconsejara sobre su geometría inspiradora
y encima se me hacía el canchero
y lo mandé a tomar por culo también
me quedaba nomás la modernidad de la relatividad absoluta
y me subí al tren inmóvil de Einstein
que no paraba de sacar la lengua y me pedía LSD
como si yo fuera dealer
y también me hizo enojar al pedo
me amenazaba diciéndome que dejara de amenazarle
y volví a la quietud del movimiento perpetuo
que está freezeado como un navegador obsoleto
al poco tiempo, descubrí que no sabía dividir
y volví a armar el altair-8080
con un montón de cables que salían de mi sistema nervioso
que está siempre de mala ostia
y una ventana emergente del subconsciente
me empastilló como a Zulma Lobato
y quedé con la boca abierta estilo montaña rusa
que no te deja respirar
y como dijo un actor de segunda categoría
una simple bolsa de plástico se puede convertir en el instrumento de tortura más aterrador
pero yo seguía mosqueado, y dejé de hacer fuerza
para volver a rezar en silencio.
Pertenecer, tiene su privilegios
siempre y cuando seas tan licencioso
como para bancártela, y seguir respirando.