Confesiones... Dios nos dio el don de escoger nuestro destino más no de conocer nuestro destino.
Lazo de sangre
Nuestros encuentros íntimos los hacíamos en hotel alejado, porque debíamos cuidar mi imagen, después de todo era un padre un guía del buen camino y para hacerlo más cuidadoso, yo alquilaba dos habitaciones continuas, yo firmaba como Fernando Fernandez el nombre de un personaje que ella creo para mi en nuestros íntimos, seguidamente yo entraba en una habitación solo y luego pasado un tiempo ella entraba en la otra, después de un tiempo ella golpeaba la pared que dividía ambas habitaciones dos veces avisando que ya estaba lista, yo salía de la habitación simulaba que me iba, pero me devolvía a la habitación donde ella estaba lista con unos de sus personajes esperando a que yo la sometiera.
Un día la estuve esperando en el hotel y no llego, con mi desesperación y mi necesidad de ella fui al “Barrio rojo”, mi sorpresa fue verla coquetear con otro hombre, ella también se sorprendió al verme, yo no supe que hacer simplemente me quede firme sin quitarle la mirada encima y no me quite de su enfoque visual, sentí una rabia adueñarse de mi, pero lo único que pude hacer fue retirarme de ese lugar. Ya en casa no podía dejar de pensar en ella coqueteando con ese tipo, no lo podía creer, ella era mía, ella era mi Eva… No, no era, ELLA ES MÍA, ELLA ES MI EVA. No pude dormir esa noche, pensando en las mil maneras en que pude acercarme a ella apartarle al tipo ese y llevármela, para someterla por el mal que había hecho, y fue ahí mientras tenía muchos pensamientos en la cabeza cuando pensé en el sacrificio de sangre que hiso Jesús Cristo que representaba el lazo entre Dios y nosotros, como explicarle a usted que esa reflexión probablemente me diera una muy mala idea, pero la unión más fuerte es la unión de sangre, o ¿se equivoca el dicho: la sangre llama?, pero a fin de cuentas todos tenemos una manera de actuar de acuerdo a lo que uno cree que es lo más lo sensato y mi sensates me decía que ese era mejor decisión, para ti a lo mejor no la es, pero recuerda que Dios nos dio el don de escoger nuestro destino más no de conocer nuestro destino.
Al día siguiente me encontraba en mi oficina soñoliento enfocado en una sola cosa… En los preparativos para el encuentro que iba tener con Verónica esa tarde porque a partir de ese día íbamos a estar unidos con nuestra sangre, íbamos a tener nuestro lazo de sangre. No fue sencillo aparentar que había superado lo visto el día anterior, mientras hablaba con ella y ella me deba explicaciones que para mi no eran importantes, pero debía seguir lo planificado, le hice pensar que entendía toda esa situación y quedamos en vernos como siempre. Llego el momento de nuestro encuentro, yo estaba en la habitación del lado ansioso esperando la señal, mi corazón latía más rápido de lo normal, luego escucho la señal de costumbre y desde ese instante lo que recuerdo son imágenes cortas, pero claras de lo acontecido.
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Cuando entre a la habitación recuerdo verla sentada apoyada de sus rodillas, con lentes, un moño, muy poca ropa, estaba sexy, era una secretaria, le coloque suavemente la mano en cabeza, mientras hacía eso, algo en mi interior me decía que cambiara de parecer, pero había otra parte que me decía que no me detuviera que la decisión ya estaba tomada - No entiendo porque en ese momento mi preparación espiritual no me sirvió de nada, pero mi corta preparación carnal si fue efectiva, después de todo la carne es quien hace el pecado, pero no el alma por eso existe el purgatorio- Continuando con lo acontecido, luego la vi con los brazos abiertos y las piernas abiertas atada a la cama, con los ojos vendados, con moretones en varias parte de su cuerpo y me decía con voz llorona: ¿Por qué me haces esto Alberto? Tú no me tratas así… Perdóname, mi amor… Me estas haciendo daño. Yo le respondí: Recuerda que hoy no soy Alberto, Soy Fernando. Me acerque con un cuchillo, se lo coloque en la pierna izquierda, ella al sentir el frío del metal dijo con voz asustada: ¿Qué es eso?. Y grito fuertemente pidiendo ayuda, inmediatamente le tape la boca. Luego recuerdo verla con el cuello ensangrentado y vi mis manos, las cuales también estaban llenas de sangre, sentí un extraño sabor en mi boca, me pase el brazo por la boca y pude notar que mi boca también tenía sangre, fui al baño, el miedo se apodero de mi estaba lleno de sangre, volví a la cama y la vi ahí inmóvil, no lo podía creer estaba muerta, me acerque poco a poco mientras lloraba, ella era mi cielo reflejado en un cuerpo y cerré mis ojos fuertemente, orando a Dios para que eso fuera un sueño. De pronto desperté en mi oficina.
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