Los venezolanos que se quedan, los venezolanos que se van
Tomar una decisión tan trascendental como esa, no debe ser nada fácil. Sobre todo, con las historias de xenofobia que suceden en los países vecinos, lo difícil que debe ser adaptarse y conseguir trabajo, tener que hacer labores marginales y comenzar desde cero. Por otro lado, la tiranía ha insertando “malandros” “malvivientes” “lacras rojas” y mantenidos en la diáspora, para desprestigiar a los caminantes venezolanos y profundizar los odios y la intolerancia para los connacionales de bien, que han huido del comunismo.
Son miles de venezolanos, millones… que huyen buscando bienestar, tratamiento médico, seguridad y básicamente libertad y todo lo que implica la libertad. Los hemos visto caminan como hormigas, mostrando el dolor de Venezuela para el mundo, para que la humanidad sepa y no nos den la espalda, que mi país, Venezuela, es ya un territorio en guerra.
Un genocidio silencioso sigue ocurriendo en mi patria y los cómplices tienen rostros. Miles de venezolanos mueren por falta de medicinas y tratamientos médicos, miles de venezolanos desnutridos caminan con resignación por todas las calles de Venezuela, la deserción escolar es dibujada con aulas vacías sin alumnos y sin profesores. A los ciudadanos se les obliga a sacar el carnet de partido (Carnet de la Patria) para obtener los mendrugos y mantenerlos sometidos. El comunismo, disfrazado de cualquier vaina, menos de democracia, se traga mi tierra. Lo que una vez fue un país próspero, un país bonito, un país único para vivir.
En la Alemania Nazi, muchos judíos no escaparon a tiempo porque al principio, la campaña antisemita fue penetrando lentamente a la población. Se fue sembrando odio de a gotas. Haciéndole ver a los ciudadanos alemanes que los judíos eran culpables de todas las penurias económicas. Muchos no vieron los signos de la maldad, que un austriaco, un hombre que no había nacido en Alemania, tenía planeado para esas tierras, producto de resentimientos, pero los sicópatas narcisistas cautivan a las masas y esas masas se vuelven cómplices de la destrucción. El no huir a tiempo, le costó la vida a 6 millones de judíos. Otro hombre venido de otras tierras, enmafiado (sic) con otros extranjeros, han decidido destruir a Venezuela.
Una legión de “nuevos venezolanos” va quedando dentro de las casas donde antiguamente, la alegría, las algarabías, las prepotencias propias de los descendientes Caribes y los ingenios de resolver todo a punto de labia y genialidades, dominaban el alma de los hogares nuestros. Ahora todo es gris tristeza, palidez de huida, desgarres de complicidad, fetidez de los neutrales y desvaríos de aquellos que justifican sus silencios como la mejor forma de sobrevivir.
Quedan cuatro tipos de venezolanos en estos parajes:
El venezolano “yo no fui”. Son aquellos que creen que si no se meten en peo, si se mantienen neutrales, si se borran de todo escenario de confrontación, los que “ni huelen ni hieden” los que bailan al ritmo de quien pone la música, se van a mantener con vida entre los sobrevivientes. Aquí hay ex de todo tipo: ex -chavistas, ex –opositores, ex -socialistas, ex –adecos, ex – hippies, ex –comeflores, ex –guerrilleros, ex –seres humanos. Estos venezolanos renunciaron a todo, para meterse debajo de las alfombras. Si hay que salir a luchar, pues que luchen los que les gusta que los maten, si hay que salir a protestar por malos servicios, bueno ya ellos tienen lámparas, agua acumulada y se acuestan temprano para no estar en la calle. Estos venezolanos hablan mal y que jode del gobierno, pero tienen el Carnet de la patria, reciben la bolsa clap, tienen lentes de los cubanos y matan tigres con el Estado. Aquí habitan los cobardes, los apáticos y los que esperan que sean otros los que se sacrifiquen por el país. Generalmente este venezolano niega todo, incluso que haya hambre, presos políticos, desaparecidos y dictadura.
El venezolano parásito. Después de 20 años del socialismo del siglo XXI ya hay un venezolano que cree que el Gobierno le debe dar todo: comida, vivienda, trabajo, ropa, bonos, computadoras, artículos del hogar y hasta los juguetes de navidad para los chamos. Es ese pueblo mantenido como parte del culto socialista. Esas rémoras del chavismo solo tienen que mantener la lealtad con los que se apoderaron del poder. Deben votar por ellos para recibir dádivas en forma de bonos, desfilar disfrazados de rojo diablo y hacerse visible cada vez que se los pidan. Ellos conocen el poder que tienen y por eso exigen y piden que se les dé más y más y más a cambio de lealtad. Están dispuestos a cualquier juego sucio a cambio de beneficios. Son los hijos del socialismo, los inútiles rojos que pululan por las calles de mi tierra y ojo, esta gendarmería no solo pertenece a las clases populares, estos parásitos están en todas las capas sociales. Aquí están los inquisidores, los que te “sapearían” y te entregarían a las autoridades del régimen.
El venezolano guabino. Este es por excelencia el sobreviviente, el que es capaz de hacer cualquier cosa tan solo para salvar su pellejo. En la serie de sobrevivientes que dan por televisión, donde ponen a un grupo de personas en una isla para ganarse un millón de dólares, quien más resista, generalmente no ganan los más fuertes ni los más capaces. Los mejores son eliminados por peligrosos y las alianzas rastreras, los que engañan y traicionan, siempre llegan a la final. Los guabinosos son como esos sobrevivientes peligrosos, son esos venezolanos traidores que solo se tienen lealtad a ellos mismos. Se vestirán de rojo si hay que vestirse de rojo, se pondrán una gorra de siete estrellas si le dan la mano a un funcionario de la oposición, son arrechos con los arrechos, son dóciles con los dóciles, se aprovechan de todas las circunstancias. Lo más importante es salir ileso, incluso, sin un rasguño de todo este lío y pegarse a los que triunfan porque están allí, siempre mimetizándose.
El venezolano espécimen. Este es una especie rara y no tan rara de venezolanos que son ciudadanos del mundo e insignes representante de sus especialidades que la ejercen por pasión y no por dinero. Son los emprendedores, los soñadores , los que harían su trabajo dignamente en Caracas, en San Fernando de Apure o en Sri Lanka. Este venezolano seguirá en su país porque Venezuela es su lienzo y no su pintura. Vive de su trabajo que muchas veces es altamente especializado. Si salen del país, inmediatamente se engranarán exitosamente en sus especialidades artísticas, científicas, investigativa, humanitaria, comercial… porque ese venezolano crece por su trabajo y no necesita de dádivas ni de traiciones. Ese venezolano maravilloso existe, sigue trabajando en Venezuela, sigue haciendo su trabajo en otras tierras, sigue cantándole a la felicidad. Son las lámparas a seguir.
Nota adicional:
Tengo grandes amigos en otras latitudes triunfando o simplemente viviendo tranquilos formando parte de otros paisajes. Gente maravillosa que tienen derecho a una vida decente y fructífera. Veo diariamente a venezolanos, con todas las penurias de un país robado, rumbo a sus vidas… a sus trabajos y me pregunto, ¿Quiénes son?, son esos venezolanos que trabajan en tiendas, comercios, bancos, mercados, transporte, dan clases, cantan, bailan actúan… detrás de todo este drama, hay un venezolano maravilloso que va silente de un lado para otro con la esperanza por delante y el alma llena de sueños.
Me duele mi país, no comprendo a esos cómplices, llenos de verborrea que justifican la destrucción de mi tierra.
Me duele mi país… VENEZUELA.
No tengo miedo, no tendré miedo de dar mi vida por Venezuela…
Martin Niemöller, un pastor alemán encarcelado de 1937 a 1945 por el gobierno de Hitler. Escribió este poema maravilloso…
"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Rubén Darío Gil
Fuentes fotográficas:
Mi papá fue inmigrante y se vino a Venezuela después de la segunda guerra mundial y nunca pudo superar el abandonar a su familia, a sus amigos y el paisaje de su pueblo. Lo marco fuertemente. Una tragedia que viven los seres humanos y que es difícil de erradicar
Sin duda alguna excelente reportaje... Me encantaria que nos siguieras, nosotras somos hermanas venezolanas que nos negamos a dejar a nuestro país, nos negamos a dejar que el chavismo se apodere de él porque es nuestro, tratamos de ser emprendedoras y le apostamos a Venezuela porque es lo mas bello de Dios hizo
@orinoco
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