Crónicas del mago negro: El pasaje al trascender (Parte 2)

in #cervantes6 years ago (edited)


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Toma mi mano
Vayamos a rezar.
¡Oh dulce Señor! Libéranos del mal.
Creyentes en el vacío, viviendo en la oscuridad.
Se aferran a la fe
Producto del miedo a que la lluvia traerá.
¿Y qué hacer cuando yo soy la plaga?
¿Y a quien rogar cuando yo soy el segador?
Rezo esperando respuesta de la nada.
¡Que aparezca un salvador!
Dios, imploro un salvador.
Los monstruos acechan
Esperando para desgarrar tu piel.
Seres oscuros aguardan con un propósito cruel.
Perdidos en el abismo, llega el frío invierno
Que nos congela con la idea de caer al infierno.
Sujetado a la esperanza, jamás dejo de creer.
¿Y si resulto ser la aberración que te aterra?
¿Crees que me podrías algún día perdonar?
Miro al cielo temiendo por la espera.
Y dudo de que estés aquí.
¿Estoy solo aquí?
Una última plegaria
Rezo para que culmine
Mi alma que se refugie en el cielo sublime.
Aguardo el final como una respuesta.
Que expíe mis pecados que tanto me infestan
Y hacen de mí una criatura precaria.
¿Habrá oportunidad de redención?
Cuando todo lo que hecho es una maldición.
Ansiando un poco de paz se aproxime.
Al terminar esta canción.

Así llegué a la primera estancia de este tránsito. El pasillo anterior cuyo blanco resplandeciente, resultaba casi enceguecedor. Era cuestión del pasado. Llegando a un salón rodeado de obras de arte, luz de candelabros y sillas plateadas. En el centro se encontraba una gigante mesa redonda, llena de platillos suculentos y de aperitivos exóticos. No había nadie más, nadie salvo un joven hombre sentado en aquella mesa. Era yo.

Al menos era yo hace 46 años. Vestido elegante, con un porte engreído. Confiado. La joven versión de mi me miró de arriba abajo, analizando de alguna manera lo decepcionante que iba a resultar su futuro.

--- Pues debo confesar, que no esperaba verme así en lo absoluto. ---

--- De alguna manera, podría decir lo mismo. --- Sentencié.

--- Supongo que ya sabes que haces en este lugar. ----

--- Estoy en mi camino a trascender. ----

--- Evidentemente. Toma asiento. Tal vez quieras conversar un rato antes de seguir. ---

Seguí mi propio consejo y me senté frente a él. Lo mire fijamente y se aceleró a hablar primero.

--- Tal vez, desees reconsiderar el hecho de continuar al siguiente salón. ---

--- ¿Por qué habría de detenerme? Ya el ritual ha iniciado. ---

El joven Crowley sonrió.

--- Este no es un simple ritual. No se trata de una ofrenda o una invocación. Esto te está debilitando poco a poco. Puedo verlo en tus ojos. Te sientes cansado, débil. Esos gritos en tu cabeza parecen empeorar con el tiempo y créeme, a medida que avances serán peores. Esto va a consumirte ¿Para qué? ¿Para alcanzar algún estado cósmico no comprobado y ser parte del universo? Tal vez estás sobrevalorando el alcance de esta situación. ---

--- ¿Y entonces que propones? ---

--- No es casualidad que te hayas topado conmigo en tu primer pasaje hacia el trascender. Es obvio que has llegado acá por una razón. --- Dijo sirviéndose una copa de vino.

--- ¿Y esa razón cual es? ---

--- Nostalgia. Dices aborrecer tu vida mortal, pero lo haces porque sientes que no la aprovechaste de manera correcta. Es por eso que estoy acá. Para ofrecerte un trato. ---

Me crucé de brazos ante su punto. Y con un gran interés en lo que tenía para decirme le hice saber que lo escuchaba.

--- Adelante. ---

--- Quédate acá. Conmigo. Y volverás a ser joven otra vez. Todo lo que has pasado, todo lo que has padecido durante los últimos años. El asesinato de nuestro padre. El abandono de nuestra madre. Nuestro encuentro con el demonio. La corrupción de nuestras almas. Todo quedará borrado y serás libre para vivir tu Juventud como mejor te plazca. Añoras ser joven. Añoras los tiempos en que eras solo un joven estudiante y no el temible mago negro que azotaba a la humanidad con sus fechorías. Aunque vivas negándolo. Siempre soñaste con una vida normal. Y ahora que estás acá, a escasos pasos de la muerte. Lo has pensado mucho más. Acepta mi propuesta y todo habrá terminado. Para bien. ---
Sus palabras abrieron un hoyo en lo más profundo de mi alma. ¿Y si desistía de todo? ¿Y si me daba la oportunidad de abrazar mi juventud de nuevo? Aprovecharía al máximo para tener una vida plena, lejos de tanta oscuridad. De tantos arrepentimientos y pesares. ---

Cerré los ojos y por un momento, me vi diciendo que sí. Aceptando la oferta y renunciando al pasaje al trascender. Pero entonces me pregunté ¿Para qué volver a ser joven? Si algún punto de la vida, el tiempo inclemente volverá a hacerme un anciano decrépito, abandonado y enfermo que en su miseria solo espera a la muerte. Justo como yo lo soy ahora. Por muy dulce que sonaban las palabras del joven Crowley, me puse de pie y caminé hacia el final del salón. Dispuesto para continuar el pasaje.

--- Por tentadora que suene tu oferta de vuelta a la juventud, voy a pasar de ella. --- Dije dándole la espalda.

--- ¡Entonces detente! --- Exclamó.

El joven Crowley se levantó de su silla y caminó hacia mí. En aquel momento, de la puerta que me conduciría al siguiente pasaje empezó a fluir sangre que poco a poco inundaba el piso. Los gritos de dolor, las visiones y un súbito dolor de pecho llegaron a mi en aquel momento. Estaba padeciendo el infierno en mi cuerpo, como nunca lo había sentido.

--- Si quieres continuar solo hay una cosa que debes hacer. --- Dijo mientras sacaba algo de sus bolsillos.
Era un cuchillo con mango de madera. Con unas inscripciones talladas en un idioma que raramente, desconocía. Sonriendo, el joven Crowley me lo entregó en las manos.

--- Mientras yo exista en las profundidades de tu espíritu. No serás capaz de trascender. La nostalgia de lo que fuiste en tu juventud, perdurará como un lastre que te encadenará al mundo de los vivos, por siempre. Así que debes darme un final. Para que tu obtengas un comienzo, anciano. ---

Sostuve el cuchillo en mis manos, y luego alcé la vista para mirarlo directamente a los ojos. Sin decir nada. El solo seguía sonriendo con su habitual risa egocéntrica. La misma de la que fui dueño alguna vez. Me dediqué a contemplarla por unos segundos, para recordar quien fui. Algo que se había escapado de mi aquejada mente durante tanto tiempo.
Tras aquellos instantes, empuñé el cuchillo y con todas mis fuerzas se lo clavé en el pecho. Pude sentir como el metal alcanzaba su corazón. La vida poco a poco se escapaba de la mirada de aquel joven que apenas pude recordar. Solté su cuerpo y noté como el flujo de sangre que corría a través del suelo del salón se había detenido. Era hora de seguir, y de atravesar la siguiente puerta.


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El segundo salón por el que transité era oscuro en su totalidad. No podía distinguir nada de lo que se encontraba a mi alrededor. Apenas logré guiarme a través de una luz tenue color verde que iluminaba hacia el final del salón y a la siguiente puerta. Parecía tan fácil, era solo un espacio vacío en la oscuridad que debía atravesar.

Pero la dura realidad golpeó en mi al ver que justo al final del pasillo se encontraba mi hija. La pequeña Nuit Ma. De pie, envuelta sobre unos grisáceos y asquerosos tentáculos que la arropaban mientras lloraba desconsoladamente. Sobre ella se encontraba el Mismísimo Bughuul, quien me miró fijamente a los ojos esperando mi reacción ante su proceso de absorber la vida de mi primogénita.

Sin dudar, salí corriendo para intentar ayudarla. Saqué el cuchillo con el que había apuñalado en el corazón al joven Crowley y me dispuse a cortar los tentáculos para liberar a mi pequeña, pero justo en el momento en que alcé la mano con el cuchillo, pude entender. La claridad en medio de aquel salón sin luz llegaba a mi mente. Podía quedarme allí, intentando salvar a mi hija del infame sacrificio, y tal vez pudiera lograrlo. Pero no sería capaz de liberarla de mi mismo. Pues yo soy el verdadero culpable de su muerte. Así que bajé mis brazos y preferí alejarme lentamente de Nuit. Y del destino que le esperaba sobre la sombra de Bughuul, mientras este me seguía el rastro con aquella nauseabunda mirada que siempre he recordado desde el día en que asesiné a mi hija. Dándome la espalda, pretendí que no había visto nada. Fue un dolor inmenso. Uno que me atravesaba el pecho de manera inclemente. Esta vez la puñalada la recibía yo a nombre de mis pecados. A nombre del alma de Nuit.

Abrí la siguiente puerta y caminé hasta llegar a un salón dorado. Lleno de piras que iluminaban el ambiente. En los muros yacían las cabezas colgadas de cada una de las víctimas de mi sed de poder. Vírgenes sacrificadas. Hombres ajusticiados y mujeres heridas fatalmente por mis designios. Sobre el techo, un enorme lienzo que mostraba un ritual de orgías en el que yo participaba con un puñado de jóvenes elegidas para el hechizo de la carne y la sangre, el epítome del pensamiento mundano y nihilista en una obra de arte.

Al final del pasillo pude observar un trono bañado en oro y sobre el a un hombre encapuchado con una túnica negra y en la mano un cetro.

--- El tiempo no ha sido misericordioso contigo en absoluto. --- Dijo en voz alta.

Era yo de nuevo. En mi etapa ya consolidada como el “Gran Mago Negro” Este nuevo reflejo se mostraba imponente ante mi presencia.

--- Veo que has decidido con fiereza seguir adelante con tu peregrinación, anciano. Me pregunto ¿A que costo? Me imagino que ya puedes sentirlo. La fatiga, el aire yéndose de tus pulmones. Ese dolor en el pecho que te impide siquiera pensar. ¿Cómo están las voces en tu cabeza? Gritando a toda intensidad a estas alturas.

Me recosté contra la pared, empezaba a marearme y la visión me fallaba. Por unos segundos, creí que iba a desmayarme. Las voces se habían convertido en estruendos. En sonidos tan insoportables como el de un arañazo en la pizarra, constante y creciente.

--- No estás hecho para esto. Eres un hombre común al que le aguarda un deceso igual de común. Este no es tu lugar. Has batallado con mucha fortaleza interna, pero se necesita más que voluntad para llegar al final de todo esto. --- Dijo mientras bajaba del trono para acercarse a mí.

Entre el doloroso suplicio físico y mental al que era sometido en ese momento. Fui capaz de responderle al Mago Negro sus vagas sentencias.

--- ¡Farsante! Olvidas tus propios predicamentos para amilanarme. Pero no lograrás hacerlo. Eres una pobre versión de mí. Ni más ni menos. Solo un reflejo tosco y poco elaborado de mi pasado. “El poder es la capacidad de cumplir nuestra voluntad. Y la voluntad es el máximo poder sobre este universo” Ese siempre fue mi lema y el que enseñé a todo mi séquito. Esas palabras son las que me hicieron grande, y me han traído hasta acá. ---

El Mago Negro soltó una carcajada.

--- ¿Séquito? ¿Dónde está? Tus seguidores se han ido al ver lo débil que eras. Te abandonaron a tu suerte, sacaron todo el conocimiento de ti como el zumo de una fruta para luego ser desechada a la basura. Destinada a podrirse en ese pequeño asilo donde te consumes poco a poco. Dime ¿Qué se siente saber que un día tuviste todo el poder del universo en la palma de tu mano y ahora solo eres polvo a punto de ser barrido? Duele. Peor de lo que te duelen los huesos cada noche cuando eres víctima de la fiebre. Más que expulsar sangre en cada tosida de tu nefasto sistema respiratorio. Y es por eso, que sé que no vas a continuar. ---

Jadeando me erguí para responder con determinación.

--- Me subestimas. Tal vez mi cuerpo falle, tal vez el abandono y la soledad me han conducido al punto más bajo de mi vida. Pero estoy resuelto a surgir de mis cenizas, tal cual fénix para consagrarme en plena totalidad. Y tú, no eres más fuerte de lo que yo soy. Tu eres parte de esas cenizas de las cuales me levantaré. Y aquí yace tu contradicción. Que, dentro de tu juventud, has pasado ser historia, mientras que, en mi vejez, me proyecto como el futuro. ---

El Mago Negro me tomó por la camisa con un gesto de ira y mirándome a los ojos exclamó.

--- Sigue allí. Dentro de ti, la nostalgia de tu pasado te hace dudar, tu voluntad no es tan monolítica como pregonas. ---
Sonreí sarcásticamente para responder.

--- Has llegado tarde, me he desecho de la nostalgia en mi primer pasaje hacia el trascender, no solo te equivocas, mientes en adición. ---

--- Pero no es la nostalgia de tu juventud lo que percibo en tu alma. Es la nostalgia por el poder, por ser igual que yo. Por volverte a sentir todo un ícono. Una deidad terrenal, capaz de deslumbrar la mente de cientos de personas que te siguen en un objetivo que tu le has trazado. Lo sabes. Puedo notar como añoras estar sentado acá en este trono. Rodeado de poder. Justo como ahora. Puede volver a suceder, anciano. Esta es tu oportunidad. Desiste, quédate acá y juntos, volveremos a ser poderosos de nuevo. --- Me dijo mientras me sujetaba con toda su fuerza.

Guardé silencio, cerré los ojos buscando encontrarme de nuevo conmigo y poder conectar mis pasos y mis deseos de vuelta a mi tarea. Respiré profundamente para rechazar definitivamente su oferta.

--- No me interesa ser una deidad terrenal, no hay nada grandioso en la mortalidad, solo permanece para siempre lo que es capaz de deshacerse de lo mundano, de lo básico en los hombres y justamente, eres el ejemplo de lo que debo dejar atrás. ---

Sin mediar más palabras alcé mi mano para clavar el cuchillo en el pecho del Mago Negro. Deteniendo el latir de su corazón y deshaciéndome de otra parte de mi que me ataba a la intrascendencia.

El sonido en mis oídos parecía haberse calmado. La opresión en mi pecho cesó y la fatiga, así como la pérdida de visión se fueron. Dejando atrás el cuerpo del Mago. Me dispuse a continuar. Abrí la siguiente puerta, y sin un atisbo de miedo fluyendo por mis venas. Crucé.


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El próximo salón distaba mucho de ser algo surreal o macabro. Era una simple sala de estar, muy hogareña. Con flores que la decoraban y una mesa de centro modesta. Caminé un par de minutos, hasta que escuché una voz extremadamente conocida.

--- ¡Amor mío! ¡Ya estás aquí y no me había dado cuenta! ---

Era ella, mi recuerdo reprimido durante tanto tiempo. Theresa. Se acercó hacia mi y me dio un abrazo y un beso caluroso.

--- Ponte cómodo cariño. La cena estará lista pronto. --- Me dijo dándose vuelta.

Anonadado, me dejé caer sobre la silla más cercana. Contemplándola en silencio. Había olvidado lo maravillosa que lucía, lo hermosa que era. Y esa sonrisa. Que siempre me había cautivado, como el sol a la mañana. Recordé, como si se tratase de un sueño lúcido, la felicidad que sentía a su lado. Una emoción que nunca experimenté con nadie, ni en el pasado, ni en el futuro.

Absorto en mis pensamientos, reaccioné bruscamente al escuchar la voz de alguien más que me hablaba.

--- Es curioso. Incluso hasta el ser más oscuro que deambula por la tierra. Es capaz de sentir amor, solo si se dedica a escuchar su corazón de vez en cuando. ---

Dirigí mi vista hacia aquella persona, Una anciana. Con los cabellos tan grises como el mío. Vestida de blanco y con una taza de té en su mano.

No supe que decirle, solo me quedé pensando en quien podría ser. Sin embargo, la mujer prosiguió.

--- Te dije que nos volveríamos a ver Edward. Y que solo bastaría con ver nuestros ojos para reconocernos. ---

Quedé completamente atónito ante el comentario.

--- ¿Madre? ---

--- Es un gusto volver a verte, Edward. ---

--- ¿Qué te ha pasado? Luces muy… ---

--- ¿Vieja? Lo sé. Pues, no solo tu experimentas cambios, recuerda que mi forma varía respecto a los tiempos y quienes debo ver. Se podría decir que he decidido compartir tus arrugas. Tus heridas de lucha, esas marcas que han dejado en ti el único oponente que no has logrado derrotar y que se dispone a dar un zarpazo certero en tu contra. La muerte misma. En un claro manifiesto de que te he visto atravesar toda tu metamorfosis hasta llegar acá. No has estado solo. Ni siquiera ahora. ---

--- ¿Qué hacemos aquí? ---

--- Este es el último salón a transitar en tu pasaje al trascender, Edward. Todo lo que has batallado en esta travesía se reduce a este punto. --- Dijo mientras sorbía su té.

--- Pero no entiendo. He visto demonios, y reflejos de mi personalidad a lo largo del viaje. He experimentado dolor, físico y mental. En un claro ejercicio de supervivencia a la agonía. Y esto, esto es diferente. Ya no siento dolor, no hay demonios ni oscuridad cerca. Ni siquiera espectros de mi personalidad. Solo tú y Theresa. ---

--- ¿Qué quieres decirme con eso? ---

--- ¿Cuál es la tarea? ¿Qué debo hacer? No hay nada perturbador en este pasaje, nada que enfrentar. Solo es un momento. ¿Tal vez un recuerdo? ---

--- Puede ser, aunque puede que no. Y aunque te sientas muy cómodo en este sitio. Hay algo más que debes enfrentar si quieres avanzar. Estás acá sentado conmigo por una emoción que te ha acompañado desde un inicio. La nostalgia. Has ido avanzando pasillo tras pasillo enfrentando cada uno de los aspectos de tu vida que más has añorado en los últimos días. Te topaste con el joven Edward, en un claro enfrentamiento entre tus ganas de trascender contra tus añoranzas de Juventud. Luego te topaste con aquel Mago Negro, ese que me drenó la sangre una vez, debido a lo mucho que añorabas el poder que otrora tuviste. Reviviste la muerte de Nuit Ma. Como reflejo de tu culpabilidad y de lo que extrañas a tu hija. Todas aquellas añoranzas han sido desechadas de ti en este pasaje. Todas, menos una. ---

Me levanté de la silla y retrocedí a la puerta por donde entré.

--- ¡No! No pienso seguir adelante con esto. No haré lo que tiene pensado que haga. ---

Di vuelta a la manilla de la puerta para volver, pero estaba completamente cerrada.

--- No hay vuelta atrás de esto, Edward. Solo tienes dos opciones. Quedarte acá. O continuar con tu encomienda. Es un caso de dos posibilidades. Y de nuevo, hoy tienes el control para definir una de ellas. ---

--- No pienso hacerle daño. No de nuevo. ---

--- Pues entonces, parece que ya has tomado una decisión. ---

Miré hacia la cocina. Justo donde estaba, inocente de todo. Tarareaba y preparaba una cena para celebrar que había llegado. Luego vi el rostro imperturbable de Madre quien no me quitaba los ojos de encima.

--- No. No voy a continuar con esto. ---

--- Eres libre. Siempre has sido libre de tomar tus propias decisiones, si has decidido no proseguir y quedarte acá en este salón. No tienes nada que justificar. Solo debes aceptarlo. Tu mismo debes aceptar tu nueva realidad, esa que moldeas con cada decisión al traspasar las puertas y el empuñar ese cuchillo. ---

Me llevé las manos a la cabeza en señal de desesperación al no saber que debía hacer.

--- Solo hay una manera de que asegures lo que quieres. Theresa. Ven aquí. --- Llamó Madre.

--- ¿Pero qué haces? --- Pregunté en gritos.

--- Dándole final a esto. Para bien. --- Sentenció.

Theresa se acercó hacia mí, con su siempre característica sonrisa.

--- Amor. Lamento que se haya demorado la cena. Puedes tomar algo de la alacena si quieres. ---

Justo en ese momento en un impulso empuñé el cuchillo y apunté hacia ella. Su rostro había albergado una expresión de horror y desconcierto total. Madre alzaba la vista ante aquella desesperada acción.

--- ¡Amor! ¿Pero qué estás haciendo? ---

--- ¡No eres real! --- Le grité. --- Eres solo un recuerdo. Uno que ha venido hasta aquí solo para atormentarme. No eres real y debo deshacerme de ti, eres un lastre. Una cadena que me mantiene sumergido en un pozo de miseria. ---

--- ¡Claro que soy real! ¡Estoy aquí contigo! --- Exclamó.

--- ¡Silencio! Solo eres mi última prueba, una que debo completar para lograr mi tránsito al trascender. Nada más. ---
Madre interrumpió.

--- ¿Sabe Theresa por qué está aquí Edward? –

--- ¿A qué se refiere? --- Preguntó Theresa confundida.

--- ¿Sabe acaso por qué ella es tu última prueba? ¿Por qué debe terminar justamente acá? ---

No respondí nada. Solo seguía apuntando al pecho de Theresa con el cuchillo, esperando tener el valor para apuñalarla en cualquier momento.

--- Dilo Edward. --- Ordenó Madre.

--- No voy a expresar nada para darte satisfacción, anciana. Tú sabes el por qué tanto como yo. ---

--- Este es el momento más importante de tu transición Edward. La transparencia de tu alma es fundamental si no quieres perderte entre la multitud del purgatorio y la dureza de la tierra. ---

--- Edward. Cariño ¿Qué es lo que pasa? --- Preguntó Theresa temblando.

--- Mi alma no tiene nada de transparencia mujer. Soy el Mago Negro. La oscuridad ha nublado lo cristalino que pudo tener en el pasado. De nada sirve tu consejo. --- Respondí.

--- La oscuridad es un fenómeno intenso. Poderoso. Pero pasajero. Es una ley del universo que la dualidad nos domina. A cada ser del cosmos. Mortal e inmortal. Nos tambaleamos en la cuerda floja entre un extremo y el otro. Tu has caído en su regazo, pero incluso en la oscuridad del vacío, pueden surgir momentos de claridad. Así que puedes ignorarme y hacer lo que mejor te plazca. O escucharme y comprender en lo más profundo de ti, que tengo razón. --- Dijo con severidad Madre.

Envuelto en mis propias dudas y conflictos, contesté.

--- Luego de que Rose, mi esposa, me abandonara tras la muerte de Nuit Ma. Pensé que nunca podría encontrar una compañera de vida. Tuve varias amantes, sí. Y ciertas novias de turno que compartieron mi visión del séquito. Pero nada era real. Hasta que la conocí. Hasta que supe de la existencia de Theresa. Ella era el ser humano libre de maldad, era todo lo que yo nunca podría llegar a ser. Intentó por todos los medios hacer que abandonara mi eterna búsqueda por el poder, por la oscuridad. Fue la única persona que miró a los ojos, sin sentir repulsión, pánico o temor. Y fue con ella, que pude descubrir que podía ser tan vulnerable como cualquier otro. Pero me rehusé a hacerle caso, y si bien le hice creer que mis días en la magia negra habían terminado, la realidad era otra. Los seres como yo, llenos de oscuridad al máximo, solemos ser inmunes al veneno. Pero la inocencia nunca florece en este mundo, Y ella estaba destinada a derrumbarse a mi lado. Así que cuando descubrió que no pude abandonar mi vida. Cayó en una profunda depresión, su sonrisa se borró de su rostro. Su encantó se desvaneció en el aire. Hasta que ya no pudo soportarlo. Y una mañana, la encontré colgada en el patio. Y es que nunca me sentí más miserable en la vida, porque comprendí que no había demonio, ni entidad del mal capaz de hacer tanto daño, más que yo mismo. Yo seguía vivo pese a mis constantes monstruosidades, mientras que su único error, fue haberse enamorado de mí. Y eso le costó la vida. ---

--- Estar aquí puede significar el inicio de otra oportunidad para ambos. Tú y la única mujer que has amado en realidad, pueden preservarse acá y la paz de tu espíritu puede al fin ser, el oro tras el arcoíris que tanto has buscado. --- Respondió Madre.

Negué con la cabeza.

--- No. No hay posibilidad de paz si implica tener que compartirla conmigo. Por mucho que quiera estar con ella, por más que quiero quedarme acá y olvidarme de todo. Quedarme sería solo un castigo para ella, No hay posibilidad de amor, ni de paz, ni mucho menos de redención si estoy involucrado. Esta es una de las tantas razones por las que a veces me odio tanto a mi mismo. Pero no hay manera distinta de continuar. Lo lamento amor. ---

Madre se acercó a mí y en un tono muy bajo. Casi susurrando me habló.

--- Veo tu trascender en un vaivén permanente. Te debates entre la mortalidad, seguir a Lucifer. A quien viste como un maestro, hace tantos años. Pero que irónicamente nunca te enseñó nada más que dudar de ti mismo y el miedo terrible que sientes por la muerte. Temes que al final de este salón se encuentre sola. Esperando por ti para arrastrarte a las profundidades del averno. Eres una contradicción Edward, una contradicción moribunda. Te queda muy poco tiempo y mucho por hacer. ---

Experimenté una nueva forma de dolor en este pasaje. Una que no había sentido en todo este sinuoso camino. Era un dolor que venía desde lo más profundo del alma. Volver a ver a Theresa en esas circunstancias, me rompió el corazón. Al punto que las lágrimas surgían de mis ojos mientras veía fijamente a los suyos.

Theresa empezó a llorar desconsoladamente. Sin embargo, en medio de las lágrimas alcanzó a decirme.

--- Está bien amor, Tu sabes que hacer. Siempre has sabido que hacer. ---

Mis manos temblaban, mi voluntad estaba hecha pedazos y el miedo había vuelto a mí.

--- Es hora, Edward. --- Dijo Madre posando su mano sobre mi hombro.

Viré hacia Madre para decirle unas palabras finales.

--- Gracias. Por iluminar mi sendero Madre. ---


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Madre sonrió para soltar mi hombro al tiempo que yo bajaba el cuchillo, dejando de apuntar sobre el pecho de Theresa, para luego apuñalarme a mi mismo en todo el centro del pecho.

Poco a poco sentí como mi corazón dejaba de latir, mi visión pasaba a ser un gradual paisaje de color negro, sin luz. Sin nada al frente. Mi respiración se volvió lenta y entonces caí al piso de inmediato.

Madre se agachó para tomarme de la mano una vez más. Pude notar que mientras recostaba mi cabeza a su pecho, que sus lágrimas caían sobre mi rostro moribundo. Como una leve llovizna en el medio de una siesta, mis ojos empezaron a fallar. Ya no era capaz de ver el rostro de Madre, ni de Theresa. Todo era vago, todo resultaba terminal.

Sin embargo, mis oídos aún eran capaz de escuchar la voz quebrada de Madre. Quien mientras me sujetaba la mano me hablaba con una voz de calma, que solo puede recordarme a los arrullos de una mujer velando por el sueño de su hijo.

De algún modo sobreviví la noche y entré en el día. Al salvado le basta su salvación aunque no sepa el cómo.

Así tomo mi lugar entre los vivos, como alguien me escoltase, candidata al azar de la mañana pero citada con los muertos.

Luego de escuchar aquello, dejé de escuchar en absoluto. Abandonado entre la ceguera y la sordera. Mi cuerpo yacía tendido en aquel recuerdo tan doloroso. Había muerto.

O eso creía.

Abrí los ojos. Y me levanté súbitamente en un reflejo de miedo por lo desconocido de la situación. Me encontraba en una lúgubre mazmorra. Llena de estatuas de piedra de hombres y mujeres que mostraban una expresión de agonía y fatalidad. Las contemplé por un par de minutos y entonces me di cuenta de que la muerte y Lucifer me acompañaban.

--- Lo has alcanzado. --- Dijo la muerte. --- Has llegado al ultimo peldaño de esta escalera. ---

--- Y debo decirte. Que lo has hecho bien amigo. --- Respondió Lucifer con su característica imperturbable voz.

--- ¿Esto es el final? ¿Compartir una celda con desposeídos monumentos? ---

--- No. Esto es lo más lejos que muchos han llegado en este pasaje. Las estatuas que ves, son solo las desdichadas almas que fueron incapaces de continuar más allá de este calabozo. --- Dijo la muerte.

--- Y bien. ¿Qué es lo que debo hacer? ---

--- Escoger un bando. --- Respondió.

--- ¿A que te refieres? ---

--- Solo hay dos maneras de continuar al final Crowley. O entregas tu alma a mis dominios y yo me encargaré de darle el lugar que se merece. O la entregas a Lucifer. Ese es el último paso. ---

Me quedé algo sorprendido ante esa revelación.

--- No pienso entregar mi espíritu a nadie. ¿Eso es lo que esperan? ¿Todo esto se trató de una lucha entra ambos por el control de mi alma? ---

Lucifer se cruzó de brazos.

--- Un alma mortal no sabría como llegar a la trascendencia Aleister. Solo existen dos seres capaces de darte lo que quieres en este momento. Y los estás viendo ahora. Lo único que debes hacer es ceder el control de tu alma a alguno de nosotros. ---

--- No pienso ceder mi alma a ninguno de ustedes. Pueden disponer de mi cuerpo. Pero no de ella. Mi espíritu se queda conmigo. ---

--- Pobre ingenuo. --- Sonrió la muerte. --- Crees que tienes suficiente entereza para detener el orden natural que tus maestros inmortales han establecido para cada mortal. Eres interesante antiguo Mago Negro. Pero no extraordinario, esa cualidad nos pertenece solo a nosotros. Los que observamos tras bambalinas cada uno de sus despreciables actos en pos de auto destruirse. Porque eso es lo que hacen. Viven con un temor inquebrantable hacia mi llegada. Pero en realidad me necesitan. Esa sensación de temer que cada instante puede ser el final les inyecta pasión. Entereza. Carácter. Como ya te lo he dicho. Soy lo único que tienen. Lucifer solo es uno más contemplando en la lejanía. Madre está atrapada intentando ver en su rostro lo mejor que tienen. ¿Dios? A el no le interesas. --- Dijo con la voz profunda.

--- Considéralo un poco mejor Aleister. --- Continuó Lucifer. --- Es solo un pequeño precio a pagar por semejante hazaña. --- ¿No es esto lo que buscabas? ¿No era acaso la vida eterna el tesoro a encontrar en esta expedición? ¿Por qué ahora que tienes el cofre en frente decides no abrirlo? Le temes a la llave, pero no es nada en comparación a lo que puedes obtener usándola. ---

Alcé la mirada ante las palabras de Lucifer.

--- ¿Y qué me ofrecen a cambio? ¿Por qué debería elegir a uno sobre el otro? ---

--- SI vienes conmigo, te adentraré en los confines del mundo de los muertos. Para que reines con majestuosidad las almas perdidas que caen en la caverna gracias a mi hoz. Tendrás poder infinito. Serás el señor de la muerte. Tal cual Hades en la antigua religión. Serás recordado. Temido e inmortal. Todo hombre, mujer y niño condicionará su existencia ante la tuya. Poder. Crowley. Poder eterno. --- Dijo con malicia la muerte.

Luego de escucharlo miré a Lucifer.

--- Siempre he ofrecido la senda del auto descubrimiento Aleister. Si vienes conmigo tu voluntad será solo lo único que necesitarás para alcanzar lo que quieras. ¿Para que ofrecerte poder en la muerte? Es únicamente otra manera que tiene de llevarte con el y ser otra alma colectada en el inmenso río de espíritus que yace bajo sus pies y el cual solo sirve para limpiarlos. No. Yo te ofrezco el mundo entero. El poder está en cada cabeza de un mortal temeroso e inseguro. Solo debes saber extraerlo y la mejor persona para enseñarte eso soy yo mismo. ---

Caminé lentamente hacia Lucifer y respondí.

--- Tu camino parece superior al que la muerte me ofrece. Pero sigue existiendo un problema. --- Dije volteando a ver a la muerte. --- Ambos requieren entrega, sumisión. Un maestro todopoderoso que debe guiarme. Y no. He llegado muy lejos acá Señores. Solo para entender, que no los necesito. No necesito trascender en la servidumbre de alguno de ustedes. Son reyes en sus propios dominios porque han decidido serlo, sin ayuda, sin tutorías. ¿Por qué piensan que yo no puedo hacer lo mismo? Yo soy mi propio Maestro y, por lo tanto, yo rechazo por completo sus ofertas. ---

La muerte se tomó muy mal aquellas palabras y se abalanzó hacia mí de manera intimidante.

---¡Basta! No soportaré un minuto más de tus juegos. Puedes decidir o puedes pudrirte en esta mazmorra junto a todos estos pobres diablos que nos rodean y ser solo un busto más decorando la sala. Es tu problema. ---

--- Es sorprendente que este gusano colorido sea capaz de arrebatarte la paciencia. --- Dije sonriendo con una expresión burlona. --- Ese es el problema que te define. Sabes todo de los muertos. Pero desconoces por completo a los vivos. Y yo, sigo vivo. Respirando agonizante, por poco tiempo. Pero prevalezco. Y en mis instantes finales tengo la conciencia tan firme que puedo decirte que el que debe hacer lo que mejor le plazca eres tú. O inviertes tu inmortalidad en búsqueda de otras almas. O la pierdes acá intentando convencerme hasta el fin de los tiempos. No me conoces, e ignoras que he soportado el fuego, el dolor y la sangre para resurgir de mi propio ser, poderoso. Intocable. Lejos de ti. Pues sí. Soy solo un humano. Pero el humano que te ha vencido. ---

La muerte levantó la mano con ira hacia mí, pero lo detuve tomándolo con la mía. Y tras una mutua mirada de desprecio recité el epílogo de esta travesía.


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Veni in profundum inferni, noxiorum caedibus incendiis et leges contempserunt miseria sua actione. Et sustulit me in spiritu in gloria cinere. Nec tu, nec aliqua creatura mundi et iudicium custodi me quo me decet esse meruit.

La muerte parecía retorcerse de dolor ante mis palabras así que continué.

Misero quod aberit. Ut auferat tui testamentum meum servare in anima nihil est, quia mea est, et semper, et in sæcula sæculórum.
Redire ad tui oris. Tuus est dies est hodie.
Ite nunc mitte falcem tuam in ore tuo, non metes: et victima.
¡Carnifex inconforme in vacuo movebitur!
¡Carnifex inconforme in vacuo movebitur!
¡Carnifex inconforme in vacuo movebitur!

Se escucho un estruendoso grito. La muerte abrió la boca en señal clara de sufrimiento. Se encorvó y pronto, todo su cuerpo empezó a tornarse de piedra. Al punto de convertirse gradualmente en otra estatua más que rodeaba el sin final espacio de la mazmorra. Había vencido a la muerte misma.

--- Óbito. Perecer es tu destino. ---

Solo permanecíamos Lucifer y yo en la mazmorra y tras un breve silencio me dirigí a él.

--- Ahora supongo que tu intentarás llevarme. ---

Lucifer rio y bajó la cabeza.

--- No te podré negar Aleister, que estuve tentado en más de una ocasión en añadirte a lo que puedo considerar mis trofeos. Siempre existió ese pensamiento en mí. Como un depredador que acecha a su presa, pero duda de correr hacia ella. No he sido completamente honesto contigo. Torciendo unas cuantas líneas de tu guion. Difuminando ciertas áreas. Pero llegado el momento, me ha parecido un despropósito seguir adelante. ---

--- ¿Y qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión? ---

--- Curiosidad. Siempre sentí curiosidad por ti desde que nos conocimos hace tantos años. Sabía de alguna manera. Que no estaba conversando con un humano corriente. Había más dentro de ti. Y pese a haberte advertido que tus motivaciones solo llevaban a un camino, igual continuaste. Todo parecía atenerse a lo que había visto y escuchado de tantos a lo largo de los milenios, pero entonces ocurre esto. ---

--- ¿Qué cosa? ---

--- Aleister Crowley. La bestia. El ser humano más perverso del mundo. Parricida. El gran Mago Negro. Al final de su pasaje al trascender fue capaz de deshacerse de su amor al poder y su ensueño a la juventud eterna. Pero no pudo hacer lo mismo con el recuerdo de la única mujer que ha amado en su vida. ---

Ahora yo era quien bajaba la mirada.

--- Tal vez, Madre tenga razón después de todo. Tal vez hasta el ser más oscuro que deambula por la tierra. Es capaz de sentir amor, solo si se dedica a escuchar su corazón de vez en cuando. Es una lástima que los seres inmortales carezcamos de uno y solo nos quede imaginar como sería. Tal vez Dios no esté tan equivocado y el amor sea una emoción humana genuina y no una justificación creada por ustedes para ocultar su oscuridad interna. --- Aseguró Lucifer.

--- Me he topado con muchas deidades y seres ancestrales en mi trayecto de vida. Dios nunca ha estado allí. La muerte tiene razón, es una paradoja. ---

--- Y aun así los ha definido en su totalidad. Los padres ausentes suelen generar eso. Es posible que no sea la excepción. Los creyentes aseguran que él es la representación del amor. Y lo que tu has hecho hoy en cierta forma ha sido una declaración de amor a la memoria de Theresa. Puede que haya estado cerca y nunca lo notaste. ---

--- Y tu que lo conoces. ¿Cómo luce entonces un Dios así? --- Pregunté cruzándome de brazos.

--- Un rostro lleno de dudas, pero también de determinación. Un rostro golpeado por la realidad, pero que ha sabido mantenerse en la ilusión. Un rostro que quizás, me recuerde justo al que veo ahora. --- Dijo mientras me miraba fijamente.

Intenté seguir conversando con él. Pero los muros de la mazmorra colapsaron. Las estatuas de los condenados se volvieron polvo y Lucifer solo se desvaneció de mi vista. Quedando en el medio de un enorme pasillo blanco, como donde inicio todo el pasaje al trascender. Salvo que esta vez, no había puerta roja.

Abrí los ojos, desconcertado. Solo podía sentir que me tomaban de la mano. Al alzar la mirada pude notar que se trataba de la enfermera del refugio, la cual se encontraba tomándome la temperatura y dándome un vaso de agua.

--- Pasó una difícil noche, Señor Crowley, la fiebre alcanzó niveles preocupantes. Verlo reaccionar es todo un milagro. --- Me dijo mientras me soltaba.

--- ¿Qué hora es? --- Pregunté completamente confundido.

--- Son las siete de la mañana del lunes. 01 de diciembre. --- Me respondió mientras cerraba las cortinas ante la amenaza de lluvia causada por fuertes truenos.

Miré hacia mi derecha, y noté como Lucifer y Madre se encontraban parados a mi alrededor, viendo mi lecho de manera ininterrumpida. La enfermera no podía notar sus presencias, ellos solo guardaron silencio y me dieron un saludo asintiendo.

Acto seguido la puerta de mi habitación se abrió de par en par y se mostró ante mí un resplandor de luz como nunca había contemplado en mi vida. No creí que fuese posible que algo pudiese iluminar con tanto fulgor aquel espacio lúgubre que se había convertido en mi hogar por tantas semanas. Con la mirada perdida hacia la puerta, me entregué a la belleza de aquel destello. Madre y Lucifer voltearon a mirar y poco a poco esa luz fue desvaneciéndolos de mi vista. La enfermera, ignorante de lo que estaba ocurriendo solo se limitó a preguntarme.

--- ¿Está bien Señor Crowley? ---

Yo embelesado ante semejante espectáculo respondí tartamudeando.

--- Sí. Solo estoy perplejo. --- Mientras el brillo intenso daba lugar a la inevitable ceguera que selló mi vista de inmediato e irremediablemente.

Y así hemos llegado. El final de la línea, la última gota de tinta en el pergamino. El término de lo infinito. El inicio de lo desconocido.

Así que esto era la trascendencia. Así que esto era el oro al final del arcoíris.

Me gustaría seguir escribiendo acerca de lo que he descubierto. Pero trágicamente, ya no siento mis manos.

Me gustaría conversar con ustedes de lo que viene ahora, pero ya no sé si sigo aquí….

No.

Definitivamente ya no estoy aquí….

Aleister Crowley.

"Cada año, al resplandor nostálgico del otoño, las aves remontan el vuelo sobre un océano desierto, trinando y gorjeando con prisa jubilosa por arribar a una tierra clavada en su memoria. Grandes jardines colgantes donde se abren flores de vivos colores, hileras de mangos de gusto delicioso y arboledas que forman templos sobre frescos senderos... todo esto les revelan sus vagos sueños. Buscan en el mar vestigios de su antigua costa, y la alta ciudad blanca, erizada de torres... Pero sólo las aguas vacías se extienden ante ellos, entonces dan media vuelta una vez más. Y mientras tanto, hundidas en un abismo infestado de extraños pólipos, las viejas torres añoran su canto perdido y recordado”

Howard Phillips Lovecraft “Nostalgia” (1890-1937)


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