Abrazo infinito

Mi ciudad natal contempla, sin que yo lo sepa, miles de hojas, casi secas, destinadas a ser acaparadas por un cíclope zapato, muriendo con crepitares de agonía. Ya son las diez de la mañana y en algún lugar, más precisamente en un hospital, estoy por salir para no ser una hoja de estas. No lo sé, creo que será difícil. Pero si este cuento me llega y es leído dos horas después de haber nacido, las cosas pueden ir mejor. Lo primero será saber que no soy una hoja, luego que no existen cuatro estaciones respecto de las cuales dependa fatalmente. Bien, creo el paso siguiente es comprender por qué pueden caer las hojas de un árbol madre. Eso de caerse, de desprenderse debe tener una mejor explicación, eso creo... Con esto me quedaré. Veré si puedo explicarlo. Pienso en mi situación: mi madre es un gran árbol y yo soy una hoja de ese árbol, pienso es voz alta... Pero no. La hoja es el árbol, por lo tanto yo sería otro árbol, parecido a una hoja pero árbol al fin y al cabo. Entonces yo nunca caeré de ella, mi madre, porque no dejan caer a su creación. Puede ser, también, razonable pensar que sus hojas caen a causa de una renovación para luego tener hojas nuevas... Pero no, estas van al suelo por el castigo de esta vida que pone a merced a muchas vidas y muchas hojas. Si yo soy otro es porque habremos evolucionado al punto de ser hijo en forma independiente, sin ser la parte final de una rama. La rama se merece otra reflexión, disculpas para ellas. Pero bien, debo decir que en la historia se pasan por miles de vicisitudes, nacer, crecer, llegar a ser niños, adolescentes y más tarde adultos es una cosa absolutamente común. Todos vamos por ahí de alguna u otra forma. Ahí está! las formas! eso hay que revisar. Por ejemplo, debemos tener en cuenta cual es la raíz de mi árbol madre. Vaya tarea, en donde nos podemos encontrar con una infinidad de cuestiones que puedan dilucidar preguntas interesantes. Las formas de esas historias y la forma que adopto la raíz a partir de ellas, es para entender quien soy, quien seré y quien pude haber sido. Si, creo que vamos bien. Sigamos. Por todo lo que sé, voy a arriesgarme a decir que el grito de estas cuestiones nos ha empujado a ser otra individualidad, separados. Cada uno de nosotros va por otro carril. Enseguida se me ocurre una contestación: me parece que no es así. Yo podre ser otra cosa diferente a lo que me da vida, pero voy por el mismo carril, de alguna manera. Tal vez, si me lo propongo, puedo ir por otro, pero eso sí que es difícil... Pero no deja de ser una misión existencial fabulosa! Ahora, como sigue esto? Parece que soy una hoja... cuando caeré? quienes me pisarán? Y si caigo pero no toco el suelo? No! Otra vez yo no soy una hoja, y eso es indiscutible. Soy otro árbol que está determinado por la historia de mi madre y creceré con similitudes si no cambian algunas cosas. Así las cosas, voy ser este árbol con mis propias hojas y estas hojas son las que se caerán, y con eso, quizás, me estaré cayendo yo. Tengo que saber todo esto. Que soy otro y que puedo ser otro, que mis hojas, son mías y yo decido si caen y, cuando caigan, de qué manera lo harán, será dificultoso aprenderlo pero será lo mejor. Tal vez, de vez en cuando, con un abrazo maternal se caigan mis hojas mas lindas, las que tienen que caer, pero eso será porque hay un motivo universal por el cual todas deben ir al aire, viajando por el infinito. A veces pienso en la imagen de ese abrazo cuando veo hojas voladoras y en ese momento me olvido de todo y soy una hoja junto a mi hermosa madre.