Fe Extrema
EL PODER DE LA EXPECTATIVA
En los años recientes, el señor ha abierto puertas maravillosas de ministerios en numerosas partes del mundo y especialmente en Sur América. Lo que me impresiona acerca de las personas de esta región es su fe pura y ferviente. No hay “Dios podría trabajar maravillas”, o “Es posible que el todopoderoso escuche mi oración.” Siempre es, “ El Señor responderá cuando le llame.”
ELLOS NO RECONOCIERON A JESÚS
Yo estoy firmemente convencido que si nosotros tomamos a Dios por su palabra, nuestras incertidumbres serán transformadas en creencias.
Justo después de la resurrección, dos de los discípulos estaban caminando por la carretera a Emaús, cerca de siete millas de Jerusalén. Ellos estaban discutiendo acerca de la muerte de Jesús y los rumores de su resurrección. Mientras profundizaban en la conversación, el señor mismo se apareció y empezó a caminar con ellos, pero ellos no lo reconocieron. En ese momento, la fe de ellos era tan débil, que apenas podían creer las noticias circulando que El había salido de su tumba.
Estos eran los mismos discípulos escogidos que habían visto a Jesús levantar muertos y alimentar a los 5.000. Sin embargo, en este momento, la fe de ellos no se extendía mas allá de la crucifixión y el entierro de su amado Señor.
Parecía que los tres años de trabajar juntos en ministerio no eran lo suficiente para sostenerlos. ¿Como podrían estos hombres evangelizar al mundo si ellos no creían que Cristo se había levantado de su tumba?
Mi amigo, Jesús no falló, ni tampoco los discípulos. Fue la fe deficiente que los defraudó.
Mientras viajaban juntos, Jesús habló sobre la debilidad de la fe de ellos. El dijo, “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” (Lucas: 24–25).
Entonces el les recordó lo que los profetas habían dicho acerca de el. Pero aun así, la fe de ellos no fue revivida. Cuando los discípulos llegaron al lugar donde ellos se estaban quedando, ellos invitaron a este hombre a pasar la noche con ellos sin saber quien era. Sin embargo, “Cuando el estaba en la mesa con ellos, El tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio a ellos. Luego sus ojos fueron abiertos y lo reconocieron” (v. 30–31).
Yo creo que mientras el extendió su brazo para darles el pan, ellos pudieron ver las cicatrices se los clavos en sus manos.
Fuente: Libro “fe extrema”- Autor: Rick Thomas.