Sobre el miedo de pensar

in #filosofia5 years ago

Una de las características propias de las que se vanagloria el ser humano es su raciocinio. "Somos animales pensantes" es una frase bastante repetida y también con frecuencia se compara la inteligencia de ciertos animales desarrollados con la capacidad intelectual de los hombres, con la evidente ventaja para estos últimos. Entonces, en teoría, somos seres pensantes; pero, en la práctica, ¿es así?

Hace cuatro siglos que René Descartes pronunció su célebre cogito ergo sum: pienso, luego existo, colocando como principio existencial del hombre, el pensar. Pero la elevación de la actividad pensante se refiere a la reflexión sobre el entorno y sobre lo interno. Muchos piensan que cuando caminamos por la calle, ejecutamos una tarea o conducimos un auto, estamos pensando; como si cualquier idea o instinto que se cruza por nuestra mente puede ser catalogado como pensamiento. No sé cómo se considera desde el punto de vista neurológico, pero desde la óptica cartesiana eso no es pensar. Lo que Descartes mencionó, tiene que ver con la reflexión profunda sobre los temas capitales que rodean nuestra existencia; es lo que se conoce como filosofar. El mismo filósofo dijo "Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás". De allí, aquel cogito ergo sum tan famoso.

Pero, ¿cuántos de nosotros pensamos realmente? ¿cuántos de nosotros reflexionamos sobre esas cosas esenciales y sin embargo esquivas? Muy pocos. En una época y un mundo que se ha revelado como el pináculo del entretenimiento, el hombre se encuentra adormecido por la fiesta de los sentidos y su raciocinio, aletargado por la comodidad de su cuerpo. Una gran cantidad de personas, la mayoría, vive por y para entretenerse, que no es otra cosa que distraerse de lo esencial. Queremos comer platos deliciosos, vestir ropa de marca, ver series de televisión, películas de acción, queremos ir a las discos, a los bares, jugar juegos de video, ir a partidos de fútbol (o ver el fútbol en casa), tener relaciones sexuales casuales y en abundancia... la sociedad y el mundo que hemos construido nos bombardea con somníferos de lo racionas y a nosotros nos encanta; muchas veces decimos "Yo sólo quiero vivir mi vida", como si nuestra ambición máxima fuera el placer de los sentidos. Juzgando esa actitud con la óptica de Descartes, vivimos ciegos. Y disfrutamos nuestra ceguera.

¿Por qué no pensamos? ¿por qué miramos mal al que lo hace? Hagan una prueba. En medio de un grupo de personas, familiares, amigos, o simples desconocidos, introduzcan un tema de reflexión como el tiempo, la felicidad, el sentido de la vida, alguno de esos. Lo más probable es que obtengan miradas desaprobatorias o sean completamente ignorados, aunque no descarten la posibilidad de recibir alguna sentencia religiosa. Y si el tema es la muerte, peor. A las personas no les gusta pensar en la muerte y mucho menos hablar de ella. Somos seres mortales y por tanto todo lo que hacemos está condicionados por nuestra mortalidad; de allí nuestra transitoriedad, nuestro desarrollo biológico, nuestra fragilidad y tantas otras cosas... pero no nos gusta pensar en eso. Supuestamente porque sabemos que vamos a morir y no hay mucho más que pensar, pero ¿en verdad lo sabemos? ¿hemos entendido lo que eso significa? ¿nos hemos tomado el tiempo para pensar en eso?

Y ¿por qué no pensamos? ¿por qué evitamos estos temas que deberían ser nuestro motivo principal de continua reflexión? Porque tenemos miedo. La ignorancia da una seguridad que el conocimiento y la auto reflexión destruyen. El hombre prefiere no saber que no sabe. Por eso se deja adormecer en el entretenimiento y los placeres, porque es cómodo, ¿para qué reflexionar sobre mi condición mortal si puedo tomarme una cerveza viendo un juego de pelota? ¿para qué pensar en el paso del tiempo, la dimensión temporal de los recuerdos, los límites del amor, si nada de eso se come ni me lo pongo encima? Así parece funcionar la retórica de la mayoría. ¿Eres tú parte de esta mayoría? ¿tienes miedo de pensar? Te invito a que comiences a reflexionar sobre las cosas que te rodean y lo que llevas dentro de ti. Lee, medita, conversa, escribe, piensa. Ese es el camino para el auto conocimiento y es algo que nadie más puede hacer por ti. Sócrates dijo "No puedo enseñar nada a nadie. Solo puedo hacerles pensar". No sé si yo pueda hacerte pensar, pero es lo que, hoy, quiero intentar.

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