Saludos a todos los que hacen vida en esta distinguida comunidad. Una vez más me uno al reto de escribir, a partir de obras pictóricas. Para esta edición la invitada fue Zinaida Serebriakova, y la obra que escogí fue "Retrato de Lola Braz" (1910)

Yo había decidido no pintar más, mis primeros recuerdos no son con un juguete como cualquier niño: una cometa, canicas, un tren, una bicicleta, no, todos mis recuerdos de infancia y adolescencia son con un pincel, un lienzo y pinturas; es que mi madre quería que yo fuera un gran pintor, la celebridad que ella quiso ser. Fue tanta la intensidad que mi madre puso en eso de yo fuera un "Leonardo" que me hizo odiar la pintura:

-Vengan para que vean la última obra de Pol -le decía a todos los invitados a la casa -casi llorando de emoción, mientras todos miraban con gesto de aprobación, disimulando el aburrimiento.

Entré a la escuela de Arte con dieciséis años, y ya a los diecinueve me había cambiado para Letras, no tan solo para contradecir a mamá, sino que también tenía facilidad para las letras y la música.

Claro que eso me costó que me echaran de la casa, junto con mi morral y la famosa frase: "Si quieres hacer lo que tu voluntad, entonces tienes que hacerte cargo de tus gastos".

Así fue como tomé mi morral, y emprendí mi camino con la idea de recorrer el mundo. Pero el morral que me traje también me lo arregló ella, y adentro puso mis pinceles, ella no era de las que se dan por vencida tan fácilmente.

Cuando dije que había pensado no pintar más, me refería a no pintar con el sueño de grandeza, ese de hacer la gran cosa para la posteridad, ese sueño a lo Aquiles, que mi madre me quería inculcar; ahora hacía retratos para ganarme algún dinero y continuar mi camino de pueblo en pueblo, una aventura allá, un amor a lo "Farowel de Neruda", unas cervezas, una botella de vino, una posada, y otras veredas, otra luz.

Lo que nunca me imaginé era que mis retratos se hiciera famosos; todo el mundo hablaba de los retratos de Pol, pero casi nadie sabía quién era yo, porque cuando trataban de ubicarme ya yo me había ido de ese pueblo, por eso cuando tocaron a la puerta de aquella buhardilla, de aquel alejado pueblo porteño, lo primero que me extrañó fue escuchar una voz de mujer, después de tres "Tan, tan, tan"muy fuertes en mi puerta:

-Señor Pol, me puede abrir un momento, por favor.

Me paré malhumorado por la resaca de la noche anterior, me puse una bata, abrí la puerta y se abrió la puerta del cielo: dos ojos grandes como el deseo de grandeza al que siempre le huí me miraban, me abrazaban, me sonreían.

-Me llamo Loalwa Braz -me dijo en un francés con tono portugués.

Yo retrocedí asustado, no entendía por qué, yo no era tímido con las mujeres, pero esa mirada y esa boca perfecta me dejaban sin palabras, sin aliento.

-Pero, ¿puedo pasar señor Pol? me dijo con sensualidad y muchísimo respeto.

-Claro -le dije sacando fuerzas no sé de dónde -siéntese usted , por favor.

La pinté en una sola noche, no tomé, no fumé, no comí, solo la miré y la pinté, o alguien la pintó por mí; inclinada en la cama, como "Miranda en la Carraca", el cuadro de Michelena, que tanto imité cuando niño, con esa pasión que mi madre me pedía y que nunca entendí.

Loalwa vino al otra día a ver los avances de su retrato y yo no había podido dormir; no nos dijimos nada, solo nos entregamos a ese sentimiento y deseo que surgió como un estallido predestinado para los dos.

Ella llegó a mí gracias a una bailarina a la que yo le había hecho un retrato en una taberna, resultó ser luego una de las figuras del cuerpo de baile que la acompañaba en sus giras como cantante; le gustó tanto mi trabajo, que no paró hasta encontrar al tal Pol.

Tapamos el retrato para dejarlo reposar, y entregarnos al amor, sin saber, que esa sería la última vez que ella lo viera.

Yo asistía a sus presentaciones, la idea era que siguiera en su gira y que yo continuara pintando.

Esa noche sus ojos brillaban más profundos y grandes, retoqué los botones de su chaqueta, y los mechones de cabellos que caían en su frente, ella insistió
en ver el cuadro y le dije que nos, que aún faltaba la boca, la cual me parecía imposible de terminar.

Y se fue al hotel en su vehículo. Llegando al hotel unos ladrones, muchachos aún, trataron de robarla, pero ella hizo resistencia y la mataron a golpes, luego la llevaron de nuevo a su vehículo, y lo incendiaron con ella adentro.

Yo regresé a mi casa sin decir nada, sin preguntar nada, sin pedir permiso, como si regresara de mi clase de arte de la universidad, mamá tampoco dijo nada.

Al otro día mamá entró a mi habitación, sacó el cuadro, lo mandó a montar, y lo llevó orgullosa al primer concurso de pintura que se realizaría en San Petesburgo, en homenaje a Iliá Repin. El jurado elogió la obra y la dio como ganadora. Lo supe por la alegría de mamá, que decía: "Pol es el mejor artista del mundo".

Yo no pinté más, ni salí más de mi casa.

Fin

Invito a mis amigos @dove11, @wakeupkitty y @inspiracion. Aquí la información