Hoy estamos de felinos, tenemos un reencuentro fotográfico con esas criaturas tan hermosas, tan inteligentes, tan cautelosas como lo son los gatos. Me parecen unas de las mejores mascotas para compartir la vida en los momentos de tranquilidad y silencio de la casa, cuando se lee un buen libro y se degusta una rica taza de té, de café. Por eso, por ese amor que les tengo, hoy comparto con ustedes esta foto que tomé en la mañana, cuando los gaticos están tranquilos y reposan de su desayuno en la biblioteca.

En ese instante, cuando lees el libro que te apasiona y estás más concentrada en la lectura vienen los gaticos y se te acercan, se te quedan mirando fijamente, casi que quieren hablarte y así, sin más, te saltan rápidamente, dan unas cuantas vueltas sobre tus piernas, se acercan a tu pecho, hacen un lugar para ellos y si pueden se sientan sobre el libro que lees. Una se diría: Qué descaro! Sin embargo, ese momento es maravilloso, ya que ellos son así, y de alguna forma se hacen parte de esa lectura que realizas con tanto gusto.

Allí, apartas el libro, y te dedicas a acariciarlos, con delicadeza les tocas sus orejitas, sus bigotes, les pasas la mano por el lomo, les tocas las patitas (si se dejan, hay algunos que no lo permiten) y así pasan los minutos. Los gaticos entonces en retribución a tu cariño te posan sus paticas sobre tus mejillas y con las almohadillas aterciopeladas de sus dedos también te acarician delicadamente y ronronean un rato sobre tu pecho, como pidiendo más cariño. Al cabo de un rato, los gatitos se retiran, ya consiguieron el amor que buscaban y se bajan de tus piernas. Es el momento de retomar la lectura.