Salimos a pescar ya tarde en la noche, no hicimos caso de las sugerencias de los mayores. Ellos siempre tienen la razón pero nuestro ímpetu juvenil nos daría una gran lección a nuestra desobediencia.

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Cargamos nuestra nave con las proviciones necesarias para hacer una noche de pesca exitosa. La vida nos tendría otra sorpresa ya estando en alta mar.

El tiempo se veía claro y despejado al salir de casa. Al contrario de lo que nuestros familiares y amigos nos señalaban. Algo así como que esos cielos no eran de noches tranquilas sino por el contrario de una noche inesperada.

Tal y como lo dijeron, así fue. Salimos con un mar calmado, el oleaje era imperceptible. La nave tenía su balanceo suave, adormecedor, sin apuros ni contratiempos. Nos alejamos cada vez más en la proximidad de la costa para ir a parar donde ciertamente en otra oportunidad habíamos reconocido una fuente enorme de hermosos cardúmenes de bacalao.

Nuestra mente se invadió de una alegría enorme, las endorfinas se estimularon a tal punto que, la adrenalina no dejaba de incrementarse mientas nos acercábamos a nuestro punto de encuentro con la zona enmarcada de nuestro gran tesoro.

Algunas millas antes de llegar a la zona, la nave comenzó a tambalearse de repente. Era una sensación extraña la que mi cuerpo empezó a sentir. Era altamar, estábamos alejados de la costa y la nave se hacía sentir como si nos topamos con arrecifes de arena. Pasamos ese lugar con incredulidad, ya que antes no sentimos eso al pasar por el área.

Volví a revisar mis notas y el radar me indicaba la zona ya conocida… pero algo pasaba por mi mente. No logré apreciar porqué me invadía una sensación de incertiduble. La adrenalina en mi cuerpo fue cambiando a medida que la nave en varias oportunidades se encontró con el mismo vaivén extraño, algo golpeaba la nave por debajo.

De repente las nubes se fueron agolpando en el cielo, las olas comenzarón a subir de nivel y se alzaron embistiendo con fuerza la nave. Ella era golpeada de un lado y del otro, las olas parecían venir de acá y de allá. No había diferencias entre el barlovento y el sotavento. Todo el cielo se ennegreció y se formó una turbulencia que nos arrastraba hacia otro extremo diferente al de nuestros planes.

Por un momento me dí cuenta que lo que sentimos debajo en la nave eran los cardúmenes de peces huyendo del mal tiempo, chocando con la turbulencia del mar que se aventaba y el fondo de la nave. Pensé que debí haberle hecho caso a mis padres y amigos cuando nos rogaron no salir con una noche de cielo que les vaticinaba malos augurios.

Ya estamos en medio de la turbulencia, queda seguir nuestros instintos y cambiar lo más prudentemente posible de rumbo. Abandonar la idea de ir hacia la zona elegida para salir de un destino incierto por los momentos.

Las velas eran azotadas cruelmente, debimos apagar algunas velas para que el azote del viento no las arrancara. También era contraproducente tenerlas abajo por mucho tiempo pues quedaríamos al descubierto por horas.

Del mar surgieron olas impetuosas, tan altas como el tamaño de nuestra nave. Los sonidos del mar eran tan estruendosos que parecía que manteníamos una guerra con la naturaleza. Los daños fueron muchos aunque no totales. Así fue como pudimos salir de esa tormenta.

Salimos del fuerte clima, revisamos los daños y seguimos de espalda a la turbulencia. Los peces nunca aparecieron, se habían marchado antes de nuestra llegada. Salimos de la zona inclemente, desplegamos las velas y reparamos los daños que pudimos mientras estamos en alta mar. Nos cansamos de buscar el área señalada en nuestros mapas y solo nos dimos cuenta que la zona señalada era la zona donde el clima nos embistió.

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No era el día ideal para buscar ese tesoro así que regresamos a casa, sin nada de pesca pero con la certeza que la próxima vez oiríamos a nuestros mayores y que regresaríamos a buscar ese enorme tesoro cuando las inclemencias del mar nos lo regalaran con buen clima.

Hasta aquí mi interpretación del cuadro “Mar tempestuoso en la noche” que nos ha traído el concurso Arte y escritura #93 en la comunidad @venezolanossteem con el patrocínio de @solperez.

Invito a participar a los amigos @haidee @quiaratiby y @sariana23, con el siguiente enlace