En dónde
se extraviaron los días
cuando soñar no pesaba,
dónde el miedo no dolía
y mis pasos sí avanzaban
cada vez siempre
dando vueltas al sol.

Alguna vez
emulé ser
este ser que soy
y quise con todas mis fuerzas
crecer y crecer,
para vestirme de adulto,
de alguien que podía
llegar tarde, mandar a otros,
tener canas, dinero
y sobre todo altitud
de tamaño, de estrato.

La niñez de mi historia
fue bonita y tierna,
cada día los ojos
con océanos de esperanza,
la voz diminuta de sonido
y el cabello lleno de abundancia,
hallaban prestancia
para verme colorido.

Grata juventud
¿dónde has ido?
De pronto,
sin darnos cuenta,
nos apuramos en estirarnos,
en desear ser hombres y mujeres
en dejar de ser infantes
o en terminar siendo
más sabios.

En algún momento
se detendrán
los centímetros
que nos elevan del piso,
y la sangre hará efervescencia
para revolvernos la esencia
y los sentidos.

Dejaremos de ser niños
tras las hormonas en viaje,
luego que aflora la voz,
los rasgos, el pavor,
el peso, los besos
los abrazos y los ratos
donde convergemos
volviendo al futuro,
presente.

He crecido
de repente,
he vivido, fallado, triunfado,
en ser alguien
que siendo grande
quiere volver
a ser
niño.

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