Pintura y literatura #59: El kimono de la geisha
El kimono de la geisha
Desde muy niña Yuruki había admirado aquel kimono. Cada tanto su madre lo sacaba de la caja de terciopelo y lo tendía en la cama. Entonces Yuruki le pasaba los dedos pequeños de forma delicada, como si tocara el más delicado de los pétalos o la joya más costosa del reino.
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_"¿Cuándo podré ponérmelo?", preguntaba Yaruki a su madre y ésta le acariciaba el pelo y la consolaba diciéndole: "Pronto llegará la hora, no te apresures." Aquel Kimono había sido de la abuela de Yaruki, quien había sido una de las más famosas geishas de la comarca.o0o
Y el tiempo había pasado y Yaruki se había convertido en una dama elegante , conocedora del té, el arte, la danza y la música. Con dedos temblorosos tomó la prenda y se la puso. Acomodó cada pliegue de tela, el obi multicolor y la yukata. Al ponérselo sintió no solo el peso del traje, también el peso de la sangre, el donaire de un apellido, el orgullo y el compromiso con su abuela.
_"¿Cuándo podré ponérmelo?", preguntaba Yaruki a su madre y ésta le acariciaba el pelo y la consolaba diciéndole: "Pronto llegará la hora, no te apresures." Aquel Kimono había sido de la abuela de Yaruki, quien había sido una de las más famosas geishas de la comarca.
Y el tiempo había pasado y Yaruki se había convertido en una dama elegante , conocedora del té, el arte, la danza y la música. Con dedos temblorosos tomó la prenda y se la puso. Acomodó cada pliegue de tela, el obi multicolor y la yukata. Al ponérselo sintió no solo el peso del traje, también el peso de la sangre, el donaire de un apellido, el orgullo y el compromiso con su abuela.