Concurso de Arte y Escritura #92

Vida campesina
Sentada delante de su nueva máquina de corte y costura, Jasmín se puso a pensar en su antigua vida en el campo.

Sus padres y sus tíos eran obreros agrícolas. Habían sido obreros agrícolas a lo largo de toda su vida. Flor, la hermana mayor de Jasmín, trabajaba también en el campo, pues no quiso estudiar más allá de las escuelas compulsorias. A sus dos primas les iba igual que a su hermana. Flor y sus primas solo pensaban en casarse bien para dejar esa vida muy dura. En efecto, quienes no eran propietarios de por lo menos unas parcelas agrícolas, por pequeñas que fuesen, sufrían mucho. Los dueños de fincas les pagaban muy poco y los trataban mal. Normalmente, los hijos de obreros agrícolas se volvían obreros agrícolas como sus padres y así seguían las cosas a lo largo de generaciones. Pero Jasmín no quería esa vida para sí. Y, sobre todo, no quería tener hijos que sufrieran por el mismo destino. Soñaba con convertirse en bordadora y con eso cambiar de vida, pero el curso salía demasiado caro y sus padres no podían pagárselo. Siendo así, Jasmín reemplazó su sueño con otro. En la aldea que rodeaba los campos había sastres. Ellos tenían la costumbre de enseñar gratis el oficio de su artesanía a cambio de tareas domésticas y en la cocina. Jasmín se puso de acuerdo con la más anciana de los sastres, también maestra de corte y costura, que contaba con más experiencia que todos los demás. Con ella, Jasmín estaba segura de aprender las artes más finas del oficio. Trabajaba muy duro en las tareas domésticas y en la cocina, pues ya la viejita no lograba dar cuenta de casi nada en su casa y si no fuera por sus aprendices, por cierto se le habría desmoronado la vivienda. En cambio, su atelier resultaba el más exitoso de todas las aldeas de los alrededores. Hasta recibía encargos desde la ciudad.
Una vez aprendido todo el oficio, Jasmín se puso de buena gana a trabajar duro otra vez, para conseguir el título de maestra de corte y costura también. Para reunir el dinero necesario a rendir la prueba, que solo tenía lugar en la ciudad, aceptó un trabajo de mesera en el único hotel y restaurante que había en su aldea, como aún no le encargaban nada de costura.
—Te estás matando por nada —, le decía Flor, su hermana. —¿Por qué no aceptás al hijo del dueño del hotel? Es muy rico y te va a dar una buena vida.
Pero Jasmín no quería depender de ningún hombre para salir adelante. Ni rico ni pobre.
Menos aún del hijo del dueño del hotel donde trabajaba, un pibe arrogante y soberbio que le habría cortado las alas, impidiéndole de trabajar y así de mantener su independencia económica. Acabó entonces por salirse del trabajo, en cuanto ese empezó a acosarla. Jasmín sabía que ponerle una queja junto a la delegación no daría resultados. La policía hacía caso omiso de las quejas puestas por los pobres en contra de gente rica y poderosa. Por eso prefirió quedarse sin el trabajo para huir del acoso. Paciencia. Me contentaré con ser sastre, si no puedo ser maestra, pensó la pobre mina.
Sin embargo, su antigua anciana maestra vino a socorrerla.
—El monto para pagar tu prueba no es gran cosa para mí. Yo te voy a dar el dinero. Además, necesito a una socia para mi atelier. Yo soy vieja y ya no consigo dar cuenta de todos los encargos. Vos fuiste mi mejor alumna, y es mucho mejor que ese puesto lo ocupes vos, en vez que cualquier otro de mis estudiantes. ¿Aceptás la propuesta, entonces?
Por supuesto, Jasmín se sintió muy dichosa y aceptó la propuesta en medio de muchos agradecimientos. Le agradecía a Dios que la puso en el camino de su maestra de corte y costura. Como es obvio, Jasmín aprobó y con sobresalientes. Ahora trabaja junto a su antigua maestra como su socia, en cuanto su hermana y sus primas siguen sin éxito en busca de maridos abastados que les costeen sus gastos. Ahora la vida en los campos entre cosechas es muy distinta. Al igual que su antigua maestra, Jasmín ya puede comprarse unos pequeños lotes para sembrar y cosechar frutitas y verduritas por su cuenta, redescubriendo la verdadera belleza del vivir en el medio de la naturaleza.

Invito a participar a mi amiga @rosselena, si es que ya no participó, pues ama mucho escribir en castellano. Saludos y abrazos desde Mercosur.

Ps.: se me estaba olvidando: en recuerdo de mi fallecida madre, que de joven fue maestra de corte y costura