Concurso de Arte y Escritura #93

in Venezolanos Steemlast month (edited)

Esperando a su novio

Todas las mañanas, antes de ir a trabajar cuando tenía el turno de día, Marta hacía lo de siempre desde hace por lo menos diez años. Después del desayuno, iba a la orilla del mar a mirar los barcos a lo lejos. Últimamente, iba acompañada de sus dos sobrinos, a los que les gustaba ver el mar antes de ir a la escuela.

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Siempre esperaba que el mar le devolviese un día a Javier, su antiguo novio. Javier se había ido a las Américas en busca de fortuna, pues en España ganaba muy poco. Le había dicho a Marta que lo hacía por su pareja, para darle una vida digna al casarse. A Marta no le importaba que el sueldo de Javier fuese muy bajo, ni que solo fuera un obrero. Ella era enfermera y quería seguir trabajando después de casarse. Aun así, su novio le decía que le avergonzaba vivir casi a sus espaldas. Le había prometido escribirle todos los meses desde Argentina, donde pensaba establecerse. Había mucho trabajo allí y los dueños de las fábricas pagaban muy bien. Las primeras dos cartas le llegaron con regularidad a Marta, que se esmeraba para contestarlas lo más pronto posible. Sin embargo, el tercer mes no le llegó ninguna. Ni el cuarto. Y así fue por adelante. El tiempo pasó y ahora Marta llevaba casi diez años sin tener ninguna noticia de Javier. Aun así, seguía esperándolo. A la hermana mayor de Marta, la mamá de sus sobrinos, no le gustaba ni pizca esa actitud. Cuántas veces no le había aconsejado de olvidar a Javier y casarse con otro hombre que la quisiera. Había un panadero que trabajaba en frente de la escuela de sus sobrinos que quería a Marta. También había el lechero de la esquina. Ambos chicos honestos y sencillos. Pero no. Marta le había prometido a su novio que lo esperaría. Josefina temía decir a su hermana lo que la preocupaba. En aquel tiempo, muchos jóvenes dejaban a la novia en busca de fortuna en el extranjero y una vez en las Américas u Oceanía se casaban con otra. El encanto de las mujeres de ultramar los seducía. Hasta había hombres casados, obviamente hombres sin el menor escrúpulo, que rehacían su vida con otra, una vez que, puestos sus pies en un barco, se sentían libres de todos lazos.
Otros diez años pasaron y Marta seguía esperando a Javier. Un día, uno de los barcos se acercó y desembarcó en el puerto de la ciudad de Marta y Josefina. La primera, que como siempre se había quedado un rato a la orilla del mar, divisó un rostro conocido entre los pasajeros que desembarcaban. ¡Javier! Sí, era él de veras, sin duda alguna. Pero no venía solo: le ofrecía el brazo a una mujer rubia y hermosa. La pobre se desmayó, se desplomó en la arena, por el disgusto y la decepción. Marta se había jugado veinte años de vida por aquel hombre, que ahora estaba casado con otra. Josefina tenía razón. Nada más llegar a Buenos Aires y encontrar empleo en una fábrica, el dueño se había encariñado con él por lo trabajador que había demostrado ser. Y a pesar de ser muy rico y Javier un simple obrero, le había presentado a Laura, su hija. Al comienzo, Javier les había dicho que había dejado a su novia en España. Sin embargo, ni la hija ni el padre le hicieron caso al asunto. Y al cabo de tres meses, tampoco Javier le hizo más caso a Marta. Laura era muy bonita, además hija única de un hombre rico, y un día heredaría la fábrica de su padre.
El sobrino de Marta corrió en busca de auxilio, mientras su hermana velaba por la tía, que seguía desmayada en la arena, para que nada peor le aconteciera. Había un médico argentino que había desembarcado junto a los demás pasajeros y prontamente se puso a disposición para atender a Marta, allí mismo en la arena. ¡Qué mujer más hermosa! Eso fue lo que pensó el doctor Felipe de inmediato. Él nunca se había casado ni ennoviado en su vida por amor a sus desafiantes estudios de la medicina. Pero tal vez esté casada. Habiéndose enterado por los sobrinos de ella de que estaba soltera y, más aún, que trabajaba de enfermera, una vez que Marta recobró la salud, le propuso si aceptara trabajar en su nueva clínica, que pronto abriría en Gran Canaria. Se necesitaban buenos enfermeros y Marta contaba con más de veinte años de honrada y distinguida carrera. La mujer aceptó. Quería dejar el pasado a sus espaldas. Al cabo de un año, ya estaba casada con el doctor Felipe y su antiguo novio ni quedó relegado a una reliquia de los tiempos que fueron.
Mientras tanto, la fábrica del suegro de Javier se fue a pique.

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Invito a participar a mi amigo @frafiomatale, administrador de la comunidad italiana, pues tiene un buen conocimiento de la lengua castellana. Saludos y abrazos desde Mercosur.

Ps.: pido disculpas, no tengo la menor idea de cómo se justifican los textos, pues no tengo suficiente conocimiento del lenguaje HTML

Actualización: le doy mil gracias a mi gran amigo @frafiomatale por publicar la forma de justificar el texto, pues él conoce el lenguaje HTML mucho más que yo.

Sort:  

A pesar de la espera y la traición, la vida le ofrece una segunda oportunidad, demostrando que el amor y la felicidad pueden encontrarse en los lugares y momentos más inesperados.

No quise dejarla vestida y alborotada😄. Sin embargo, aún más que eso, nuestra amiga @solperez tiene razón: el tiempo de Dios es perfecto y Él nos da oportunidades nuevas cuando parece que todo se fue al traste...

Una buena historia la que has contado. Los designios de la vida son diferentes a los que nosotros nos empeñamos en seguir.
Esta chica tuvo su premio, vio su realidad de frente, la venció y amó de nuevo al que sería la pareja que realmente le convenía.
Un abrazo fraterno.

Gracias por el aprecio, querida:
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Hola querida amiga, gracias por la mención. Espero tener tiempo para participar en este concurso, la comunidad Venezolanos siempre publica concursos muy interesantes y entretenidos y es excelentemente administrada.

Para justificar el texto, inserta estas dos líneas de comando:


<div class=text-justify> (al principio del post)

En el medio escribe tu post

</div> (al final del post)


Un abrazo a todos!

¡Muchas gracias, me salvaste!

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Marta encontró la luz al final del tunel después de pensar que ya todo estaba perdido

No quería dejarla vestida y alborotada, a la pobre😄. Gracias por leer.

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