A cien años del nacimiento de Alfredo Armas Alfonzo

in Venezolanos Steem3 years ago (edited)

Estimada gente de Steemit: luego de varios meses sin computadora, vuelvo a las publicaciones, agradecido como siempre a #Venezolanossteem y a sus activas directivas, @marcybetancourt y @solperez, por la receptividad y consideración.
En esta ocasión, presento una ponencia leída hace poco en el Congreso de LASA (Latin American Studies Association) dedicado a Venezuela. Se publica aquí por primera vez.
Muchos saludos.


Alfredo Armas Alfonzo. Imagen de Dominio Público

El pasado 6 de agosto se cumplieron cien años del nacimiento en Clarines, Venezuela, de Alfredo Armas Alfonzo. El centenario es, por supuesto, una cifra convencional, que en sí misma significa poco, pero que puede y, en este caso, debe servirnos para recordar a uno de nuestros más importantes escritores, porque es posible que algunos lectores hayan olvidado este dato o, los más jóvenes, ni siquiera lo conozcan. Es comprensible que en un mundo donde las formas de comunicación, difusión y marketing han cambiado tanto en los últimos veinte años, un escritor muerto en 1990 luzca tan lejano como uno desaparecido en 1890, por poner una fecha arbitraria.

Aún más si a este autor, incluso en vida, se le asoció siempre con un mundo rural, prácticamente inexistente ya cuando él escribía. Se puede decir que sí, toda la obra narrativa de Alfredo Armas Alfonzo está enraizada en la cuenca del río Unare, en los pueblos de Clarines, Uchire, Boca de Uchire; y algunos en Barcelona y Cumaná. Sus personajes son, fundamentalmente, los que conoció en su infancia o de los que escuchó hablar a sus padres, tíos y abuelos. “Biografías municipales”, llamó al registro de estas vidas; “la pobre épica de los pobres”, para decirlo con las palabras del poeta Josu Landa.

Los inicios

Antes de continuar, quisiera dar, muy brevemente, algunos datos sobre la obra del autor. El primer libro de cuentos de Alfredo Armas Alfonzo fue Los cielos de la muerte, de 1949; es decir, cuando el autor tenía 27 o 28, y algunos críticos han señalado que, como casi cualquier libro inicial, tenía muchas carencias, sobre todo en lo estilístico. Algunos de sus siguientes trabajos fueron La cresta del cangrejo, de 1951; Tramojo, de 1953; Isla de pueblos, de 1954; Los lamederos del diablo, de 1956; PTC, Puerto Sucre vía Cristóbal; de 1967, El osario de Dios, de 1969, considerado su libro más importante, y sobre el que hay más unanimidad crítica; Angelaciones, de 1974; Cien máuseres, ninguna muerte y una sola amapola, de 1975. Todos estos son libros de cuentos. También publicó una novela breve, casi al final de su vida, Este resto de llanto que me queda, en 1987, y reeditada en España en 2005.

Por las fechas de sus publicaciones, a Alfredo Armas Alfonzo se le podría emparentar con otro escritor del oriente de Venezuela, también cuentista, Gustavo Díaz Solís, nacido en Güiria, estado Sucre, en 1920. Por cierto que José Balza llamó “cuentista perfecto” a Díaz Solís, y Orlando Araujo destacó “el camino de perfección de Alfredo Armas Alfonzo”. Es otra cosa que emparenta a estos dos grandes escritores orientales, aparte de la geografía y la cronología, aunque sus universos narrativos sean bastante diferentes.

Una valoración

En un encuentro en homenaje a Alfredo Armas Alfonzo realizado en 1986 en la Casa Ramos Sucre, que es desde donde estoy hablando hoy, se reunieron a analizar su obra Domingo Miliani, José Antonio Castro, Morella Contramaestre, Atanasio Alegre, Julio Miranda, Gustavo Arnstein, Armando José Sequera, Jesús Sanoja Hernández, Alfredo Chacón y Milagros Mata Gil. Y aquí hago un paréntesis: Milagros Mata Gil, otra excelente escritora del estado Anzoátegui está sometida a un proceso judicial que la obliga a presentarse a un tribunal cada treinta días por haber escrito un artículo que circuló por Whatsapp sobre una fiesta en plena pandemia y a la que asistió el fiscal general de la república, casualmente otro escritor oriental. Desde aquí pido libertad plena para Milagros. Y aquí cierro el paréntesis.

En su ponencia, recogida en el libro Una valoración de Alfredo Armas Alfonzo, publicado por la Casa Ramos Sucre en 1987, Milagros Mata Gil destaca las que para ella son semejanzas entre la obra de Alfredo Armas Alfonzo y las novelas de William Faulkner, Gabriel García Márquez y Juan Rulfo.


Fuente

Señala Milagros: Una visión mágica y subjetiva de la realidad; los conflictos y tragedias de las sociedades rurales (guerras, pobreza, explotación); la búsqueda de la identidad familiar; la comunicación entre los vivos y los muertos; el rechazo del regionalismo y el costumbrismo, a pesar de partir de una “materia prima” rural; un orden cronológico no convencional, adaptado al flujo de la memoria; el uso del monólogo interior, en forma de voces que vienen del pasado, combinado con una narración directa.

Por supuesto, todo esto habría que desarrollarlo y matizarlo, de alguna manera confrontarlo con los textos, pero no tenemos tanto tiempo, como no lo tuvo la misma Milagros en su momento. Aclaro que estamos hablando de coincidencias y no de influencias. Siempre es difícil decir quién nos influye o no en nuestra escritura, pero, en todo caso, Armas Alfonzo rechazaba la idea de haber sido influido por Faulkner o García Márquez, y yo lo creo.

Lo creo, porque la obra de AAA ya estaba allí desde el primer libro, aunque haya necesitado varios para refinarla, para transitar ese camino de perfección del que hablaba Araujo. Sus cuentos parecen brotar de una memoria prodigiosa que activaba todo lo que había escuchado sobre caudillos, montoneras y combates; sobre las vidas y las muertes de toda su familia y sus vecinos; sobre los sucesos más extraños y fantásticos o nimios, absolutamente intrascendentes. Son historias que parecen generarse casi espontáneamente, como ciertos hongos después de la lluvia. Pero no nos engañemos, Armas Alfonzo no es solo un médium que transmite la memoria de la tribu. Hace eso y más: la convierte en en materia ficticia, en literatura.

Ya alguien dijo que la vida no tiene sentido, sobre todo sentido artístico. Es necesario que alguien llamado artista, por ponerle un nombre, tome ese material amorfo que es la vida, o la realidad, y le ponga límites, comienzos, finales, nudos, arcos narrativos. Incluso si lo que se quiere expresar es el sinsentido de la vida, el artista, sea escritor, cineasta, pintor, músico o realizador de videos, encontrará una forma de que eso tenga sentido.

Eso hizo Alfredo Armas Alfonzo: heredó un caos de apellidos, sucesos, leyendas, mitos, fabulaciones, viejas fotografías, cartas familiares, pleitos seculares y los transformó en un mundo, no ordenado bajo reglas rígidas, sino bajo las mucho más flexibles de la arbitrariedad de la memoria, la fragmentación y su estilo particular; diría: su dicción.

La vida en fragmentos

El fragmento fue la forma más perfecta de este escritor. El fragmento, el trazo rápido, el boceto, permiten crear relaciones entre distintas historias y personajes, crean lazos percibidos de manera casi inconsciente por el lector que se saltan las décadas y permite, entre otras cosas, ese diálogo entre los vivos y los muertos que señalaba Mata Gil, y que tan importante es en la obra del escritor que nos ocupa.

Esta escritura fragmentaria, de pocas líneas, a veces de una sola escena, tiene como consecuencia que Alfredo Armas Alfonzo sea considerado por Armando José Sequera como el iniciador del cuento breve en Venezuela. Supongo que eso será así hasta que Carlos Sandoval, con la acuciosidad que lo caracteriza, descubra a un olvidado autor del siglo XIX venezolano que ya se había adelantado.

En fin… que este género que tantos escritores practican hoy en día, tiene en Alfredo Armas Alfonzo a un maestro y un guía; aunque muchos no lo hayan leído.

Otra característica de un mundo narrativo hecho de fragmentos y retazos interconectados es que se puede leer como una gran novela que se extiende por varios libros. Varios críticos ya han señalado esta posibilidad, que no es de las menos interesantes.

Un estilo único

No sé quién ayudó a crear el estilo de Alfredo Armas Alfonzo. Desconozco sus lecturas. Era un hombre culto y no un espontáneo producto de la tierra; eso, por descontado. Era, también, un hombre profundamente arraigado a su tierra, a las tradiciones del oriente venezolano y a la forma particular de habla de sus habitantes. El asunto es que en sus mejores textos, el estilo de Armas Alfonzo es único en la literatura venezolana. Diría también que latinoamericana, pero no me quiero salir de los márgenes geográficos que nos hemos impuesto. Es una mezcla de oralidad reticente y sintaxis barroca, de poeticidad sugestiva; tierna, por momentos; brutal y directa en otras ocasiones; casi siempre discretamente irónica.

Todos estos elementos fueron trabajados con gran conciencia artística. Y, sin embargo, hay que decirlo, existe en su estilo un factor que va más allá de la técnica y el conocimiento del lenguaje. Quien haya oído hablar a Alfredo Armas Alfonzo lo entenderá claramente. Relatando cualquier cosa de su pasado, era capaz de improvisar una historia casi perfectamente coherente donde se enredaban sucesos y personajes en una red de palabras alucinatorias, y donde también quedaban atrapados los oyentes. Supongo que ese era el substrato de su narrativa: la capacidad de bucear en su propio mar interior y extraer de allí unas palabras encantadas y un fragmento de historia que encontrará su continuación en otra historia, escrita o hablada.

Quise comentar en esta oportunidad sobre la vigencia de Alfredo Armas Alfonzo, a pocos meses de su centenario. No creo haberlo logrado. Me pregunto: ¿qué mantiene vigente a un autor? Y me respondo: que tenga muchos lectores, que la crítica y la academia se ocupen de él, que las editoriales lo editen y reediten. Esas cosas son verdad, y tal vez no se cumplan de manera cabal en el caso de Armas Alfonzo. Entonces ensayo otra respuesta: un escritor está vigente cuando mantiene la capacidad de asombrar a sus lectores; cuando su lectura nos pone en contacto con el Arte, es decir, es una fuente de placer estético; y cuando los demás escritores nos damos cuenta de que todavía tenemos mucho que aprender. Y esas condiciones sí las llena el escritor de Clarines.

Sort:  

Valioso ensayo, mi apreciado amigo. Me da mucha alegría que estés de vuelta. Creo que, como bien lo has dicho Alfredo Armas Alfonzo es un escritor olvidado por la Academia, que bien vale la pena rescatar. Así como magistralmente lo has hecho tú. Un abrazo.

Gracias por tus palabras de bienvenida, @solperez. Aquí seguimos. Un abrazo.

Un gusto leer su post, es lectura necesaria la obra de Alfredo Armas Alfonzo, para comprender más esas historias, vistas como crónicas, en los medios rurales de entonces y cómo subsisten en el comportamiento presente.
Saludos cordiales.

Gracias, @charjaim. AAA es uno de nuestros más grandes cuentistas de todos los tiempos. Espero que el centenario haga que algunos vuelvan su mirada hacia su obra.
Muchos saludos.

 3 years ago 
Gracias por ser parte de la Comunidad Venezolanos Steem, la Casa Grande para todos los Sueños. Tu publicación ha sido Seleccionada para el Programa de Soporte a las Comunidades de las cuentas Booming. ¡Felicitaciones!

Muy honrado, @venezolanos, por su distinción. Espero seguir difundiendo la obra de escritores venezolanos. Saludos.

Me gustó mucho este texto de ponencia. Abre la posibilidad de cercanía con un escritor desconocido, para mí. Espero seguir leyéndolo. Muchos saludos.

Estimada @audiarmig, gracias por tu lectura. Biblioteca Ayacucho publicó El osario de Dios y otros textos, pero no sé si se conseguirá donde estás.
Un afectuoso abrazo.

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