Una visita del presidente (fragmento de una novela en proceso)

in Venezolanos Steem3 years ago

Estimada gente de Steemit. Publico otro fragmento de una novela inédita en la que estoy trabajando desde hace rato. Es un trabajo en proceso, por lo tanto sometido a revisión y mejora. Sus comentarios serán bien recibidos.
Quiero agradecer el apoyo de #venezolanos y el de @marcybetancourt y @solperez a mi trabajo. Son las mejores.
Saludos.


Fuente

En los siguientes días, mientras la noticia de la llegada del presidente se regaba por la ciudad y esta comenzaba a ser limpiada y remozada, al menos por donde se esperaba que pasara el cortejo oficial, los ánimos separatistas y las divisiones entre defensores y detractores de Bolívar parecieron desaparecer. Un aire entusiasta circulaba por las calles. Admiré la volubilidad de mis coterráneos: apenas unos días atrás, el solo nombre de Bolívar despertaba agrias discusiones; en cambio, ahora todos competían por mostrar mayor entusiasmo ante la posibilidad de contemplar su rostro y su figura pequeña y flaca.

El general Arismendi cumplió su promesa: un pequeño ejército de soplones y espías se puso a la orden de Villareal. En las fondas, posadas y burdeles, en los mercados y aun en las fiestas de la sociedad mantuana se infiltraron individuos atentos a cualquier conversación que delatara una posible conexión con los asesinatos.

El siete de enero de 1827, el teniente Villareal me fue a buscar a media mañana. Aún hacía un frío intenso. Yo estaba ya completamente vestido y listo para salir a la calle.

Pequeños grupos de hombres y mujeres se dirigían a la plaza mayor. Ya se había confirmado que Bolívar entraría ese día a la ciudad acompañado del general José Antonio Páez y en la plaza dirigiría unas palabras al pueblo. En las ventanas se habían colocado guirnaldas de flores y cintas de colores.


Fuente

¬–Muestre más entusiasmo, doctor –dijo Villareal, sonriendo–; hoy llega el presidente. Hoy todos somos bolivarianos. Mañana, ya veremos.

Avanzamos entre la multitud cada vez más numerosa. No teníamos un propósito claro. Con tanta gente en la calle, había parecido una buena idea desplegar completo al pequeño ejército de soplones y espías. Nosotros –Villareal y yo– también estaríamos entre los festejantes como dos pares de ojos y oídos más. Si algo sucedía aquel día, lo sabríamos.
La última semana había transcurrido sin resultados. A pesar de la promesa hecha al general Arismendi, la investigación no había avanzado un paso. Se repasó lo que se sabía, se hicieron nuevos interrogatorios a los familiares y relacionados de los asesinados sin que aparecieran hechos relevantes. El padre Muxica no había vuelto a dar señales de vida. Si de algo era más consciente era de las miserias que ocultaban mis conciudadanos, sin que este conocimiento fuera de verdadero provecho. Pequeñas historias familiares, infamias reveladas en un momento de indiscreción, penalidades ocultadas por orgullo; los soplones traían hasta mis oídos lo que la ciudad prefería mantener en silencio y aquello de lo cual yo mismo preferiría no enterarme.

Hacia mediodía se corrió la voz de que la comitiva oficial ya había entrado a la ciudad. Un estremecimiento de entusiasmo y expectativa recorrió a los que aguardaban.

Poco después, un hombre bajo y cetrino, de ojos grandes y redondos y orejas despegadas del cráneo que le daban aspecto de animal nocturno, se acercó al teniente Villareal y le habló al oído. Al instante, el cuerpo de Villareal se puso rígido y me dirigió unas pocas palabras:

–Han asesinado a alguien. Degollado.

El hombre nos condujo a contracorriente de la multitud, a la que apartábamos sin miramientos, ganándonos varios insultos, hacia una calle lateral. Luego de un par de cuadras cruzamos a la derecha y nos internamos por una callecita en la que abundaban los negocios de venta de carne y verduras. Los restos de la mercancía desechada se acumulaban a las puertas de los negocios esparciendo el olor penetrante de la descomposición. Frente a una de estas puertas había un grupo de personas que hablaban y gritaban al mismo tiempo.

Gracias por su lectura

Sort:  

Me ha parecido que el texto tiene buen ritmo y mantuvo mi interés durante la lectura. Buena ambientación.

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