¿Volverán las batallas estratégicas?

jesusjacr (70)Parceroin Colombia-Original • last month

Tal vez tenía 11 años de edad.. era muy pequeño para ser enseñado en algo tan profundo como el Ajedrez, o al menos eso pensaba mi primo que para entonces tendría cerca de 17 años. Él había comprado un pequeño juego de ajedrez y este es un juego que requiere de otra persona como contrincante.

Mi primo le estaba enseñando a mi hermano (5 años mayor que yo) lo que eran las piezas del ajedrez, los movimientos que podía hacer cada una y las reglas del juego. Aunque no era a mi que me enseñaba yo estaba presente en la clase y eso fue suficiente para aprender lo básico.

Cuando mi primo no estaba mi hermano no tenía con quien jugar así que fue una sorpresa para él cuando le dije que yo sabía jugar y no me creyó hasta que nos pusimos a jugar. El tablero se convirtió en el campo de batalla de aquellos dos novatos que con cada partida iban adquiriendo habilidades y aprendiendo nuevas estrategias.

Con el tiempo nos hicimos muy hábiles en el juego, mi primo (que nos introdujo en el juego) ya no tenía nada que hacer contra nosotros y nuevos rivales fueron apareciendo, rivales famosos por ser difíciles de derrotar. Pronto estábamos a su altura, nunca se pudo deducir quien de todos se quedaría con la corona ya que la cantidad de victorias y derrotas siempre fue bastante equilibrada, fueron años emocionantes.

Pronto inicié la universidad y tuve que alejarme de aquel entorno, para entonces ya tenía mi propio ajedrez de vidrio, diría que es un poco lujoso debido a su delicadeza y fragilidad... aquella caja fue guardada junto a mis libros universitarias y se perdió en el olvido por más de 15 años ya que luego de graduarme comencé a trabajar y olvidé los días de torturas mentales en busca de estrategias efectivas.

Es curioso como la vida nos sorprende, hace poco organizaba mis cosas y mi hija mayor miró la caja del juego... desde entonces me ha estado inquietando mucho que quiere jugar (supongo que vería el tablero y las piezas en alguna comiquita de la tv).

Por un momento recordé como fui menospreciado por ser niño y no quise hacer lo mismo a mi hija así que decidí desempolvar aquel campo de batalla con sus guerreros olvidados para enseñarle a jugar (o al menos intentarlo).

Ya que tenían tantos años guardados era normal que estuviesen sucios, polvorientos y alojando cualquier cantidad de bacterias que nadie quiere hagan contacto con sus hijos por lo cual era sensato lavar las piezas y el tablero antes de permitir al la niña lo manipulase.

Entre mis hijas se ha creado una rivalidad que me preocupa, si una está en algo la otra también quiere estar y hacerlo mejor, por eso cuando la niña menor de 3 años notó que papá tramaba algo con la niña mayor inmediatamente se acercó para reclamar su participación.

¡Vaya, vaya! tenemos un campo de batalla con dos bandos de guerreros y dos contendientes que pueden zanjar sus diferencias en dicho campo de batalla. Tal vez el ajedrez sea la forma más sana de resolver sus diferencias, incluso creo que se beneficiarán enormemente de este juego tal como lo hice yo en su momento.

Así que... señoras y señores, tenemos contendientes en los puestos de mando y un par de ejércitos esperando ordenes de combate.

La batalla comenzó y de pronto los aviones de guerra querían sumergirse como si fuesen submarinos, los soldados disparaban a cualquier lado y la anarquía se hizo sentir en ambos bandos. Oh!, me emocioné tanto que olvidé indicarles las instrucciones del juego.

Bueno son 16 soldados a controlar y muchos de ellos con funciones diferentes y especiales, seguramente algo difícil de comprender para una niña de 5 años y otra de 3 años pero ¿tenía que intentarlo verdad? se que no lo iban a memorizar a la primera, por eso luego de la explicación estuve atento como árbitro para que no hicieran movimientos prohibidos.

Pronto estaban sumergidas en el juego... la tensión se sentía en el ambiente y el campo electromagnético de las neuronas trabajando era casi palpable.

A mi esposa le pareció preocupante semejante nivel de concentración y decidió que era tiempo de endulzar el ambiente con una fresca gelatina.

Así que trajo dos vasitos con gelatinas para las niñas lo cual generó una protesta en el árbitro que sentía haber ganado el derecho a participar de la merienda. La protesta fue atendida y pronto los participantes estaban refrescándose con algo dulce.

Aquello seguramente surtió un efecto demasiado dulce, tanto que la niña menor que llevaba ventajas sobre la mayor decidió "donarle" sus soldados a su contrincante, entonces entendí que ya no querían seguir con la batalla y procedí a retirar todas aquellas piezas de vidrio que en algún momento pensé se partirían por lo fuerte que eran colocadas en el tablero.

Por ahora la balla ha quedado en pausa, se que las niñas apenas pudieron aprenderse el nombre de algunas piezas y de lejos recordar los movimientos pero ya es un inicio que se interesen por el juego.

Me gusta mucho para ellas porque el ajedrez es un deporte mental que ayuda al cerebro a desarrollarse, recuerdo que el jugar ajedrez me dio la capacidad de analizar situaciones complejas, explorar posibilidades y tomar buenas decisiones con mucha rapidez.

Si ellas logran dominar el juego a tan temprana edad creo que podrán alcanzar grandes metas en el futuro por la forma en que el ajedrez las ayudará en su desarrollo mental.