Algunos sentimientos sobre las hijas que se guardan en silencio en el corazón

Hola a todos, saludos de @theindicators.
Espero que estén bien y que yo también.

Hoy quiero compartir mis pensamientos.
Quiero ser honesta desde el principio.
Soy soltera. No soy madre ni tengo experiencia personal criando hijos.
Pero aun así, o quizás por eso, me encantan los niños.
Y entre ellos, siento una especial ternura por las hijas.

Esto no pretende crear comparaciones ni iniciar un debate.
Son pensamientos sencillos, inspirados en lo que he visto con mis propios ojos: momentos reales, hogares reales y emociones reales.

Los hijos varones también son buenos, sin duda.
Pero algo que he notado una y otra vez es que a los niños a menudo hay que enseñarles muchas cosas: cómo expresar cariño, cómo mostrar afecto, cómo comprender las emociones.

Las hijas, en cambio, a menudo no necesitan que se les enseñen estas cosas.
Parecen llevarlas con naturalidad.

En realidad, todo este sistema del mundo gira silenciosamente en torno a una mujer, en torno a una niña.
Ella es quien puede transformar un hogar en paz, y también quien puede transformarlo en inquietud.
Un hogar se siente como el cielo o el infierno en gran medida por la presencia, el comportamiento y el corazón de la mujer que lo habita.

He visto a muchas niñas pequeñas, de tan solo dos o tres años.
Cuando sus padres están sentados juntos, riendo o hablando, la niña se convierte en parte de ese momento por sí sola.
Se mueve entre sus padres, juega cerca de ellos, se sienta cerca sin que la llamen.

Hay una escena que siempre me viene a la mente.

Una niña pequeña con un peine en la mano.
Camina hacia su padre y comienza a peinarlo con suavidad.
Nadie se lo dice.
Nadie le enseña que así es como se demuestra cariño.

Simplemente lo siente.

Mientras se peina, sonríe y mira el rostro de su padre, casi como si preguntara en silencio: "¿Está bien?".

He presenciado este momento muchas veces, en diferentes hogares.
Y cada vez, me trae una extraña calma al corazón.

En nuestra religión, este sentimiento tiene un profundo significado.
Nuestro amado Profeta Muhammad ﷺ nos enseñó claramente que las hijas son una bendición,
que las hijas son una misericordia de Alá.
No son una carga ni una debilidad; son un regalo del Creador.

Quizás las hijas se sienten especiales porque no aprenden a relacionarse, sino que las viven.
No se quedan solo con sus padres; los hacen sentir necesarios, vistos y amados.

Pero también hay una tristeza silenciosa escondida en este amor.

Un día, estas hijas crecen.
Un día, dejan el hogar donde nacieron.
Dejan la casa de sus padres y se van a otro hogar, el suyo, a través del matrimonio. Llevan consigo recuerdos, amor y oraciones, pero su lugar en el antiguo hogar se convierte en un rincón vacío lleno de silencio.

Por eso su tiempo se siente valioso.
Por eso su presencia se siente profunda.

En definitiva, creo firmemente en esto:
Los hijos, sean varones o mujeres, son una gran bendición.
Pero las hijas construyen un hogar en silencio, en un rincón del corazón,
sin permiso, sin ruido y sin condiciones.

Y para terminar, quiero decir esto desde el corazón:
Mi oración es para todas las hijas del mundo, dondequiera que estén.
Que Alá bendiga su destino,
que llene sus vidas de felicidad, paz y respeto,
y que siempre las mantenga a salvo y honradas. Amén.

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