Me hago presente en SEC S17W2: "Protegiendo a la niñez." A través de #recreativesteem

Al leer acerca de este desafío, vino a mi recuerdo una situación que viví con un niño de la calle. En este caso, prefiero, antes de responder una a una las preguntas tal como se plantean, contar este testimonio directamente, ya que esto, responde de manera natural con experiencias de vida.

Durante muchos años trabajé en el centro de la ciudad donde vivo, en Cumaná. El ambiente es propicio para encontrar todo tipo de situaciones extremas y en una época se observaban muchos niños de la calle a quienes llegamos a temerles, ya que no median sus acciones. Uno de los motivos es que si se portaban mal nadie hacía nada por recuperarlos o llevarlos a algún lugar donde les prestasen ayuda.

Un día salí de la oficina un momento y había llovido, las calles estaban encharcadas y al momento de cruzar la calle y subir a la acera casi no podía pasar. Había una piedra y pensé que si lograba subir a ella alcanzaría la calle y lo intente. Al momento de hacerlo vi que alguien me tendía la mano para ayudarme y al levantar la vista vi que era uno de estos niños (tendría unos 14 años) a quienes todos le temíamos por sus amenazas y agresividad.

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Tuve unos segundos para decidir si aceptaba su ayuda o no.
Por supuesto acepté que me ayudara y la principal razón fue por no rechazarlo. Le di las gracias y me dijo “maita yo te conozco” le dije que yo también lo conocía a él mientras íbamos caminando uno al lado del otro hacia mi trabajo. (él cojeaba bastante de una pierna)

Le pregunté si había desayunado y me dijo que no, así que nos fuimos a una panadería y desayunamos juntos un cachito y un jugo.

Me dijo que se llamaba Yovanni y yo que soy muy curiosa, le pregunté si me quería acompañar para que pudiésemos hablar un poco más.
Cuando llegue al trabajo y me vieron llegar con él todos se pusieron tensos. Yo les hice una seña y entre con Yovanni a mi oficina.

Lo invité a sentarse frente a mí y le dije que me contara por qué se la pasaba en la calle, por qué no iba a la escuela, y que me hablara de su casa.

Sus palabras me impresionaron muchísimo, él trabajaba desde los 8 años, la situación en su casa no era buena. El marido de su madre lo obligaba a trabajar y él vendía bolsas en el mercado. Los que le enseñaron a vender bolsas, también le enseñaron a ser carterista. Ese era el verdadero negocio, pero había que disimularlo con las bolsas. En su trabajo había desarrollado mucha habilidad robando carteras.
A veces no volvía a su casa para que no le pegaran, sobre todo si no conseguía dinero. Cuando lograba reunir algo, prefería gastárselo en comida para él, antes que llevárselo a su padrastro.

Dormir en la calle desde los 8 años lo había llevado a aprender otras cosas que prefirió no contarme.
Así como enfrentarse a situaciones insólitas, como cuando me explicó que lo había pasado muy mal cuando denunció a un policía que vio robando un establecimiento en la noche. Cuando el policía supo que había sido él, le quebró una pierna a palazos.

Después de eso, las autoridades lo recogieron y lo llevaron a un lugar para jóvenes con problemas. Ahí conoció al padre Antonio, quien desde ese momento se ofreció a ayudarlo y recuperarlo.

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Han pasado más de diez años de esta historia. A veces me cruzo con Yovanni que ahora conduce una moto, y todavía se le nota su lesión en la pierna, pues la lleva recta y se nota que no la puede doblar.
Nos saludamos de lejos y compartimos sonrisas. Tengo entendido que tiene un trabajo estable y me imagino que a estas alturas ya tendrá su propia familia.

Este es apenas un caso, doloroso, pero con final "feliz". Muchos otros niños de aquella época terminaron muy mal y no volvimos a saber de ellos.

Yovanni siempre me respetó, jamás me pidió nada. Cuando coincidíamos yo le ofrecía un desayuno, pienso que le hizo bien tener alguien con quien hablar y aprender a escuchar.

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Por lo que pude presenciar en aquel tiempo el problema surge en la casa, en vivir hacinados y contando con los hijos para resolver los problemas. En la falta de educación, en tantas fallas sociales y carencias que hay en este país y muchos otros, donde el respeto a los niños no es lo principal.

Los niños son nuestro futuro. La educación debe comenzar en cada hogar por humilde que sea. Para eso se necesita que el país y quienes lo manejan sean garantes de la protección de los menores como prioridad esencial.