La belleza del circuito regularmente infravalorado y un poco abierto a la temeridad de las artes marciales -depende del país en donde usted se encuentre-, es que sus origenes fueron forjados por la enorme espiritualidad y fuerza de voluntad que trae consigo, asfixiante en un inicio, sí; pero tan exquisitamente revelador y vivificador para quien lo practica... no solo físicamente, también filosófica, con mucho suerte, te puedes topar con un sensei o shifu que solo nutra aquel despertar a través de esas filosofías y anécdotas de superación cercanas a su realidad... y esto es la perspectiva de alguien que no practicó más que por hobbie y por poco tiempo una des sus raíces híbridas... el kickboxing..