He visto como se levantan día a día en las madrugadas, haciendo labores para sobrevivir a las penurias, pues, no es fácil en tiempos de pandemia y desarreglo social, pues la política es un meollo que nos desequilibra con asuntos internos y externos, pero a pesar de todo demostramos fortaleza espiritual, alegrías y estar más unidos.

Cuando las cosas no andan bien es donde se sabe quiénes somos, es una prueba para saber de qué estamos hechos. Mi país, no sufre de fenómenos naturales como huracanes, maremotos, tsunamis, nada de eso, a Dios gracia todavía podemos decir que estamos protegidos por gracia divina, y si por la capacidad de resiliencia que asumimos, otros más, unos menos, tendremos que adaptar o buscar una capacidad mayor.

La crisis humanitaria es mundial y eso de la “viveza criolla” es una cosa que nos puede hacer daño sino sabemos dirigirla con habilidad y amor hacia el prójimo. Lo digo porque estamos llenos de epítetos y debemos sacar el mejor provecho de ello con solidaridad, cooperación y mucho tacto.

Hoy en día las mujeres sabemos asumir diferentes roles con un mayor desafío; tenemos cualidades y derechos sociales que se evidencia cuando exige su igualdad de condiciones y en las responsabilidades que asume de manera pública y privada.

En Venezuela queda demostrado nuestro talento, ser líderes y conseguir la inspiración necesaria para encarar nuevos retos frente a las dificultades.

Fuente

En este país de tantas maravillas naturales y humanas debemos sentirnos orgullos@s de quienes somos, deslatándonos de esa “vergüenza” que a veces se nos colocó para no creer que podemos ser más de lo que creemos. Vale la pena sorprenderse de uno mismo.

¡Te quiero Venezuela!