El tren (Esp-Eng) The train
¿Recuerdas esta postal? Acabábamos de romper y tomé el primer tren con destino a ninguna parte. El frío me roía los huesos de los pies. Con el apuro, apenas cogí algo de ropa. En toda mi vida había estado tan asustado. Supongo que el miedo lo llevamos todos dentro. Somos presas de un pánico abismal cuando no controlamos la situación. Después recuerdo que caminé en dirección contraria del tren. Fui hasta la última caseta y me eché a llorar como un chiquillo. El frío pegaba más fuerte que nunca, y los rugidos de la locomotora a toda máquina se sentían cada vez más potentes.
La nieve despintando el paisaje. El tren, sobre la levedad de tanto fierro, parecía una bestia escapando. Desde sus entrañas se veían perfectamente sus ojos (de bestia) y su sed de sangre. Llevaba la boca llena de colores, de vez en cuando se sentía moler todo sobre los rieles y el rojo intenso le daba esa terrorífica sensación que iba directo al infierno.
La nieve densa cubría todos los arbustos a todo lo largo y ancho que alcanzaba la vista, solo la columna de humo negro que iba manchando el paisaje ayudaba con la orientación. La gente rezaba una y otra vez, pareciera que vagaban espectros en cada coche, se juntaban en tan poco espacio tanta miseria humana, que apenas podía ocuparme de mis problemas.
Dejé de soñar. El hambre vino a arroparme como a uno de sus hijos. El tren iba dejando estaciones como si quitara vidas. A veces, en un cruce, se podía ver algún vigilante moviendo con desgano farolas, para indicar alguna novedad. Ni siquiera paraban para tomar agua.
Cometí muchos errores en la vida. Creo que fue muy estúpido alistarme para la guerra. Entregarme por siete años en algo que no entendía. ¿Qué importaban las guerras y los recursos de otros? Yo libraba mi propia batalla, como una sucia rata, débil y escurridiza.
Amaba mucho a Betsy. La amé desde siempre. Recuerdo cada onda de su pelo y cada pequeño lunar en su piel tersa y blanca. Su olor era único, indefinible y mezclado con tantos otros olores, que ahora, a pesar de lo crudo del invierno, podía reproducir (al menos en la mente).
Cuando supe que estaba embarazada, sentí que la traicionaba, no podía seguir, con la vida justa que llevábamos. Se quedó impasible tras ver mi reacción y tirar la puerta. Entonces necesitaba alejarme. Huir de todo lo que conocía.
Han muerto muchos conocidos en el frente. Esta guerra no acaba. Pasados tres años, aún no tengo noticias tuyas. Cada mañana espero alguna carta. Algún indicio de que me perdonas. Solo llevo conmigo, esta postal, me aferro a ella como si fuera de ti.
Ahora llega la noche, las sombras me asechan. Y vuelvo, contra mi voluntad, a ese vagón donde lloraba sin consuelo.
Remember this postcard? We had just broken up and I took the first train to nowhere. The cold gnawed at the bones in my feet. In my haste, I barely grabbed some clothes. In all my life I had never been so scared. I guess fear is in all of us. We are prey to abysmal panic when we are not in control of the situation. Then I remember walking in the opposite direction of the train. I went to the last booth and cried like a little boy. The cold hit harder than ever, and the roars of the locomotive at full speed felt more and more powerful.
The snow bleached the landscape. The train, on the lightness of so much iron, looked like an escaping beast. From its entrails, its eyes (of a beast) and its thirst for blood could be seen perfectly. His mouth was full of colors, from time to time he felt everything grinding on the rails and the intense red gave him that terrifying sensation that he was going straight to hell.
The dense snow covered all the bushes as far and wide as the eye could see, only the column of black smoke that was staining the landscape helped with the orientation. People were praying over and over again, it seemed as if specters were bagging in every car, so much human misery was gathered in such a small space, that I could hardly take care of my problems.
I stopped dreaming. Hunger came to tuck me in like one of its children. The train was leaving stations as if it was taking lives. Sometimes, at a crossing, a watchman could be seen reluctantly moving streetlights to indicate something new. They didn't even stop for a drink of water.
I made a lot of mistakes in life. I think it was very stupid to enlist for the war. To give myself for seven years to something I didn't understand. What did wars and other people's resources matter? I was fighting my own battle, like a dirty rat, weak and slippery.
I loved Betsy very much. I loved her forever. I remember every wave of her hair and every little mole on her smooth, white skin. Her scent was unique, indefinable and mixed with so many other smells, which now, despite the harshness of winter, I could reproduce (at least in my mind).
When I found out she was pregnant, I felt I was betraying her, I couldn't go on, with the fair life we were leading. She was unmoved after seeing my reaction and kicking down the door. Then I needed to get away. Run away from everything I knew.
So many acquaintances have died on the front lines. This war is not over. After three years, I still haven't heard from you. Every morning I wait for some letter. Some sign that you forgive me. I only carry with me, this postcard, I cling to it as if it were from you.
Now the night comes, the shadows stalk me. And I return, against my will, to that wagon where I cried without consolation.
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