Actos de un Taxista

Los taxistas o conductores de taxi, son necesarios en la nueva sociedad de urbes grandes con infinidad de habitantes. Quizás la misma sociedad les dé la importancia de existir; un taxi les puede ayudar a llegar más rápido y cómodamente a sus destinos. Hay otros servicios más necesarios y es el transporte de pacientes que salen de una clínica o centro médico. Algunas personas deben moverse muy lentamente, por incapacidades temporales o permanentes. Una de las responsabilidades de un taxista a seguir, es dirigirse a cualquier sitio del poblado, sin importar el poco atractivo del lugar, toda vez que no sea inseguro para integridad del taxista.

Nuestro amigo caminante, conoció la siguiente historia: Mariana es una joven que necesita de ayuda de muletas para poder desplazarse. Por un tratamiento ortopédico está de paso por una gran ciudad, que por supuesto tiene su lado sur, poco atractivo y seguro, (excepto para los conductores que viven por esas zonas). Cierta mañana, luego de la terapia, ningún taxista quería prestarle el servicio de acercarla al sureño barrio. Como es costumbre estos vehículos hacen fila, según el orden de llegada para tomar un servicio; todos se negaron a llevar a Mariana a ese barrio. De repente llega un taxi a dejar un servicio y de inmediato el acomodador ayuda a Mariana a subir al taxi, que no estaba en fila.

Caballero, buen día -dijo la joven- favor de llevarme, no tengo fuerzas para caminar. Nuestro amigo taxista al escuchar el sitio, guardo silencio y recordó las palabras de su mentor -el abuelo de la playa- “Muchacho: cada uno de nosotros ha nacido para cumplir con una tarea en especial, quizás sea una o varias; llamadas actos de bondad, debes de estar atento a servir cuando se presente el momento; recuerda esta lección: “Los sabios de corazón en los que invertí sabiduría” -libro del Éxodo 28:3-

Aquel taxista, luego de dejar a Mariana en la puerta a donde se dirigía, recibió una propina y un caluroso “Dios Santísimo te guarde siempre y te lleve con bien” entonces recordó: ¡Oh, actos de Bondad!