Weekly Contest, "Creating Stories Week #7". /Concurso Semanal, "Creando Historias Semana #7". Miramar

En todo pueblo de cualquier país hay una calle que tiene muchas historias, aterradoras historias. En mi pueblo existe esa calle, la Calle Miramar es hermosa de día. Llena de arboles y sus aceras pintadas de múltiples colores, pero de noche es otro cuento. El viento parece silbar y nunca dura un poste con luz. Es como si se quemaran nada más ser puestos.

A mi todas historias me tenían sin cuidado, me creía muy madura a mis tan solo 12 añitos para creer cuentos de niños. Todo esto se vino abajo cuando el día de la virgen supe que todos estos cuentos eran de verdad.

Nos reunimos en la plaza de la iglesia mientras los adultos rezaban. Comenzamos como siempre con el palito mantequillero y el tocaito. No paramos después de la rueda rueda, pero a medida que se hacía noche una niña mayor que el resto propuso jugar al escondite.

A mi no me gusta jugar eso de noche, no porque mi abuela dice que ese juego "llama" a los muertos. Eso no tiene nada que ver. Es solo la desventaja que representa para el que busca, pero era un voto contra ocho.

Como yo fui la que se negó me tocó como castigo contar. Yo no quería y prefería perder, pero los niños fueron malos. -Miren a la miedosa, Tati la miedosita- cantaban ellos y yo haciendo acopio de mi orgullo me puse a contar.

Al llegar a cien me separé de la pared y comencé a buscar. Escuche unas risas a mi derecha siguiendo el sonido hasta las escaleras del campanario donde encontré a María. Le grité -Un, dos y tres por Maria- corrí hasta la pared para que contara, así fui encontrando a cada uno. Le había dado la vuelta al juego que tanto miedo me daba, pero conté y me faltaba uno. La niña mayor que sabía era el mayor desafío.

Por el rabillo del ojo vi una sombra pasar y pensando que era Anita, la que me faltaba por encontrar, corrí tras ella y sin darme cuenta fui a parara a la calle Miramar. Sentí un escalofrío que me hizo cruzarme de brazos, pero no dejé de buscarla. Volteaba a cada rato porque sentía que alguien venía detrás, pero no veía a nadie. Me estaba empezando asustar y quería llorar por mi mamá, pero recordé la horrible canción y seguí adelante.

Fui pegada a la pared de una casa después de oir a como si una niña cantara no sabía de quien era la casa, pero me hacía sentir mejor que si tocaba me abrirían. Cuando llegué a la esquina todos los pelitos de mi brazo se me pararon y de verdad que no quería asomar la cabeza para ver que queda estaba ahí. La canción paro y yo cerré los ojos.

-Si no dices un, dos y tres por mi el juego no va a terminar- Se escuchó justo frente a mi y no era la voz de una niña, por alguna razón sentí un frío mortal como si mi vida corriera peligro. Lloré y corrí gritando lo que esa voz me pidió. Llorando llegué donde mis amigos acusando a la niña por haberme asustado -Esa niña es mala, me asustó mucho y ya no quiero jugar con ella- todos me miraban con extrañeza y Sama, mi mejor amiga me dijo el porque -Ana lleva sentada ahí como media hora- dijo moviendo las manos -te íbamos a buscar, pero te fuiste por la calle Miramar y hasta allá tú sabes que no vamos- finalizó persignándose.

Yo miré al grupo de niños y efectivamente la niña mayor estaba ahí sentada, miré hacia a la oscuridad de la calle Miramar y lloré hasta que mi mamá me llevó a casa. Ese día dormí con mis padres abrazados.

Aun no sé que fue lo que jugó conmigo esa noche, si el chamuco o un fantasma, pero a mis veintiséis años aun no puedo pasar por esa calle, ya sea de día o de noche, sin que un escalofrío me recorra al pensar en la voz misteriosa.

¿En su pueblo hay una calle así? Si la hay ¿Cuál es su nombre? Espero que este relato les haya gustado. Amo la temática de terror!!