Hola... Mundo Xpilar, buenas noches. Con esta publicación, hago mi entrada al concurso de escritura de cuentos 115, del amigo @xpilar.

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Mi náufrago amor

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    Se levantó una mañana, dispuesta a salir de la rutina, realizar nuevas cosas, vivir aventuras... No sabía en realidad lo que deseaba hacer, pero estaba segura que no quería un día igual a los demás.

    Siempre era lo mismo, ordeñar las vacas, recoger el trigo, dar de comer a las gallinas, hacer el pan, bañar a los cerdos... Luego de los oficios de la granja, debía hacer la comida para que la familia desayunara, almorzara y cenará, barrer, lavar y más...

    Mercedes, estaba cansada de hacer las mismas cosas casi en el mismo orden, pero ese día decidió un cambio, se levantó, aseo, alistó lo que necesitaría, y sin rumbo empredia una aventura, de la cual esperaba grandes sorpresas.

    Llegó al puerto, y no tenía suficiente dinero para el pago de un boleto, ¿A dónde? No sé sabe, el objetivo era dejar el lugar por un tiempo. Pidió muchas ofertas en pasaje pero nadie quiso ayudarle.

    Siendo insistente Mercedes, buscó y preguntó en varios barcos, cuando a lo lejos ve que se acerca un gran branco, ¡Oh, que hermoso!, Suspira ella.

    Cuando el barco llegó a tierra, lo primero que escucho Mercedes fue: "¿Alguien que desee trabajar en el barco?", Eso era lo que gritaba alguien desde arriba.

    Ella, muy nerviosa y sin saber a dónde y por qué del viaje o ruta del barco, se acercó y le dijo a la persona que gritaba: "Amigo, soy Yo, a quien necesita, trabajaré en este barco". Le explicaron que era para cocinar a los tripulantes y ella acepto.

    El barco zarpó, fueron varios días y noches en mar, pero la joven estaba muy contenta, se sentía muy bien con lo que hacía, vio animales marinos que no havia visto nunca.

    Una mañana fresca, luego de hacer el desayuno, Mercedes se sentó a observar y admirar el paisaje, cuando de pronto desde lo lejos ve, tres pequeñas islas, muy verdes.

    Escucha que alguien grita: ¡A los botes, hay que visitar!. Ella solicitó el permiso para ir, con intenciones de aventurar y se le fue concedido.

    Llegaron al territorio observado desde lejos, parecía no tener habitantes. Continuaron caminando, y hallaron huellas, y algunos instrumentos para la pesca, buscaron al dueño de esas huellas y dieron con él.

    Era un hombre joven, blanco pero con la piel tostada por el Sol, de ojos café pero enrojecidos y cansados, cabello castaño oscuro algo pálido y quebradizo por la sal... Él venía sonriente, con la pesca del día.

    Contó, que estaba solo, quedó náufrago hace algún tiempo que ya perdió la cuenta, que a tenido que sobrevivir, pero está mal alimentado, casi llorando expresó su gran alegría por verlos. Mercedes viendo esa escena, no aguanto las ganas de llorar, lo abrazo y le dijo: ¡volverás a casa!

    El hombre no recordaba de dónde era, o tal vez estaba confundido. Terminó la expedición, y el hombre se vino en el barco.

    En el camino de vuelta, Mercedes le preparaba platos muy ricos, le consiguieron ropa y calzado. Él y ella, comenzaron una bonita amistad, veía los atardeceres y el amanecer juntos, conversaban de muchas cosas, y compartían gustos.

    Al llegar a puerto, Mercedes le pregunta ¿A dónde vas? Y él le contesto: no tengo idea. Ella cortésmente le dijo que podía venir con ella a la granja de sus padres y allí trabajar, tendría techo, comida y un lugar donde dormir, miéntras resolvía.

    Cuando llegaron casa de Mercedes, todos muy felices la recibieron, le preguntaron muchas cosas, conversaron por horas, y rieron con sus historias. Fue bien recibido el joven.

    Luego de un tiempo, los jóvenes deciden iniciar una relación más íntima, hasta llegar a casarse y construir una casa cerca de la familia de Mercedes.