LA MATERNIDAD by @mama.inmigrante

      Pero, había algo que nadie me había dicho de lo que es convertirte en mamá y lo pesado que puede llegar a ser estando lejos de tu familia y tu país. Nadie me había comentado lo sola que puedes llegar a sentirte, lo vulnerable que eres en tus días de post parto, lo cansado que es la lactancia materna exclusiva. Fueron días muy duros para mí y mi esposo; era una montaña rusa de emociones. Aitana, como todo bebé recién nacido, demandaba demasiado, pero era muy poca la ayuda que podíamos tener.

      Aún recuerdo el día que abandonamos el hospital. Ella, mi esposo y yo en un taxi de regreso a casa, yo protegiéndola del frío que pega en Ciudad de México por esos días, de esa contaminación que muchas veces en una ciudad como esta se vuelve tan pesada. Recibí mucha ayuda de mi esposo, se levantaba muy temprano a dejar ropa lavada y tendida, desayuno listo para llegar cansado del trabajo a hacer mi cena y terminar todo aquello que en el día yo no había podido hacer. Y yo pensaba "qué afortunadas suelen ser esas mujeres que en su post parto tienen la casa repleta de otras mujeres para ayudar". Pero, a mí no me toco así.

      Ni hablar de esas primeras noches que desvelé en la distancia a mi hermana para pedir consejos (“la bebé hace para vomitar, la bebé se está irritando, la bebé quiere estar pegada del pecho toda la noche”) preguntas simples, pero complicadas de resolver para una novata como yo.

      Aitana se convirtió en mi más fiel compañera, mi princesa soñada. Es una bebe de 1 año y 8 meses, aún sigo aprendiendo de ella, más de lo que ella puede aprender de mi. Siempre juntitas, tan pegada a mí y yo a ella que ya parecemos una sola, un camino que apenas comienza, pero que me ha enseñado tanto que parece que mi vida y mi forma de ser dio un giro de 180° y agradezco a Dios por ese giro. Ya no visualizo mi vida sin mi princesa azteca.