LA PRINCESA Y SU ATADURA

Tu cuerpo me absorbe,
tu alma respira,
cada vez que pronuncio tu nombre,
siento el eco de una herida.
Eres ardiente y oscuro,
como el infierno en mi alma,
se quema en lo profundo del pasado,
donde el ayer me ahoga.
La princesa rebelde se pregunta,
¿Qué es este frío en su pecho?
Una voz susurra en la sombra:
"Soy la soledad, tu reflejo."
Habito en los miedos callados,
me alimento de dudas y heridas,
te aferro al fantasma del pasado,
te robo las fuerzas, la vida.
—Despréndete de mí —grita el eco—,
o seré tu sombra eterna.
Si no dejas atrás tu tormento,
morirás encadenada a esta pena.
Princesa rebelde, alza el vuelo,
vive sin miedo, sin ataduras,
deja que apolo guíe tus pasos,
y la soledad nunca más te alcance.

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