Don gallo - Lunes de Cotinart

Don gallo vivía feliz en su gallinero junto a tres hermosas gallinas.

El dueño los trataba muy bien y los dejaba salir al terreno aledaño de su casa todos los días, hasta que el sol se ponía en el horizonte.

Los cuatro se metían en su gallinero mansamente para protegerse del frio de la noche y de los animales que transitan por allí a esas horas, entre ellos murciélagos y lechuzas.

Todos los días las gallinas ponían 1 huevo cada una y estos servían de alimento al señor Gabriel, un anciano que cuidaba el lugar, ya que los dueños se marchaban a su casa que estaba cercana de allí.

Desde pequeños los cuatro se encontraban allí, crecieron juntos y eran una familia que a veces otros animales del lugar envidiaban, como el pato que se burlaba cuando ellos se acercaban a su piscina a darse un baño.

Una noche de tormenta todo cambió.

Tres hombres irrumpieron en el lugar y perturbaron su sueño, rompiendo la jaula.

-Agarra las gallinas para hacer la sopa.

Dijo uno de ellos.

Comenzaron a gritar para que los escuchara el viejo Gabriel, pero los truenos impedían que sus pedidos de ayuda resultaran exitosos.

Como todo un gladiador Don gallo se les enfrentó, logró detenerlos por unos minutos, el perro igual intervino, pero recibió un golpe de uno de ellos y cayó desmayado al piso.

Uno de los ladrones logró agarrar al gallo por el cuello y estaba decidido a matarlo, pero uno de sus compañeros le dijo.

-Suéltalo, la carne de esos es muy dura y acá tenemos tres gallinas que son suficientes.

Así lo hizo y el animal casi asfixiado cayó al lado del perro, mientras estos lograban atrapar las tres gallinas a quienes sin piedad asfixiaron por el cuello y las metieron en un saco que llevaban.

Don gallo pudo observar casi desmayado el atroz acontecimiento antes de perder el conocimiento.

Cuando despertó ya no llovía y Gabriel y los dueños los miraban preocupados.

-Debemos buscar otro perro y habrá que contratar un vigilante, para poder traer más gallinas.

Han pasado dos meses y Don gallo vive triste en su jaula, esperando nuevas compañías y ya no sale al patio.

No ha visto más al perro por lo que presume que murió, en su lugar hay dos muchos más grandes y feroces que durante toda la noche cuidan el lugar.