Luego de que mi mundo se volteara boca arriba, decidí seguir un sueño y me mudé al otro lado de la ciudad. Todo con el propósito de comenzar de cero. No fue fácil pero tampoco imposible.

Mi amor por la lectura fue la que me ayudó a darle inicio a ese sueño que tenía, porque gracias a mis visitas a la biblioteca fue que conocí a una mujercita muy cariñosa, muy baja ella en comparación a mis 1.80 CM, toda ella era pequeña pero con un corazón enorme.

Esa tarde que la conocí estuvimos conversando y allí me dijo que trabajaba en una escuela para niños de condiciones especiales, y que tenía la preocupación de que un grupo de los niños había quedado sin orientador que los ayudara. Como no tenía nada que perder y sabiendo que ayudaría a esta linda mujercita me ofrecí de voluntario y así fue que le di inicio a mi sueño sin saberlo en ese instante.

Comencé a trabajar en esa pequeña escuela, mi sueño era ser un escritor reconocido, crear historias que fueron conocidas y por eso en mis ratos de soledad agarrar un lápiz y mi libreta y comenzaba escribir. La mujercita era como mi musa para mí relatos, ella se llama Nieves pero le llamaba Blancanieves debido a que su físico es como el de la princesa de ese cuento, ella le gustaba leer también y a los niños le contaba las fábulas del escritor Esopo y es muy apasionada con lo que hace.

Un día me tocó leerle un cuento y quise usar uno de los míos, todos me prestaron atención y a todos les encantó mi historia, entonces la directora quiso que lo hiciera seguido. Ese grupo estaba una linda niña que siempre llevaba una capa sobre su cabello como la usaba la caperucita roja en los cuentos, esta niña tenía autismo y muy poco se comunicaba con los demás pero era la que prestaba más atención a mis historias.

Una tarde, organizar un para que la hora de lectura asistieron los padres, no voy a mentir, me puse nervioso debido a que me preocupaba la opinión de ellos ya que mis historias no eran la de los cuentos de los libros que había en la biblioteca y estaba la posibilidad de qué a los padres no le gustaron pero aún así le leí mi historia qué trataba de un niño especial qué se convertía en superhéroe.

Al terminar, uno de los padres se me acerco, era el papá de la linda niña de la caperucita, muy contento curioso me preguntó de donde había sacado esta historia y que su hija le gustaban todos los cuentos también que el deseaba volver a leerselo a la hora de dormir. Lo que orgullosamente le dije que todas eran de mi autoría y que no estaban en libros sino en una libreta vieja y desgastada. Allí el asombrado me preguntó "¿No ha pensado en publicarlos?" Y le comenté que no había tenido la oportunidad lo que me respondió "¡está de suerte! Yo soy dueño de una editorial y me gustaría publicar sus historias".

Y así fue que pude cumplir mis sueños, después que pensé que había perdido todo.