Saludos a todos los amigos de #steemvenezuela, para mí es un gusto escribirles el día de hoy, esperando que se encuentren bien física y espiritualmente, disfrutando de estas fechas en familia, rodeados de salud, paz, comida, abrazos y sobre todo mucho amor!! Hoy en lunes de escritura, comparto con ustedes la segunda parte de una experiencia personal que tuve cuando era niña. Les invito a leer la Parte 1 - Pedir la Bendición de esta entrega

Mi abuela creía en Dios, constantemente nos repetía: -¡No debemos vivir apartados de Dios!- Por eso decidió inscribirnos en clases de catecismo, para que aprendiéramos a rezar. Tres tardes a la semana un grupo de niños del pueblo, mis hermanos y yo asistíamos a la casa comunal a recibir las lecciones de catecismo. Allí aprendimos todo lo necesario para poder bautizarnos y hacer la primera comunión.

Cuando mi mamá nos dejó en casa de la abuela, me dijo: -Vengo en diciembre, antes de tu cumpleaños debo estar de regreso-. Desde el frente de la casa de mi abuela se podía ver la entrada del pueblo, yo me sentaba cada tarde viendo en esa dirección porque por allí llegaría mi mamá. Pero pasó mi cumpleaños y mamá no llegó. Ese año cumplí nueve, por mucho tiempo consideré este como el peor de todos mis cumpleaños, porque era la primera vez que no la pasaba con mis padres y todos mis hermanos.

Hasta que un día, estando sentada junto con mis hermanos, como todas las tardes, ocurrió lo que estábamos esperando: ¡vimos llegar a mi mamá! Fue maravilloso, salimos corriendo a su encuentro gritando: -¡Mi mamá, mi mamá, llegó mi mamá!.- Realmente estábamos muy felices de verla después de ocho meses ausente. Recuerdo que, entre lágrimas, le dije a mi mamá:

-¡Muchacha! ¿Cómo es eso que tu abuela los tortura?- respondió mi mamá, deteniéndose en el camino a escuchar mi respuesta.

-¿¡Cómo es la cosa!? ¿Bautizarlos? –Respondió mi mamá- ¡Tu abuela me va a oír, ella no puede decidir eso, no le corresponde! –añadió muy molesta

Ese día mi mamá y mi abuela discutieron largamente por sus creencias, hasta que finalmente llegaron a un acuerdo: no más clases de catecismo, no más rezos ni rosarios, tampoco nos bautizaríamos ni haríamos la primera comunión, pero sí teníamos que continuar pidiéndole la bendición mientras viviéramos en su casa. Aunque mi abuela creía en Dios, ya no nos obligaba a cambiar nuestra opinión, solo nos decía constantemente: -¡Un día se van a dar cuenta de que su papá está equivocado y que Dios sí existe, no debemos vivir apartados de Dios.

Así pasaron los años y para el inicio de 1.986, mi abuela empezó a sentirse mal, decía que sentía mucho ardor en el estómago, el médico del pueblo recomendó a mis tías llevarla a la ciudad para ponerla en control con un especialista y determinar que tenía exactamente. Mis tías hicieron todo lo necesario por ayudar a mi abuela, la llevaron a Caracas al control con el médico especialista, el cual finalmente determinó que mi abuela tenía cáncer de estómago. La noticia nos las dio la tía Rosa, ella estaba muy preocupada porque el cáncer estaba muy avanzado. Después de eso, no se nos dijo nada más de asunto, en mi familia esos temas se hablaban únicamente entre adultos.

Llegó diciembre -el mes de mi cumpleaños-, también nos llegó la noticia de que mi abuela regresaría a casa, en unos días estaría de vuelta, nos esmeramos en limpiar y arreglar su cuarto, estamos muy contentos de que finalmente mi abuela regresaría después de estar casi todo el año ausente. Mi abuela llegó a casa, pero, estaba totalmente cambiada, su cabello largo ya no estaba, su cuerpo gordo ahora eran huesos cubiertos de piel, se la veía muy enferma, no podía caminar, ni hablar, ni comer, solo le mojaban los labios con un algodón empapado en agua. Después supimos que los médicos no pudieron hacer más por ella y la enviaron a morir a su casa. Nos quedamos sin palabras, mi mamá y mis tías estaban muy tristes por todo esto. Mi cumpleaños número 13 se acercaba y todos estábamos tristes.

Mi hermano mayor intentó darle “magnetismo” a mi abuela y usar su poder mental para sanarla, por alguna razón esto no funcionó, él hacia todo como mi papá le había enseñado, no entendíamos qué estábamos haciendo mal. Así fue que decidí comprobar si realmente Dios existía, le pedí en oración que sanará a mi abuela. Cuando le conté esto a mi mamá, ella me dijo: -Tu abuela está muy mal, su cuerpo necesita descansar. Si quieres comprobar que Dios existe, pídele que tu abuela deje de sufrir-.

Llegó el 16 de diciembre, un día antes de mi cumpleaños, mi abuela agonizaba y en cualquier momento sucedería… En oración le pedí a Dios: -¡Dios, si tú existes, no permitas que mi abuela se muera hoy, un día antes de mi cumpleaños, porque entonces mi mamá siempre estará triste en esta fecha, permite que ella pueda pasar este día por favor!-. Durante todo ese día estuve repitiendo esta oración.

Ese 17 de diciembre cumplí 13 años, esa mañana antes de levantarme de la cama, lo primero que hice fue orar a Dios: -¡Dios, si tú existes no permitas que mi abuela se muera hoy, día de mi cumpleaños, porque entonces mi mamá siempre estará triste en mis cumpleaños, permite que mi abuela pueda pasar este día por favor!- De repente escuche unos gritos y mucho llanto, mi hermana entró en mi cuarto y llorando me dijo: -¡Mi abuela se murió!-. -¿Queeeé?- Grité -¡No puede ser! ¡Mi abuela no se puede morir hoy!- Me tumbe en la cama y en silencio repetía mi oración: -¡Dios, si tú existes no permitas que mi abuela se muera hoy, día de mi cumpleaños!!!- De repente mi hermano entró corriendo en el cuarto y nos dijo: -Mi abuela revivió, ya no está muerta!- Yo sentí un gran alivio, decidí quedarme en mi cama repitiendo mi oración.

Casi no dormí en toda la noche, había mucha gente en la casa, familiares que habían venido desde lejos a “despedirse” de la abuela. Ese 18 de diciembre continué con mi oración y desde muy temprano le seguí pedí a Dios: -¡Dios, si tú existes no permitas que mi abuela se muera hoy, un día después de mi cumpleaños, si tú existes permite que ella pueda pasar este día por favor! .Ese día tampoco quise comer ni salir de mi habitación, sólo me quedé acostada repitiendo una y otra vez mi oración. No sé en qué momento me quedé dormida, creo que me venció el cansancio de las noches anteriores sin dormir bien.

El 19 de diciembre de 1.986, mi abuela falleció alrededor de las nueve de la mañana a causa del cáncer. Me sentí culpable porque ese día no hice mi oración, me quede dormida y me desperté con la noticia de la muerte de mi abuela. Con el paso de los años me fui dando cuenta que mi abuela tenía razón, mi papá estaba equivocado, Dios si Existe y no debemos vivir apartados de Él, esto lo he podido comprobar por mi misma!!!