Es muy necesario que una vez respondidas las interrogantes tengamos claro que el perdón no es un deber es un don, que nos permitirá reiniciar y reconciliarnos con los demás y con nosotros mismos. Tenemos que tomar en cuenta que las cicatrices de la herida no desaparecerá por arte de magia pero perdonar nos dará la paz y tranquilidad aunque muchos piensen que el perdón no es más que el enésimo producto del egoísmo humano, que, en el fondo, uno no perdona sino para sí mismo, para poder dormir tranquilo. Y puede ser que si… porque nos desgastamos tanto con las acciones de los demás que perdonarlos es la mejor manera de demostrarles que somos mejores seres humanos aunque la frase típica ¡Perdono pero no olvido!

Pero a pesar de todo, aunque el perdón no reparara la ofensa ni desaparecerá la herida, aunque la cicatriz siempre permanecerá, sin perdón no hay posibilidad de continuar y en nosotros está ese empuje de valor que necesitamos para pasar esa página y simplemente seguir adelante.

El perdón no cura ni cierra las heridas, todo lo contrario: las mantiene abiertas, pero eso no impide vivir, sino al revés, es la única posibilidad de vivir.