El Mundo cambia, el tiempo corre y nuestra visión cambia
Me he percatado recientemente que el tiempo pasa muy rápidamente, y de una forma que muchas veces no advertimos. Esto lo digo por muchas razones, pero una de ellas fue que me sorprendió pensar que hace 10 años era 2014 y hace 20 años fue 2004. Parecen años tan lejanos ahora, pero están en mi mente tan nítidos y frescos como si hubiesen sido ayer, y ello de verdad es lo que me hace darme cuenta de que el dicho que reza que el tiempo es un Titán, es muy cierto.
Nuestra visión cambia con los años
Muchas cosas han cambiado en los últimos 20 años ¿Y cómo no podría ser así? Es lógico pensarlo, porque pensemos que una persona que haya nacido en el 2004 ya tiene 20 años, y ya es mayor de edad desde hace 2 años. Así que es abrumador el tiempo cuando lo vemos de esa manera, y es un fenómeno que pasa para todos nosotros; no se detiene y solo tenemos dos opciones: Aprovecharlo, o bien lamentar haberlo perdido; yo prefiero lo primero.
Por ello les mencionaba que es lógico que nuestra visión, pensamientos, opiniones y formas de ver el mundo cambien también con los años; y entre más años pasen, más distintas pueden ser nuestras percepciones sobre ciertos asuntos. Y esto es porque los matices cambian, los tiempos cambian, las personas cambian, y todo está sujeto a cambio, por lo que lo que ayer era moda, hoy es vintage, lo que hace unos años se permitía y era normal, hoy puede estar censurado, prohibido o ser políticamente incorrecto.
Pero así es todo; ya que el mundo evoluciona y la sociedad evoluciona, en función de los cambios que experimentamos las personas como individuos y como conjunto.
Yo hace 20 años
Hace 20 años, me encontraba en un punto muy distinto a aquel en el que me encuentro hoy; y no estoy diciendo con eso que hoy me encuentro mejor que en ese entonces, que he alcanzado todas mis metas y que soy la persona en la que quería o pensaba convertirme. Y no, no me estoy lamentando aquí por nada.
El punto es que no soy lo que pensaba que sería y tampoco soy igual a como solía ser, sino que soy muy distinto ahora de como era yo para aquel entonces; y esto es así tanto en los aspectos laborales y generales, como en los más específicos y personales. A nivel laboral, ya entendí que no me siento bien trabajando para nadie más que para mí mismo; cosa que hace 20 años yo no sabía -de haberlo sabido me habría ahorrado muchos problemas todo este tiempo-.
De hecho, yo poseía tal nivel de ingenuidad que creía que un buen objetivo de vida era encontrar un empleo que me pagara excelentemente y que me permitiera alcanzar todos mis objetivos de vida, tanto a nivel personal como financiero. Hoy lo pienso y me río, no solo ante lo absurdo de pensar eso en el país en el que vivo, como de pensarlo a cualquier nivel una vez que sabes como se mueven los hilos en el mundo.
Me hacía falta entender que el mundo no funciona así, y por ello, luego de varios empleos entendí que nadie verdaderamente ambicioso, puede alcanzar todos sus objetivos por solo dedicarse a trabajar para otro. ¿Cuándo entendí esto? Cuando veía que a pesar de mis mejores y más grandes esfuerzos en mi trabajo, y a pesar de lograr resultados excelentes, mis empleadores se negaban a darme un simple aumento de sueldo; por no ser yo el tipo de persona que anda presumiendo de lo que hace o no hace, de lo que tiene o no tiene, y por no ser un "lamebotas".
Pero especialmente, entendí todo esto cuando comencé a valorar el tiempo como lo que es, el activo de mayor importancia en la vida de todo ser humano. Aquel que no se puede comprar, y tampoco vender; y eso es fundamental comprenderlo y marcó un antes un después en mi interacción con el mundo y la percepción del mismo.
El tiempo ni se compra, ni se vende
Piénsenlo un segundo, los seres humanos tienen un tiempo limitado de vida, y cuando se acaba, no hay mundo ni manera de recuperarlo, es como un vaso de agua que se ha derramado y no puedes volver a vertir el líquido en el vaso por más que quieras. Puedes tener todo el dinero del mundo en tus cuentas bancarias, y sin embargo, no podrás alargar ni un segundo tu existencia, ni podrás comprar un minuto de vida a nadie. Y nadie, por mucho que quiera venderte un minuto, una hora, una semana, un año más de vida o cualquier cantidad de tiempo, recalco, nadie podrá vendértelo, porque el tiempo es algo único, particular, y cada ser humano tiene un tiempo de vida programado que no puede cambiar como si fuese mercancía.
Pero lo curioso e incongruente es que en el mundo el tiempo se trata -a nivel laboral- como exactamente eso, es decir, se trata como una mercancía. Los empleadores buscan comprar los esfuerzos de los trabajadores a cambio de dinero, lo que traducido significa tiempo de vida. Pero más allá de eso, donde fallan más es en el hecho de querer comprar el trabajo de alguien a razón de horas, en lugar de valorar el esfuerzo, la eficiencia y la excelencia.
Porque si me pongo en la piel de un empleador, por un segundo, claramente entiendo que a mí me da igual que un trabajador cumpla "X" cantidad de horas en el trabajo, y que sea puntual, etc; si no consigue los resultados que deseo. Lo que a mí me resulta es que el trabajador sea productivo, ya que eso es lo que me permitirá ganar más dinero a mí; y gracias a eso (y no a la cantidad de horas que asista a trabajar) es por lo que yo le pagaría un sueldo a alguien que sea acorde con sus capacidades.
Traduzco por si no se me entendió: Si yo contrato a alguien para cavar un hoyo en un terreno, valoraré más el trabajador que lo cave antes, que aquel que pasó mucho tiempo para poder hacerlo. No es práctico pagar por el número de horas que alguien pasa cavando como un poseso, y pagarle en función de horas por un trabajo que puede pasar años realizando, en lugar de eso, más práctico es pagarle a alguien que acabe el trabajo mucho antes por hacer uso de su intelecto y capacidad de trabajo efectivo.
Todo lo que he señalado hasta ahora debería hacernos entender que yo no puedo -ni nadie en realidad puede- comprar ni pagar por el tiempo de otras personas; ya que no me resulta, no es práctico y técnicamente no hay dinero sobre la faz de la tierra que realmente pueda -en el sentido más profundo del tema- comprarlo. Lo que sí debe pagar todo empleador es por la capacidad de las personas para generar resultados apreciables para él y su empresa de la mejor manera y en el menor tiempo posible.
Y es por eso que mi visión del mundo del trabajo es... No trabajar para nadie
Ahora, no estoy diciendo que esta forma que tengo de ver el mundo, sea la mejor, ni la perfecta, ni la que todo el mundo deba seguir. Hace tiempo que dejé de pensar que yo podía ser un modelo a seguir -en mis años de juventud erróneamente lo llegué a pensar- así que no se trata de eso. Yo sé que no todo el mundo es capaz de comprender estos conceptos y no pretendo tener la "madre de todas las soluciones" a nada de nada en este mundo.
También entiendo que no toda persona tiene la capacidad ni los medios para trabajar por su cuenta; así que cada quien debe asumir su postura en torno a este tema en función de su situación particular.
Lo que estoy diciendo en cambio es que por todo esto que les menciono, aprendí a que en mi caso, no estoy dispuesto a trabajar para nadie más, porque mi tiempo es para dedicarlo a cosas productivas y no para intentar venderlo a precio de "gallina flaca" para nadie que no lo valore. Y créanme, con los años he entendido que si no aprendemos a valorar nuestro tiempo y a valorar nuestro trabajo y a nosotros mismos como personas, nadie más lo hará.
Ahora, como ya dije, la visión de los seres humanos evoluciona en el curso de los años, así que lo que pienso en estos momentos sobre esto, no puedo garantizar que será lo que piense al respecto en unos años. Pero de momento, ya saben lo que pienso respecto a todo lo que he hablado hoy.
Dicho eso solo me queda decirles por ahora: Éxitos y progreso para todos ustedes, lectores invisibles!