Saludos a todos los steemitas del mundo. Hoy me uno a esta iniciativa de "Lunes de escritura". Lo haré con un cuento que he titulado:

Siempre hubo reyes con amantes; pero ninguno había osado ponerse en evidencia en todo el reino.

Para escándalo mayor, hablábase de un maléfico dominio que la amante ejercía sobre el rey, obligándole a complacer cualesquiera de sus caprichos.

-Su majestad, en nombre de la corte, comunícole que los dimes y diretes sobre usted y Lady Margareth han puesto en duda su capacidad para dirigir nuestros destinos. Se comenta que es la mismísima Margareth quien dirige el gobierno.

No es bien visto en palacio que su excelencia le haya entregado "Las llaves de la ciudad" y menos que se le permita encabezar nuestra caballería vestida de Caballero, exponiendo nuestro ejército al ridículo.

El rey inclinó la cabeza y mostró su sonrisa, tonta y burlona en forma de "U", compañera inseparable de todas sus entrevistas. Luego dio media vuelta y se fue sin contestar. La preocupación crecía en Palacio, cualquier intento de ocultar la bochornosa situación era infructuosa. Los amantes se paseaban por los jardines unidos de las manos, fijas sus miradas, lento el caminar. Iban a festejos, ofrecían ágapes; y juntos, juntitos tomaban el té.

Y así, poco a poco, nuestro rey se limitó a vivir a la sombra de ella; y el reino caía a sus pies sin que su sonrisa se marchitara. Nobles, Duques y Marqueses huían con sus fortunas; el tesoro real se esfumaba en los caprichos de Lady Margareth, escaseaban los granos y el pueblo moría de hambre.

-Su majestad, vengo de los prados, otrora verdes, y solo abrojos he encontrado. Mueren hombres y animales por igual. Ya no hay corte, ya no hay reino, majestad.

El rey no contestó, le regaló su sonrisa y se dirigió a su apertrechado carruaje.

Ahora cuentan por doquier que hubo un rey que por amor perdió su reino y que anda por esos caminos del mundo apurando sus caballos en busca de la fuente de la eterna juventud.

Fin