En el Infierno también se baila Tango
Dos cuerpos se acercan lentamente, con una cadencia casi hipnótica; un hombre y una mujer, juegan a desearse, y se mueven suavemente con la música, se toman y sienten el calor uno del otro mientras se deslizan por la pista de baile. Él se planta firme y seguro mientras ella utiliza sus largas piernas para seducirlo al compás de la canción que finaliza dejando a todo el mundo maravillado. El hombre soy yo, y esa mujer es Lucia.
Ese era mi sueño, o más aun mi fantasía con el tango; hacia ya 6 meses que había iniciado a estudiar tango cuando la conocí, y el deseo de poseerla me hacia soñar despierto; pero para entender mi historia, deben entender como me inicie en el tango.
Había sido una transición compleja, tenia varios años practicando salsa, bacháta y todos esos bailes latinos que hacen que tengamos buena fama entre los anglos, cuando me cautivo un video de una pareja bailando tango; algo en mí, cambio para siempre, y decidí aprender ese baile que me parecía tan sensual.
Antes de iniciar había estudiado por varios años aquellos bailes en la academia dirigida por una maestra argentina, y en ese tiempo, demostré tener una inusual facilidad para el baile, tal vez de haberlo planteado a tiempo hubiera hecho una carrera con ello, pero no me interesaba mezclar mi pasión con mi trabajo, sentía que así perdería algo de su magia. Gracias a mi habilidad, me había convertido en su mano derecha para las clases, incluso había empezado a dar algunas clases yo mismo; así que cuando le pregunte por clases de tango, o fue difícil el convencerla de que aun en México, podría encontrar gente interesada en aprender.
Tal como lo esperaba, después de promocionarlo por un poco tiempo, iniciamos clases 5 personas, siendo yo el único hombre; situación que se mantuvo por 6 meses, en los cuales, para no variar, demostré una habilidad natural, con la cual me gane la admiración de la academia, sin embargo pese a mi progreso tan adelantado mis compañeras no mejoraban a la par mía y yo empezaba a desear mas; muchacho insolente y arrogante, a mis 20 años creía poder con el mundo, creía merecer algo mejor.
Fue entonces cuando a la clase llego Lucia una chica de unos 21 o 22 años, media 1.70 con unas hermosas curvas y tenía unas piernas que parecían no tener fin. Ella dijo venir de otra ciudad donde ella había estudiado tango en otra academia y quería continuar. Fue magia y química instantánea.
Desde el momento en que nuestras manos se tocaron, fue como si siempre hubiéramos bailado juntos, nos atrevíamos a realizar ganchos, sacadas y suertes al compás de la música de una manera que nunca había sentido antes. Mi espera había terminado, era la pareja que había deseado y ella acepto practicar conmigo mas allá de la clase.
Bailando juntos tanto como podíamos, realmente llegue a conocerla; era no solo bella, también era muy inteligente, y resultamos tener muchas cosas en común, aquello debía ser mentira, pues en el tiempo que nos acercamos no solo fui yo quien la deseo, ella se mostró interesada en mí también; me seducía en la pista cada que podía, acercaba sus senos a mi pecho, pasaba sus muslos por mi cuerpo en formas deliciosas que no podría describir y mas importante aun (y de hecho lo que me hizo darme cuenta de que ella me deseaba), fue que me lo dijo abiertamente.
La invite a salir como era natural, y ella me pidió que la llevara a un cierto bar fuera de la ciudad, a unos cuantos kilómetros donde dijo podríamos bailar tango, accedí a su petición de inmediato y así llego la noche de mi último tango.
Al entrar note una música deliciosa y sensual que contrastaba con las melodías tristes o sumamente animadas que escuchaba en la clase, música que invitaba a la sensualidad con la que ella me llevo a la pista… las luces apagadas y nuestros cuerpos se acercaban en la oscuridad con pasos lentos, la tome en mis brazos y bailamos por horas; cada pieza era una éxtasis, ella me tocaba y yo a ella con un descaro que me sorprendía nadie nos detuviera. Al final de la noche la lleve a su casa y ella me invito a pasar; la noche seria perfecta pensé, la deseaba y ella lo sabia.
Entramos a la habitación en un abrazo de pasión, besándonos como si fuera a terminar nuestra vida si nos despegáramos. Ella me empujo a la cama y apago la luz; aun en la oscuridad podía ver su silueta desnudándose, ella se acerca a mi y posa su cuerpo sobre el mio y comienza a besarme llena de pasión, no me dejaba respirar… de hecho, me empezaba a faltar el aire, debía respirar.
Ella se detuvo y cuando trate de respirar ella rasgo la piel de mi pecho con sus uñas, en realidad no había notado antes cuan largas y afiladas estaban; mas aun, no era posible que me hiciera sangrar de esa manera ¿o si?, le dije entonces que era conveniente tomar las cosas con mas calma, o al menos pensaba hacerlo, mas ella llevo mis manos a sus senos y perdí la noción de mis pensamientos; era difícil pensar, de hecho era difícil respirar aun, pero no me importaba mientras pudiera verme reflejado en esos hermosos ojos ¿rojos?, no esto no estaba bien, sus ojos eran de un color chocolate hace un segundo no rojos, y hace un segundo podía moverme libremente, ¿cómo es que era ella tan fuerte?.
Ella se mecía sobre mi como si estuviéramos en plena relación sexual, de hecho ¿Cuándo fue que perdí mi ropa, o cuando fue que entre en ella, ahora me daba cuenta que realmente lo estábamos haciendo, aunque yo no podía sentir nada?
¿Lucia?, empecé a preguntar, pero ante el sonido de su nombre, una risa fría que sonaba como suya y a la vez como si viniera de varias mujeres a la vez me respondió.
–Eres un soberbio idiota, estoy segura que te preguntas como es que no recuerdas cuando me la has metido, o mejor dicho, cuando he tomado lo que deseaba. Aun no entiendes porque no sientes nada, jajá, imbécil es la hora de que entiendas que estas muerto, o bueno muy pronto lo estarás. ¿Entiendes acaso que Lucia no existe?, ¿ o eres tan arrogante para pensar que la suerte te tenia preparada una mujer como yo?, pues la suerte te ha jugado mal y tu niño arrogante me servirás de alimento, eso es lo que pasa cuando te entregas a Lujuria—
La luz desaparece lentamente y me siento flotar, no me siento caer, siento calor, mucho calor y todo esta oscuro excepto por esa tenue luz, y es entonces cuando veo a lucia por primera vez como es en realidad, veo a ese demonio que me mato, porque ahora se que estoy muerto, veo a la madre del sexo desenfrenado y al súcubo del deseo…Lujuria es su nombre, lujuria es mi pecado, aunque también mi arrogancia si lo pienso bien; deseo gritar, pero en el infierno no obtendrás lo que deseas, y Dios en el cielo que me has abandonado, ¿porque es que aun la deseo a ella? .
Mientras intento alcanzarla los veo. Dos cuerpos se acercan lentamente, con una cadencia casi hipnótica; un hombre y una mujer, juegan a desearse, y se mueven suavemente con la música, se toman y sienten el calor uno del otro mientras se deslizan por la pista de baile. Él se planta firme y seguro mientras ella utiliza sus largas piernas para seducirlo al compás de la canción, pero en esta ocasión el hombre que veo no soy yo, y la mujer no es Lucia.
Puedo decirte hoy, que en el infierno, el Diablo baila tango con Lujuria..
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