La libertad.
¿Qué es la libertad?
Muchos tienen un concepto erróneo de lo que es la "libertad", nuestra sociedad suele pensar que libertad es significado de hacer "todo lo que se quiera" y no, libertad es hacer lo que se debe dentro de nuestra sociedad y hay que ganarla día a día cumpliendo con nuestras obligaciones, es un don que debe ser administrado cuidadosamente.
El estado de libertad define la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni impedido al deseo de otros de forma restrictiva. En otras palabras, aquello que permite al hombre decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también responsable de sus actos. En caso de que no se cumpla esto último se estaría hablando de libertinaje. Pues la libertad implica una clara opción por el bien.
El valor de la libertad
No es lo mismo ser libre que usar correctamente la libertad. Apreciamos, con razón, la libertad en sí misma y reconocemos que es bueno ser libres. La libertad nos ennoblece como seres humanos y nos permite participar en cierto modo de la libertad de Dios. Sin embargo, podemos también abusar de la libertad. Si existen leyes, policías y prisiones es porque existe la posibilidad real de que usemos mal nuestra libertad. En cierto momento, estas instituciones se colocan delante de uno y le dicen: «Lo siento, amigo, has ido demasiado lejos. Te has pasado de los límites».
Los pecadores pecan en nombre de la libertad, mientras que los santos ejercitan su santidad precisamente bajo esta misma bandera. Charles Manson fue capaz de asesinar un buen número de personas inocentes porque era libre. Y por esta misma razón, Juana de Arco dio su vida en lugar de renunciar a la misión que Dios le había encomendado. De hecho, no puede haber pecado, ni crimen, ni violencia si no hay libertad, como tampoco puede haber santidad, ni virtud, ni bondad, ni amor.
Sin embargo, la libertad no es, en realidad, la inspiración de horribles crímenes, ni tampoco de heroicos gestos de virtud. Sólo es la condición necesaria que permite que estos actos se realicen. Cuando se ve la libertad como un absoluto, desligada de todo principio, puede llevar a los más graves abusos. Como dijo Juan Pablo II en un discurso en Polonia en enero de 1993: «La libertad entendida como algo arbitrario, separada de la verdad y de la bondad, la libertad separada de los mandamientos de Dios, se vuelve una amenaza para el hombre, y conduce a la esclavitud; se vuelve contra el individuo y contra la sociedad».
Entonces sí somos libres y carecemos de valores ¿qué haremos? Los valores son los que te dirán; ésto es bueno, es correcto y ésto no.
La libertad no es lo mismo que el derecho de hacer algo, aunque los dos se confunden con frecuencia. «¡Puedo hacer lo que me plazca! ¡Este es un país libre y soberano!». El hecho de que sea libre para hacer algo (sin constricción) no me da derecho para hacerlo. Soy libre para matar a una persona -tal vez nadie me lo podrá impedir físicamente-, pero no tengo derecho de matar.
libertad NO JUSTIFICA NADA.
La verdadera libertad es la capacidad para dirigir nuestros sentimientos, pasiones, tendencias, emociones, deseos y temores bajo el gobierno de nuestra razón y voluntad. Así entendida, la libertad requiere que cada uno sea de verdad señor de sí mismo, decidido a luchar y vencer las diferentes formas de egoísmo e individualismo que amenazan su madurez como persona. Las personas verdaderamente libres son abiertas, generosas en su dedicación y servicio a los demás.
¿En qué momento dejamos de ser libres?
Dejamos de ser libre en el momento en que creemos que ser libres es hacer lo que nos plazca y terminamos convirtiéndonos en esclavos de nuestros vicios, nuestras ideas, actitudes, cuando no soltamos por miedo al cambio, cuando nos creemos que no somos capaces de lograr algo grande y que nos merecemos lo que nos pasa, dejamos de ser libres cuando dejamos de soñar con el mañana, con un futuro mejor y sí, hay ataduras físicas, pero solo sí queremos, nuestra mente también estará en prisión, ella es libre. Un hombre encarcelado no podrá salir de un área determinada, pero si mantiene su libertad de imaginar, de soñar, de amar, no podrá ser considerado prisionero; por el contrario un hombre puede vivir en la libertad de un inmenso bosque, plagado de recursos para cumplir sus necesidades básicas y sin embargo, sentirse esclavo por que sus pensamientos no le permiten gozar de dicha libertad.
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