Un día como pocos, de locos
Usualmente no soy de hablar de las cosas que me van pasando por la vida con las personas, soy más de escuchar a los demás, pero como no le cuento casi nada a nadie (ni a mi novia, ni mis padres) quiero hacerlo por acá y es que lo que me pasó ayer 22 de agosto fue sin duda uno de los días más locos y quiero contárselos.
Fuente
Este pasado miércoles 22 de agosto comenzó como cualquier otro día, me desperté temprano para ir a clases presenciales a la universidad para luego ir a trabajar en la radio en la tarde, ya que cuando me toca ir a la UFT (una semana sí y una semana no) voy solo en las tardes a cumplir mis labores en Radio Fe y Alegría.
Ese día llegué a la universidad y cuando esperaba por clases una compañera me indica que no había terminado un trabajo, el cual era un guion radiofónico para la materia de Producción Radiofónica, por lo que tuve que bajar a laboratorio y comenzar a terminar el guion (primer estrés), luego irlo a imprimir al rato de haber acabado.
Llegado a dónde sacan copias (a que care e´ culo le llamamos nosotros) iba a pagar por transferencia ya que el monto de la impresión estaba muy costoso y el problema del efectivo es un dolor de cabeza diario para los venezolanos. Bueno, yo tenía para transferir desde el Banco Venezuela, el cual tiene una de las peores plataformas de todo el país, ya que no tiene mucha capacidad porque no abre cuando muchas personas ingresan en la página (osea casi nunca).
Más de media hora tratando de abrir mi cuenta y nada y la profesora reiteraba que debía ser impreso el guión, al rato llegó un compañero (quien tampoco puedo ingresar a su cuenta), pero le terminó resolviendo un familiar.
Al final logramos entregarlo, ver clases y luego disponernos a agarrar Transbarca (transporte público en la ciudad subsiado en parte por el gobierno). Fue esperar, como siempre, casi una hora para lograrnos montar en un bus.
En el camino sentía que me iba a desmayar, tenía una gripe que me debilitaba todo y había un calor terrible que todos dentro del autobús sudábamos como cochino, y eso fue por una hora más mientras llegaba a la parada donde me quedaba.
Tras aguantar de pie y débil todo el trayecto, al bajar comienza a llover por lo que llegué emparamado a la radio.
Adentro no hubo casi problemas, salvo cosas que pasan generalmente que ya me parecen comunes, la odisea comenzó a partir de las 5:30. Yo salgo a las 5 pm (supuestamente), pero siempre termino saliendo más tarde (cosa que no sé si lo valoran, pero lo hago por mí, porque todavía me siento con energía y dispuesto a no irme hasta terminar mi trabajo bien –a diferencia de otros-).
A esa hora me llama mi mamá quien tenía pensado irse a visitar a mi hermana que vive en otra ciudad, pero no se pudo ir porque el pasaje lo aumentaron el doble de un día para otro (y en efectivo). Tras no poder conseguir pasaje trataron de subir a irme a buscar, pero cuando iban en camino se les apagó el carro y no quiso prender más, eso fue en la calle 50 y la radio queda en la 57.
Al salir mi compañera me da la cola hasta la 50 y cuando llego aún no habían reparado el carro. Esperamos que siguieran intentando hasta las 6:30 pm, después mi padrastro se rindió, nos tocó llevar empujado el carro por solo esas SIETE CUADRITAS, pero lo cierto es que esas cuadras son en subida y quienes estábamos empujando éramos dos personas nada más, mi padrastro que es gordo y pesa más de 130 kg y yo que andaba todo mocoso y débil por la gripe.
A un cuarto para las ocho fue que llegamos a la radio y logramos guardar el carro (todos cansados), luego era pensar como bajábamos, quienes nos podían buscar no estaban en el país, tenían su carro dañado o cualquier otra razón. Era ir a una de las avenidas más peligrosas de la ciudad (av Pedro León Torres) a esperar carro.
Al llegar allá no había un alma, por lo que nos tocó comenzar a caminar para ver si lográbamos montarnos en un taxi en otro lugar, cuando íbamos por la 43 ya bajando escuchamos una plomamentazón (tiros por todos lados) en la calle 42, nos resguardamos hasta que acabó, luego comenzamos a caminar por donde iban las demás personas (más abajo si había un poquito más de gente) y pasamos por la mencionada calle y estaba un chamo tirado botando sangre por la boca y con un funcionario de seguridad encima dándole patadas en la cabeza, el policía le decía a otro que en la otra esquina habían dos chamos más que habían sido atropellados por un carro.
Luego pasamos eso y caminamos por toda la 42 hasta llegar a la av Venezuela con calle 37 donde estaba la parada del gran Transbarca (otra vez), ya era la única opción que teníamos porque no había ningún tipo de transporte y ya eran las 9 pm.
Un señor nos decía que todos los días agarra ese autobús que pasa a las nueve y cuarto, después de tanta incertidumbre apareció el bus a las 9:30 y nos logramos subir. Como venía casi vacío en cinco minutos ya estábamos en las trinitarias, un poco más cerca de nuestra casa.
En la parada se nos hizo las 10 y no pasaba ningún carro. Al rato pasa un amigo de mi padrastro que trabaja de taxi, iba a llevar a un muchacho a otro sector y luego nos podía llevar. Nos subimos y no habíamos rodado 200 metros cuando se le desinfla un caucho…
Fue esperar más de una hora ahí mientras que le traían el caucho para luego llevar al muchacho y disponernos a llevarnos a casa, y bueno era la única opción porque en todo el tiempo que estuvimos esperando el caucho de repuesto que le iban a llevar no pasó ningún carro para irnos.
Lo cierto fue que terminamos llegando a las 12 am a mi casa con hambre y cansados para ponernos a cocinar y acostarnos porque todos nos debíamos despertar muy temprano a hacer muchas diligencias a pesar que el cuerpo parecía que tuviese chikungunya.
Lo bueno es que días como ese son casi nulos, la idea no es quedarse enganchados en ese tipo de situaciones, sino vivirlo y luego dejarlo atrás, dejarlo pasar, ya que de todo se aprende y eso es lo que nos ayuda y define a ser lo que somos hoy día, por eso quise contarle uno de mis 365 días, que fue sin dudas “un día como pocos, de locos”.
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😂que odisea pana!!! Te entiendo, Hay días así. .. menos mal que pocos.
Sí bro, pero bueno pa´ lante, la diferencia está en la actitud de nosotros ante esa situación jajajajaj. Saludos