Poeta de Manicuare-Estado Sucre-Venezuela para el mundo
Cruz María Salmerón Acosta nació en El Guarataro de Manicuare el 3 de enero de 1892 y murió el 30 de julio de 1929. Sus estudios de primaria los realiza en Manicuare, más tarde pasa a la Escuela de Pedro Luis Cedeño, en el barrio Toporo de Cumaná, llamado actualmente calle Cedeño. La secundaria la cursó en el Liceo Federal, a cargo de Silverio González. Obtiene el título de bachiller en el año 1910. Con 18 años de edad se va a la Universidad Central de Venezuela a estudiar la carrera de Derecho. Una vez en la capital, Cruz María se hospeda en una residencia de estudiantes. Con él dos compañeros, uno de éstos su amigo Ramos Sucre, quien es compañero de promoción.
Conocido como “el poeta del martirio” y "El solitario de la cima de Manicuare", en el año 1911 escribió su primer poema dedicado a su inseparable amigo, el también poeta, José Antonio Ramos Sucre. He aquí el poema,
CIELO Y MAR
En este panorama que diseño
para tormento de mis horas malas,
el cielo dice de ilusión y galas,
el mar discurre de esperanza y sueño.
La libélula errante de mi ensueño
abre la transparencia de sus alas,
con el beso de miel que me regalas
a la caricia de tu amor risueño.
Al extinguirse el último celaje,
copio en mi alma el alma del paisaje
azul de ensueño y verde de añoranza;
Y pienso con oscuro pesimismo,
que mi ilusión está sobre un abismo
y cerca de otro abismo mi esperanza.
Fundó en 1913, en colaboración con José Antonio Ramos Sucre (Poeta Sucrense), la revista literaria Broche de oro, y allí publicó la mayor parte de su poesía, cuyo contenido y rasgos formales se enmarcan en la etapa de transición entre el clasicismo, el modernismo y el romanticismo. Los temas predominantes en sus poemas son el tormento, la esperanza, el amor, el pesimismo y la muerte, tópicos que acercan su escritura a la corriente romanticista venezolana. Fue un poeta de sentimiento profundo, que cantó en sonetos bellísimos a la amargura del amor restringido por las penurias, pero también al azul eterno y al inmenso mar de su limitado paisaje.
Cruz María Salmerón Acosta sufrió la penuria de una terrible enfermedad, el mal de Hansen o lepra, que afectó su vida desde temprana juventud, enfermedad que le fue diagnosticada en 1920. Ser leproso en aquellos tiempos era exponerse al más absoluto desprecio por temor al contagio. Comienza entonces su aislamiento, y con él, la renuncia a todo lo que amaba. El poeta vivió un aislamiento voluntario en la desolada playa de Manicuare. Allí se refugió en una pequeña casa construida en lo alto de una colina, en donde pasó los diez últimos años de su vida. La habitación, de una cama sencilla, también tenía una bañera de cemento para que el poeta pudiera bañarse cuando la invalidez le impidiera hacerlo en las aguas del mar. Allí, postrado, sin poder levantarse del lecho, escribió –dictó– hermosos poemas que transitan desde el amor más intenso y sublime hasta la más profunda tristeza y soledad.
Hechos curiosos durante la vida y muerte de Cruz Salmeron Acosta:
Para el año de 1923 otro poeta cumanés regresa a su terruño de regreso de Madrid. Se trata de Andrés Eloy Blanco (Poeta y político Sucrense), quien llega triunfante con su Canto a España en un buque que se aproxima por el golfo de Cariaco. Desde su solitaria ribera, Cruz Salmerón le declama el poema Bienvenida, el cual escribe y se lo envía con un pescador de la localidad. He aquí ese poema:
BIENVENIDA
Un pobre poeta que casi no existe,
de los que han quedado, como ayer dijiste,
aquí con sus llagas, que no olvida Dios,
perfumadas siempre de flor de poesía
un tierno e ingenuo saludo te envía
que por ser tan triste parece un adiós.
Desde mi sombrío y eterno retiro
esta tarde, el buque donde viajas, miro,
y sufro mirándote ante mi pasar,
pues quiero y no logro dar unas palmadas
con mis dolorosas manos mutiladas
que ya ni la pluma pueden empuñar.
No sé por qué, viendo tu buque, he pensado
en el barco donde me vine abrumado
de la misma pena que debe sufrir
el que para siempre se ha despedido
de todas las cosas que más ha querido
con una infinita ansia de morir.
No creerás que, en tanto tu buque al golfo entra
acá en la ribera del norte se encuentra
un bardo que mucho lamenta no estar
con el noble pueblo que hoy va a saludarte,
para con el pueblo también aclamarte
con la voz que nunca habrás de escuchar.
Mientras que sus versos mi musa te canta
la queja que a veces sube a mi garganta
con una sonrisa logro contener;
y el corazón mío palpita tan duro,
que a mi me da miedo, porque me figuro
que dentro del pecho se me va romper.
Yo hubiera querido, hoy en mi aislamiento,
hacer, olvidando la pena que siento,
lo que en su clausura hace el ruiseñor,
que a pesar de su ansia de espacio y follaje
trina tan alegre como en el ramaje
que oyó sus primeras canciones de amor.
Llegas a tu cuna cuando muere el día
y nace la hora de la poesía
cuando más nos pesa del duelo la cruz,
y finge el lucero triste de la tarde,
en el cielo, un cirio fúnebre que arde,
y al sol que agoniza envía su luz.
¡Cómo evoco ahora tu gran Canto a España
que tanta belleza poética entraña!
yo siento, evocándolo, el goce interior
que se siente ante una risueña pradera
donde hay mariposas, y por dondequiera
un pájaro vuela y se una flor.
En él las estrofas parecen diamantes
y fingen los versos hermosos cambiantes,
y todo el poema semeja un joyel.
No tienen las perlas más ricos fulgores,
ni pintan paisajes con más bellas flores,
la luz que en el lienzo derrama el pincel.
Poeta: eterna será tu memoria.
Más grandes laureles reserva la gloria
para coronarte. Ve de ellos en pos
mientras yo me quedo aquí con el alma
ya sin ilusiones y una sola palma
la que da a los mártires la mano de Dios.
Durante el mes de Julio del año 1929, Manicuare vive una gran sequía, ya en dolorosa agonía le cerró la amargura, les apaciguó la sed y les hizo pensar nuevamente en la esperanza. Diciendo el siguiente canto que dicen que una confusión con el canto que siempre cantaba "Azul":
“no se vayan nunca de este pueblo,
no blasfemen, no renieguen de Dios,
mañana cuando llegue al cielo
le voy a mandar bastante agua.”
Y el día 29 de Julio del año 1929, llovió en Manicuare, sobre la tierra agradecida un diluvio bíblico que aún hoy permanece en la mirada de los ancianos y en la sonrisa de los niños preservan vivo la memoria del poeta.
Para culminar el poema o canto más famoso de este poeta que tanto repetía en su encierro recordando a su amor:
AZUL
Azul de aquella cumbre tan lejana
hacia la cual mi pensamiento vuela
bajo la paz azul de la mañana,
¡color que tantas cosas me revela!
Azul que del azul del cielo emana,
y azul de este gran mar que me consuela,
mientras diviso en él la ilusión vana
de la visión del ala de una vela
Azul de los paisajes abrileños,
triste azul de mis líricos ensueños,
que me calman los íntimos hastíos.
Sólo me angustias cuando sufro antojo
de besar el azul de aquellos ojos
que nunca más contemplarán los míos.
Y mi preferido:
MIRANDONOS
Entre tus ojos de esmeraldas vivas
te miro el alma, de ilusiones llena,
como entre dos cisternas pensativas
se ve del cielo la extensión serena.
El colibrí de tu mirada riela
sobre el agua enturbiada de mis ojos,
y de tus célicas mejillas vuela
un crepusculo rosa de sonrojos.
Hilo por hilo la ilusión devana
y urde sueños de fina filigrana
la araña de mi vaga fantasía.
Porque cuando me miras y te miro
sale volando tu alma en un suspiro
y embriagada de amor cae en la mía.
Referencias:
https://www.turismosucre.com.ve/personajes/escritores/cruzsalmeronacosta/