La caja y el muchacho (Un poema)
Hola, amantes de la poesía.
Resulta difícil escribir en primera persona sobre la muerte de un hijo, que aunque sea ajeno y aunque se haya buscado la muerte, hace que, aunque sea por un momento, se experimente parte de ese dolor.
El poema que sigue está inspirado en una escena que viví hace aproximadamente dos años. Tuve la oportunidad de ver a la madre de un delincuente juvenil (17 años) llorar desconsoladamente la muerte del joven, quien fue asesinado a sangre fría por otro desalmado en uniforme. El cortejo fúnebre proveía una escena digna de relatar (tal vez lo haga).
La caja y el muchacho
¿Adónde podré poner esta caja?
Me la he tropezado en la calle
mientras iba hacia mis pies
por las vértebras mancilladas
del camino hecho de adiós.
Fue lujuria por dinero.
Algunos, tal vez muchos,
dólares en una caja
redujeron a mi muchacho
a una carcasa sin alma.
Entonces, ¿adónde pongo esta caja?
Mi memoria la querrá lejos
Y mi pecho no hallará consuelo en el abrazo
de la madera perfumada y fría.
Una caja hueca. Hondura baldía.
Camina por seis cuadras el tráfico
que mis pies siguen por su propia suerte,
prevaricaciones en la muerte que anda,
el luto peregrino de las flores
tras el aliento que ha cesado.
Era esa caja o era esta caja.
Igual cargan tesoros que huesos,
igual cuesta dilucidar la codicia
igual cuesta adivinar el ensueño
de un niño hecho bestia
por un arma de fuego.
Hoy he perdido un hijo.
Gracias por leer.
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Se me agolpan los huesos humeros de vallejo,esos" heraldos negros"duro y duro fueron los golpes.
Mi corazon quedo hecho pedasitos dentro de esa caja.
Y camino con los ojos cerrados,no,no quiero encontrar la mia
Sabes, @acostacazorla, en este entierro iba llorando la madre del muchacho de 17 años que mataron en Cumaná hace dos años aproximadamente. El mismo día que salió libre, asaltó lo que era antiguamente una perfumería en la calle Comercio. Mi hermano quedó en el fuego cruzado en aquella ocasión, en la calle que va de El Colmao a la librería San Pablo. Si mal no recuerdo él vio quién le disparó y lo vio caer. Se cuenta que entre él y el otro menor de edad que lo acompañaba tenían "más 13 muertos encima".
Gracias por leer ☻ ¡Un abrazo! (Nadie quiere ver esa caja).
Expresas gran desconsuelo en este poema. Me llega al alma, a pesar de no tener hijos D:
Gracias por comentar, @aleli :) No hace falta tener hijos para asombrarse de estas cosas. ¡Saludos!
Cuanto mérito en hacer de un hecho tan comun hoy día, y que genera tantas emociones encontradas por la naturaleza del hecho y los involucrados, un poema que sea capaz de ponernos en los zapatos de la doliente, caminar con el cortejo y reflexionar sobre virtudes y defectos.
Cajas de Pandora que se abrieron y que parecen no haber dejado nada en el fondo.
Que lejos se ha puesto ese fondo...
Gracias, @hlezama :)
Ponerse en los zapatos del otro es un ejercicio que trato de hacer a diario. Creo que es fácil juzgar y condenar cuando se pierde el hábito de hacerlo. No obstante, los hechos son los hechos; la razón nos asiste.
¡Saludos! :D