Nuevamente escucho ese sonido y mi piel se eriza, tengo una semana sin dormir y el pánico me asecha, las personas ya comienzan a notarlo: mi extraño comportamiento lo hace muy evidente. Todos en la oficina me preguntan que está pasando conmigo, mi rostro refleja unas grandes ojeras y mi piel se ha tornado blanca cual espuma. Cualquier ruido me sobresalta y siento la extraña sensación de ser observado.

Hoy decidí pasar por ese lugar una vez más y ponerle fin a este juego, muerto de miedo me acerqué a la ventana de aquella casa y lo que observé me dejó perplejo.

Frente a mí, una hermosa chica se ha plantado, luciendo un bello tutú y pequeñas zapatillas. La música ha comenzado a sonar y con una tierna sonrisa me ha invitado a verla bailar. Sobre la punta de sus pies se mantiene erguida, con elegancia y sencillez atraviesa aquel lugar realizando mil piruetas: una más hermosa que la otra.

La veo moverse y su delgado cuerpo flota entre las nubes, como un cisne extiende sus brazos dispuesta a volar, me mira y la música se detiene al igual que el tiempo. Con gracia hace una reverencia agradeciendo por mi presencia y luego desaparece.

La busco en los alrededores, la llamo y no consigo respuesta. Intento entrar a la casa pero la puerta me detiene: está cerrada. Frente a mí un letrero desgastado por el tiempo me deja cada vez más confuso.

Vuelvo a la ventana y no hay nada más que oscuridad. El sonido de un auto me devuelve a la realidad, levanto los ojos al cielo y me doy cuenta que la noche ha caído.

Desorientando y confundido llego a la casa, mis compañeros preguntan que me ha sucedido, ignoro sus preguntas y con movimientos automáticos subo a mi habitación. La imagen de la bailarina sigue en mi cabeza.

Desesperado busco en mi computador y tecleo la dirección de la casa, unas cuantas opciones se despliegan ante mí. Una de ellas llama mi atención y sin pensarlo demasiado accedo. Un portal se muestra, en una esquina una foto de la chica, Katherin es su nombre. Sigo leyendo apresuradamente y doy con un informe policíaco y mi expectación crece al leer lo siguiente:

En las inmediaciones de la zona residencial para estudiantes en Sídney / Unit 1-42, 23 Strachen Street, Kingsford, NSW el 10 de Julio en las horas de la mañana, fue hallada sin vida quien se reconoce como Katherin Webster, femenina de 23 años de edad quien residía desde hace dos años en el lugar. La occisa ha sido encontrada por su compañera de cuarto quien ha anunciado a la policía de inmediato. Causa de muerte: Asfixia. Se desconoce que motivó a la víctima a quitarse la vida.

Mi corazón da un vuelco y quedo inmóvil frente al computador, el aire comienza a faltarme y me cuesta trabajo respirar. El sonido de mi respiración cortada es interrumpido sólo por la dulce melodía del cascanueces que retumba en mi cabeza. Cierro los ojos intentando entender que sucede y me encuentro con su mirada que ahora, de apariencia sombría, penetra en mis pensamientos una y otra vez.