EL GANADOR 💪🏾
El otro día estuve observando a unos niños que jugaban al fútbol. Apenas tenían cinco o seis años, pero era un partido serio, con todas las de la ley: dos equipos con entrenadores, uniformes y un grupo de padres como espectadores. Los equipos estaban equilibrados. Como yo apenas conocía a una de las familias, pude disfrutar del partido sin la ansiedad de que ganara uno u otro bando. ¡Ojalá los padres y entrenadores hubieran podido hacer lo mismo!
En el primer tiempo nadie marcó un gol. Daba risa ver a los chiquillos. Eran torpes pero entusiastas, como suelen ser los niños. Se tropezaban, se caían encima de la pelota, y no daban pie con bola. Pero nada de eso les importaba; ¡lo estaban pasando en grande!
En el segundo tiempo, el entrenador del Equipo Uno retiró a los que debían de ser sus mejores jugadores y puso a los de reserva. Solo dejó al mejor, que era el portero. El partido cambió drásticamente. Será que ganar es importante aunque uno tenga cinco años, porque el entrenador del Equipo Dos dejó a sus mejores jugadores, contra los cuales los suplentes del Equipo Uno no podían hacer nada.
El Equipo Dos comenzó a asediar la portería contraria. El arquero era bastante bueno para su edad, pero no podía con tres o cuatro tan buenos como él. El Equipo Dos empezó a meter goles.
El pequeño guardameta ponía todo su empeño. Cada vez que se acercaba el balón al arco, se lanzaba temerariamente para tratar de detenerlo. Después de dos goles seguidos se enfureció. Gritaba, corría y se arrojaba con todas sus fuerzas. Con todo, no pudo evitar que sus rivales le clavaran un tercer gol.
No tardé en darme cuenta de quiénes eran los padres del portero. Se veía que el papá venía de la oficina, pues andaba de traje y corbata. Ambos animaban a su hijo a gritos; pero después del tercer gol, el niño cambió. Se daba cuenta de que era inútil, de que no iba a lograr detener los goles. Siguió jugando, pero se percibía en él cierta desesperación.
El padre también cambió. Hasta ese momento había instado a su hijo a esforzarse más. Le lanzaba consejos y palabras de aliento. Pero a esas alturas se lo veía ansioso. Le dijo que no se preocupara, que no se diera por vencido.
Luego del cuarto gol, ya me imaginé lo que iba a pasar. El niño necesitaba ayuda, y no había cómo dársela. Sacó la pelota del arco, se la entregó al árbitro y se puso a llorar. Gruesos lagrimones le rodaban por las mejillas. Luego cayó de rodillas.
Cuando el padre se puso de pie, la esposa lo asió de la muñeca y le suplicó:
—Jaime, no. Lo vas a avergonzar.
Pero él se soltó y corrió hacia el campo de juego con su traje, su corbata y sus zapatos finos. Se lanzó a la cancha, tomó al niño, lo abrazó, lo besó y lloró con él. Nunca me había sentido tan orgulloso de un hombre en toda mi vida.
Lo sacó en brazos del terreno de juego, y cuando llegaron cerca de la línea de banda alcancé a oír que le decía:
—Hijo, estoy orgulloso de ti. Lo has hecho de maravilla. Quiero que todos sepan que eres hijo mío.
—Papá —contestó el niño entre sollozos—, no consigo tapar los goles. Hago lo que puedo, pero igual me los meten.
—Miguelín, da igual cuántos goles te hayan metido. Eres un orgullo para mí. Quiero que vuelvas a la cancha y aguantes hasta el final del partido. Ya sé que quieres abandonar, pero no puedes. Te van a seguir metiendo goles, pero no importa. Anda, ve.
Evidentemente aquellas palabras fueron decisivas. Cuando no tenemos a nadie que nos ayude y no podemos evitar que nos metan un gol tras otro, es un tremendo aliento saber que para nuestros seres queridos eso no tiene importancia.
El chiquillo volvió corriendo al campo de juego. El Equipo Dos metió dos goles más, pero eso no lo afectó.
A mí me meten goles todos los días. Me esfuerzo mucho. Me arrojo intrépidamente en una y otra dirección. Me pongo hecho una furia. Lucho con uñas y dientes. Se me salen las lágrimas y me postro de rodillas, sintiéndome incapaz. Entonces mi Padre celestial salta a la cancha y ante la muchedumbre de espectadores —todos los que se mofan y se ríen de mí—, me levanta, me abraza y me dice: «¡Estoy muy orgulloso de ti! Has estado fantástico. Quiero que todos sepan que eres hijo Mío, y en este momento te declaro ¡ganador del partido!»
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hola amigo, bienvenido a steemit, tienes una buena historia, solo podrias acomodar un poco el post utilizando los comando de markdown, es una guia que te ayuda, sobre todo tu post se veria mucho mejor si lo justificas. es decir alinear las lineas, segun los curadores expertos dicen que se les cansa la vista cuando las lineas estan en desorden, no se si me entiendes, jejej, disculpa, y ucha suerte en steemit
Carolina muchas gracias, hasta el momento estoy comenzando y lo hago desde mi celular, pero me esforzaré para aprender más 👍🏾